sábado, 26 de enero de 2008

132. SEÑA DE IDENTIDAD

Hace algunos días, en una reunión familiar, sentados alrededor de una mesa baja, algunos de los hermanos, comentábamos que los temas que más nos agrada tratar, cuando estamos juntos, están relacionados con nuestra familia.


Siempre es lo mismo, relajados y tranquilos, hablamos de recuerdos, experiencias y valores compartidos.
Comentamos y no poco, los éxitos que en común o cada uno, hemos vivido y también están presentes los batacazos que, en razonable silencio, todos hemos compartido.


Probablemente valoramos todo en positivo porque aunque reconocemos que lo que para otros es nuestro gran defecto, en casa nuestra seña de identidad es el orgullo, un inmenso y tremendo orgullo.


No se si es bueno o es malo, probablemente ni bueno ni malo, simplemente es.
A fin de cuentas, es nuestra seña de identidad. La misma seña de identidad que une, sea el que sea hoy su pasaporte, a los españoles de todas las españas. En todas partes, cuando nos reunimos sin extraños, hacemos lo mismo, hablamos sin pudor de los éxitos logrados y disfrutamos recordando los fracasos obtenidos. Todo porque, a fin de cuentas, son nuestros y estamos orgullosos de haberlos conseguido.

jueves, 24 de enero de 2008

131. VIDA

Cuanto más reflexiono sobre el ser humano más me aproximo a la convicción de que somos un modelo en pruebas que solo estará listo y completo cuando se dé por obsoleto y le sustituya otro, nuevo y más perfecto, lo que quizá es imposible mientras la vida sea esta vida.

Por una parte, para vivir es imprescindible matar y, por otra, la muerte es el mayor mal conocido y no evitable.

Buscamos con ansia casi infinita vivir en la seguridad, cuando es evidente que la supervivencia está en cambiar constantemente dentro de un entorno que no deja de cambiar.

Soñamos la libertad sabiendo que para tener algo y mantener la seguridad es imprescindible dejar en el camino jirones de la misma libertad.


En mi homocentrismo cultural, me costo bastantes años asumir la realidad obvia de la muerte necesaria para mantener la vida. Aceptar que el hombre es, antes que nada un ser vivo y que ningún ser vivo puede mantener la vida si no se alimenta de vida. Supervivir, en toda caso, es matar..

La vida de los seres que hoy vivimos, es resultado de la capacidad de cada miembro de la especie y de todas las especias para, en situaciones de permanente riesgo y enorme incertidumbre, supervivir mediante la destrucción de las vidas.

Acaso la mayor sabiduría de la especie humana se encuentre en las enseñanzas de Buda que abren la puerta a la esperanza de conseguir, al final, luego de ser cada vez más buenos, llegar a la vida que encierra la No Vida del Nirvana.

lunes, 21 de enero de 2008

130. PROBLEMAS, OPORTUNIDADES, VALOR Y RIESGO

Si reflexionamos sobre las bases en las que se asienta el prestigio profesional de las personas que lo tienen, encontramos tres elementos clave:

El primero es que han sabido dar solución a problemas para otras personas imposibles।


El segundo, siempre menos conocido, que no pocas de las situaciones muy bien resueltas, en algún momento estuvieron a punto de convertirse en desastres que hubieran costado enormes disgustos a quien finalmente triunfó.

El tercero es que, en todos los casos existía bastante riesgo y se requería mucho valor.

Por eso, cuando los jóvenes profesionales me dicen que en su entorno hay problemas siempre respondo de la misma manera: Aprovecha la situación y da gracias porque donde hay problemas existen oportunidades de la misma o mayor magnitud para quien sepa verlas y tenga suficiente valor

Claro que, hay un freno para que la gente joven acepte mi consejo, y lo entiendo, Estamos viviendo un terrible Estado del Bienestar que incluye una más que detestable Cultura de Igualdad, que está generando una sociedad en la que las personas pueden tener y progresar algo sin gran esfuerzo y poco riesgo, se anima a vivir y consumir igual que los demás, se estimula a trabajar lo imprescindible, se favorece estudiar poco, se premia evadir los problemas y, sobre todo, se penaliza arriesgar।


¿Quién va a trabajar si no existe el premio?। ¿Quién va a arriesgar si no existe la recompensa?


