jueves, 28 de febrero de 2008

142. DAÑOS COLATERALES: SE ACABÓ LA MAMADERA

Acostumbrado a la terrible práctica del franquismo español que exigía, en la práctica que no en la teoría, para estar en política, tener previamente un razonable medio de vida, me sorprendió en extremo escuchar repetidamente, en las calles de Lima los días posteriores al golpe de estado que sacó de su puesto al Presidente Belaunde, la frase “se acabó la mamadera”, dirigida a personas que hasta horas antes habían disfrutado de las compensaciones propias del desempeño de cargos públicos.

Hasta entonces nunca había pensado, inocente de mí, que en la política era viable obtener beneficios mayores que los posibles en el simple ejercicio de la actividad profesional. Más aún, pensaba que desempeñar puestos públicos era, para quien los ocupaba, un claro sacrificio económico.

Hoy, sin embargo, cuando veo llegar las elecciones y observo el enorme esfuerzo de los candidatos y de las personas que a ellos están próximas, pienso en los tremendos daños colaterales que la victoria de unos supone para los otros.

Para no pocas personas, sin demasiado oficio por otra parte, que su partido gane o pierda las elecciones supone acceder o perder la mamadera.

En estos días de cálido invierno español, pienso no ya en el medio centenar de políticos que, sea cualquiera el resultado de las elecciones de marzo, van a seguir cobrando un sueldo o van a retornar a la vida privada con mayores percepciones que las honestamente posibles en la vida pública, sino en los miles de colaboradores, adjuntos, consejeros, ayudantes, ayudantes de ayudantes, e incluso diputados, que se van a quedar en la calle y que tienen por todo oficio, a más del título de bachiller o licenciado, el saber estar a la sombra de un político con poder.

Los arquitectos e ingenieros capaces, los médicos con prestigio y los miembros por oposición de los grandes cuerpos de la administración pública, profesionales todos, al igual que los empresarios, si pierden las elecciones, salvo poder político, una vez pasado el berrinche, además de tiempo, familia y dinero, van a ganar vida personal y tranquilidad.

Pero los otros, los que sin oficio ni beneficio viven al amparo del poder y cuya comida depende del resultado electoral, si pierden, además del disgusto se quedan en la calle y, lo que es peor, sin posibilidad de conseguir, por que valen, un trabajo que les permita compensar el “se acabó la mamadera”.

Los ciudadanos cuando depositan su voto y eligen a sus candidatos, al mismo tiempo deciden, como daño colateral para muchos, a que personas que se le acabó la mamadera.

martes, 26 de febrero de 2008

141. EMPRESARIOS II: DUEÑOS, AMOS Y VALIDOS DE NUESTRO TIEMPO

El Diccionario de la Lengua Española, en la primera acepción de la palabra Dueño, dice que este es el “Hombre que tiene dominio o señorío sobre alguien o algo” . Siempre me ha llamado la atención que la Real Academia tenga que conservar todavía el “señorío sobre alguien...”, ya que es muestra de la existencia, todavía, en nuestro mundo global, de esclavos.

Y, en la entrada de la palabra Amo, las primeras acepciones son: Cabeza o señor de la casa o familia - dueño o poseedor de algo - hombre que tiene uno o más criados, respecto de ellos - Persona que tiene predominio o ascendiente decisivo sobre otra u otras.

Creo que en el significado de ambas palabras está latente el concepto de propiedad como derecho absoluto, es decir el titular puede disponer de su cosa y hacer con ella lo que considere conveniente, sin que nadie pueda impedir el libre ejercicio del derecho ya que los demás están obligados a respetarlo.

En consecuencia con lo anterior, el dueño o amo de una empresa puede disponer de su empresa y hacer con ella lo que le venga en gana.

Por otro lado, es frecuente que en las empresas que tienen por dueño a una persona y esta persona ejerce de amo, aparezca la figura, extremadamente interesante, del Valido que, al igual que en el gobierno de la res pública de las españas en los siglos XVII y XVIII, ejerce, sin otro título que la confianza, entonces del rey y ahora del amo, la autoridad más absoluta sobre los súbditos del reino o sobre los empleados de la empresa.

Para ser valido el único requisito es contar con la confianza del rey o del amo, cuando el valido lo es manda y manda todo, pero éll es nada, no tiene título y carece de poder propio.

En la historia hay grandes y muy eficientes validos, el Conde Duque de Olivares lo fue de Felipe III, que acompañan a desastres ilustres como el Príncipe de la Paz, valido de Carlos IV.

En la historia de las empresas con amo, aunque sus nombres sean menos conocidos, también hay validos extraordinarios, razonables y también grandes desastres.

Para el rey o para el amo puede ser bueno tener valido, conservan la autoridad, el éxito es siempre suyo y los fracasos corresponden al valido. Además, cuando el valido ha cumplido su ciclo se le achacan todos los erroes, se le cargan todas las culpas, se le retira el afecto, se le aleja del todo y se da a otro la real confianza.