Solo me anima pensar que llevamos pocos años de tanto bienestar, que por el camino que vamos esto no puede durar y que en la herencia genética de los españoles y de los europeos en general, está grabada con fuego la idea de que para ser alguien hay que trabajar duro y arriesgar.





viernes, 18 de enero de 2008

129. UNA HISTORIA TERRIBLE QUE ME HA IMPACTADO.

Mi amigo Carlos ayer me ha explicado, con profundo dolor que, al igual sus hermanos, tiene enormes problemas en las relaciones con su madre.


La mujer, desde que él la recuerda, ha desplegado una terrible eficiencia para captar lo menos bueno de las personas, sacarlo a la luz y usarlo para hacer sufrir cuanto puede a quienes a ella, por uno u otro motivo se le aproximan.


Ella ha procurado y conseguido, desde que alcanza el recuerdo de mi amigo, torturar sin pausa a su marido, compendio que era de todos los defectos humanos, y lo ha hecho sin descanso, día a día todos los días, hasta que convertida en una viuda desconsolada llora, en opinión de los suyos, con el más absoluto descaro, la soledad de una mujer que siempre estuvo del todo enamorada.

Por supuesto, la madre de mi amigo, carece de defectos en un mundo en el que solo ella es perfecta. Carlos jamás ha escuchado de boca de su madre palabras que no sean malintencionadas o, al menos, ácidas sobre alguien. Además, ha reservando siempre lo peor, antes para su marido y ahora para sus hijos, a los que reprocha, con actitud tan ofendida que parece destilar odio, la falta que tienen de atención y amor filial hacia ella.

En los últimos años las relaciones sociales de la madre de mi amigo se han ido reduciendo hasta quedar limitadas exclusivamente al círculo de su parroquia. Mi amigo da gracias a Dios todos los días porque hay un sitio en el que la buena señora pueda hablar con personas aunque no se prive, de criticar sin piedad a “esas viejas beatas” que van a la iglesia porque no tienen otra cosa mejor que hacer y hagan el trabajo que debería hacer el cura que, como es normal, está plagado de muy graves e intolerables defectos.

En resumen, la madre de mi amigo Carlos, a la que el quiere mucho porque es su madre, durante toda su vida, al igual que muchas otras mujeres y acaso algunos hombres, se ha esmerado en hacer sufrir a todos cuantos la han rodeado y, como es evidente, ha logrado construir para si misma la más absoluta infelicidad.

Para terminar esta muy triste entrada, lo que como colofón de la historia, me explicó ayer, con enorme dolor, mi amigo Carlos:


Su padre contrajo, al final de sus días, una enfermedad de los huesos, entonces sin tratamiento efectivo y extremadamente dolorosa, que minaba progresiva y aceleradamente lo que le quedaba de vida.

En la búsqueda de cualquier oportunidad, por remota que fuera, de recobrar la salud o, al menos, reducir los dolores, el hombre consiguió una consulta con un reputado curandero de la provincia de Alicante y una mañana acudió, con su mujer, a visitarle.


Luego de una breve espera en el jardín del sanador, al llegarle el turno, entro en la casa con su mujer y al instante, antes de mediar palabra alguna, se escucharon los gritos espantados del curandero que suplicaban a quienes allí estaban: “¡Sacadme inmediatamente de aquí a esa mujer, no puedo soportar el demonio que lleva dentro!”. Solamente cuando salió la madre de mi amigo se detuvieron los gritos y volvió la calma al lugar.

Evidentemente el padre de Carlos tuvo que renunciar a que le viera el famoso sanador de husos de la provincia de Alicante y siguió en su sufrimiento hasta el final de sus días.


Mi amigo concluía apenado sus confidencias diciéndo: “Seguro que mi madre no tiene un demonio dentro, es imposible, no hay demonios y menos que entren dentro de las personas”, pero “¿...Y si fuera verdad que en estas mujeres que hacen sufrir y ellas sufren tanto en la vida, fuera porque tienen la desgracia de llevar un demonio dentro? ”


Al final de la conversación mi amigo me pidió que publicara esta historia en el blog, me dijo, que él no puede ni debe hacerlo, pero que, acaso pueda resultar útil a otras personas que tienen cerca alguien que acaso lleve un diablo dentro.



martes, 15 de enero de 2008

128.MEMORIA GENÉTICA O RECUERDOS VIVIDOS, ES LO MISMO

Algunas más y otras menos, casi todas las personas, de cuando en cuando, al llegar a un lugar nuevo tenemos la sensación de conocerlo ya, de haber estado antes e incluso, de haber vivido antaño en ese lugar.

También, aunque menos veces, al ver a alguien por vez primera experimentamos la mutua sensación de sentir en la sangre el placer de reconocer a quien que ya era, desde mucho antes, parte de la propia intimidad.
Incluso, de tarde en tarde, al ver viejas fotografías en las que, aunque sepamos que son de muy antes de haber nacido nuestros padres, no solo nos reconocemos en ellas sino que, sin pensarlo mucho, sabemos donde estábamos, con quienes y qué se celebraba el día que se hizo la fotografía.

Si atendemos a quienes aspiran a dejar de reencarnarse, lo anterior ocurre porque, cuando somos buenos, en ocasiones, recordamos episodios vividos en otras vidas.

Si escuchamos a quienes hablan de memoria genética, acaso el reconocimiento es cierto. Hemos estado ya en esos lugares o hemos conocido antes a esas personas. El reconocimiento es real porque nosotros, nuestros genes, vivieron lo que hoy es recuerdo y fue importante porque se grabó en ellos, mucho antes de que en el devenir de la Vida se hicieran nuestros.

A mi me encanta reconocer lugares y volver a encontrar personas que estaban perdidas en la distancia, en los años e incluso en la memoria.

Y creo que da igual, ya sea porque nosotros mismos vivimos antes, ya sea porque lo vivieron nuestros genes, la realidad es que reconocemos lugares y reencontramos, personas queridas..

Y de esto, lo mejor, es que añade un poco de sentido adicional a la propia, pequeña y corta vida.



lunes, 14 de enero de 2008

127. EL LIDERAZGO DE LAS MUJERES, UNA PEQUEÑA OBSERVACIÓN.

Con la esperanza de encontrar una respuesta nueva, desde hace algunos años, la última vez hace unos días, nunca olvido preguntar a mis alumnos en los cursos de postgrado si prefieren tener por jefe a un hombre o a una mujer y, lamentablemente en mi opinión, la respuesta es siempre la misma:


A los hombres, siempre que sea capaz, les da lo mismo tener de jefe a otro hombre o a una mujer. Sin embargo, las mujeres, sin dudar un momento, siempre responden que prefieren a un hombre porque es peor tener de jefe a otra mujer.


Esto me hace pensar que las mujeres que ocupan puestos de mando y las que se preparan para ocuparlos, acaso deberían reflexionar sobre sus propios estilos y comportamientos en el ejercicio del liderazgo ya que, por razones obvias, sería deseable, más que deseable que no existiera este tipo de preferencia.

martes, 8 de enero de 2008

126. COMIENZOS

Cada año, además del Nuevo Año, inauguramos muchos nuevos años: El año Académico y el Curso Escolar, el Año Fiscal, el Curso Político, el Año Nuevo Tailandés, el Año de Casados, el Cumpleaños de cada uno,

Realmente hay tantos comienzos que resulta algo extraño que solo en ocasiones muy contadas las personas podamos pensar con razón que comenzamos algo.


Curiosamente, en apariencia, siempre estamos comenzando algo, y cosa rara, salvo excepciones, casi nunca tenemos conciencia de cuando comienza lo que luego resultan ser importante, no solo en un año sino en el lustro o en la vida.

Hacemos propósitos, marcamos objetivos o formulamos planes, pero la realidad es que las cosas, aún las más buscadas, se presentan en la vida casi siempre por sorpresa, sin anunciarse.


Desconocemos cuando van a nacer las ideas, cuando germinará el amor, cuando comenzará la nueva vida o se acelera la llegada de la muerte.

A veces pienso que la razón profunda por la que celebramos tanto los comienzos y los finales es porque para vivir necesitamos olvidar y no pensar que lo único real en la vida es la misma vida y que, por fortuna quizá, en la propia vida mucho o casi todo es ausencia de seguridad e incertidumbre.

viernes, 4 de enero de 2008

125. RECUERDOS DE 1968

Al comenzar el año 2008 y mientras reflexiono sobre el futuro, no puedo dejar de pensar en 1968, año luego mítico y para mí extraordinario. En ese año comencé a volar y a ser casi un adulto.

Cuarenta años son muchos años, pero en ese año, sin que entonces tuviera conciencia de ello, se concentraron una parte muy importante de los hechos y, sobre todo, de las decisiones, que marcaron el posterior desarrollo de mi propia vida. Acaso por eso lo tenga tan marcado en la memoria.

Hasta mediados de marzo hice las prácticas de la carrera en el Departamento de Organización de la Empresa Nacional Calvo Sotelo, la matriz de lo que hoy es Repsol. Tuve la fortuna de trabajar con D. Manuel Represa, sabio ingeniero que luego sería, durante muchos años, Director de la Escuela de Minas de Oviedo. A él debo, por muchas cosas, profundo agradecimiento.

A finales de marzo y comienzos de abril estuve en los coloquios que sobre “Cristianismo y Revolución”, se celebraron en la Universidad de Nanterre, en Paris. Viví aquellos días con enorme intensidad y conocí a muchas personas que luego participaron en los acontecimientos de Mayo del 68.

Luego, con mis padres y algún amigo, fui testigo en una boda, llena de “gente importante”, en Bruselas, visité Brujas y, quedé, para siempre, impresionado por el Políptico de Van Eyck, en Gante.

Apenas recuperado del impacto del viaje, hice los últimos exámenes de la Carrera y me incorporé, para hacer las practicas de las Milicias Universitarias, al Ejército, en un CIR de Córdoba. El día 27 del mismo mes regresé a casa, para estar el 28, en la fiesta de celebración de las Bodas de Plata del matrimonio de mis padres, lo recuerdo como si hubiera sido ayer.

El Ejército es el Ejército y los cuatro meses que duraron las prácticas lo pasé bien. Conocí, desde dentro, el sentido del honor, la disciplina y el amor a España que animaba a los jóvenes oficiales profesionales.

Viví, en la distancia, las calles de París durante el Mayo francés. Escuché los poemas, bellísimos, de Javier del Prado, Disfruté las horas muertas en la Plaza del Caballo, recorrí mil veces las calles de la Judería, e hice mío el olor a jazmín del Alcázar. Entendí que había mujeres que habían nacido en cuerpos de hombre, asistí a una boda gitana, leí no pocos libros y conocí a muchas personas que no pensaban como yo.

Sufrí intensamente los acontecimientos de Checoslovaquia y, en agosto, la caída de Dubcek y la muerte de la Primavera de Praga.

En septiembre, en contra de la más que sensata opinión de mi padre, acepté el contrato y preparé el viaje para trabajar, como ayudante del último ayudante, en la Universidad Católica Boliviana, en La Paz . Pensaba entonces y pienso ahora, que todos debemos contribuir, cada uno en lo que pueda, al desarrollo de los pueblos.

Los días 5 y 6 de octubre, aún bajo el impacto de la matanza de la Plaza de las Tres Culturas, ocurrida el día 2 y con la ciudad tomada por los militares izquierdistas que habían derrocado al Presidente Belaunde el día 3, disfruté apasionadamente, con mis amigos peruanos, la incertidumbre de las calles de Lima, olvidé la oferta de trabajo, hoy sé que extraordinaria, que me habían hecho en Caracas y, creo que en la mañana del día 7 de octubre, luego de sobrevolar los Andes, aterricé en La Paz.

En pocas semanas entré en un mundo nuevo y apasionante. Me acogieron personas extraordinarias que nunca saldrán de mis recuerdos: Pancho Nadal y Carmina Morón, tan queridos, Carlos Gerke, tan capaz, los Urioste, tan buenos, Marcela Siles llena de encanto, Nestor Paz y su mujer, Cristina, tan llorados, Huscar Taborga, amigo bueno, Mario Velarde, Josesito Ortiz, Gonzalo Montenegro, Pepe Palenque, Alberto Conesa, colegas entrañables, el Tuto Villa, los doctores Jorge Siles Salinas y Abraham Maldonado, los Padres Prat y Aguiló, Huascar Cajías y Monseñor Prata, y tantos otros amigos a los que poco a poco y muy deprisa, llegue a conocer y apreciar.

Han pasado cuarenta años y, ahora estoy seguro, el año 1968 fue para mí el que primero, en muchos sentidos, me llenó la vida.