El valido hace y deshace mientras lo es. Si es listo, sabe que su tiempo es incierto y nunca largo, y sabe también que de lo bueno que haga jamás obtendrá mérito. Por ello, lo normal es que trate y a veces logre, compensarse con dinero, favores a terceros o negocios personales que protejan su mañana.

También hay validos que son un algo tontos, trabajan mucho, hacen lo mejor, reciben poco y al final, les queda nada.

Por ello, cuando encuentro una empresa que tiene amo y valido me dan escalofríos y, para el bien de todos, les pido a ambos, que piensan que aunque les guste a cada uno su papel, en la gestión del Siglo XXI caben las figuras del empresario y del directivo, pero no son útiles, para nadie, las de amo y de valido.

El empresario capaz no necesita en esta época tener valido, es mucho mejor que trabaje como lo que es o, si no quiere o no puede ejercer su papel, delegue la gestión de forma clara y profesional.

Cuando me consulta algún directivo que, muchas veces sin pretenderlo, ha llegado a ser valido, siempre le digo lo mismo: Sal ya de esa empresa, antes de que el amo te cargue las culpas de todo, te despida y, para colmo, por la rabieta que enganche, para cobrar lo que sea tuyo tengas que ir a un juicio.

Por supuesto, un profesional capaz jamás debe aceptar ser valido, el mundo esta lleno de empresas en las que para tener éxito solo se requiere tener talento y trabajar duro.

Para vivir y vivir bien, no hace falta ser del rey o del amo, su valido.


lunes, 25 de febrero de 2008

140. EMPRESARIOS I. ADMIRACIÓN Y RESPETO.

Nadie me inspira mayor respeto que los hombres hechos a sí mismos que han sido capaces, con su esfuerzo, su imaginación y su capacidad de liderazgo, crear exitosas empresas que contribuyen, con su existencia, al bienestar, de la sociedad.

Me alegra el alma ver la progresión de sus empresas, disfruto sus éxitos y me siento orgulloso de conocer a algunos de estos empresarios, capitanes de empresa, que son ejemplo indiscutible del valor de las personas y manifestación feliz de la capacidad creativa de la especie humana.

El mérito de estas personas es inmenso y criticar su éxito es, en mi opinión, una locura que solo se puede entender, y nunca disculpar, desde la envidia que contamina y diluye otras valiosas las virtudes de la sociedad.

Por ello, y porque en una siguiente entrada tengo que aportar un difícil consejo a amigos que lo demandan, escribo esta entrada con mucho cuidado, con absoluto respeto y afirmando, lo que pienso.

jueves, 21 de febrero de 2008

139. EMPRESA Y POLÍTICA. HAY QUIEN HACE O PIENSA TONTERIAS

De tiempo en tiempo, algún empresarios mediano y o directivo de empresa importante solicita mi opinión sobre la bondad y oportunidad de su participación en la vida política.

La respuesta es compleja y siempre comprometida, lo que esperan de mi suele ser argumentos para hacer lo que ellos saben muy bien que no deben hacer y, por ello, cada vez que tengo que responder pienso, por enésima vez, en el planteamiento general y analizo cada situación concreta, luego doy, también por enésima vez, la misma respuesta:

Tener opinión y participar en la vida política es un derecho inalienable de los ciudadanos, por tanto, todo empresario y todo directivo tiene derecho a intervenir en política, es un derecho que nadie puede conculcar.

Sin embargo, existe también el derecho, este no escrito pero muy claro para la ciudadanía, de querer ser dirigidos por personas que no hacen tonterías, lo que implica la obligación que tiene quien dirige, de ajustar sus comportamientos a las exigencias de lo que significa el sentido común de la sociedad.

Dicho de otra manera, el empresario y el directivo en su caso, tiene, como primera obligación, exigible desde cualquier perspectiva de responsabilidad social, el generar resultados, hacer crecer la empresa y, sobre todo, conseguir y fidelizar clientes que aseguren la proyección de la empresa hacia el futuro. Por otro lado, además, forma parte de la función directiva, crear y mantener equipos humanos integrados en la organización y fuertemente motivados.

El empresario y el directivo pueden tener opinión política, pero el sentido común dice que si además de tener opinión, participan en la vida pública, como miembros activos de partidos que gobiernan o ejercen de oposición, están en su derecho, pero están haciendo una tontería que no puede permitirse ninguna empresa que pretenda progresar en el largo plazo.

Si el empresario o directivo “se dedica” a la política mientras ejerce su función en la empresa, en primer lugar desatiende su trabajo, no dedica a la empresa toda su energía, a veces descarga en otros responsabilidades que no les competen y, en cualquier caso, con su comportamiento, dice a gritos que, para él la empresa no es lo más importante...salvo que se aproveche la política para conseguir contratos, perseguir a la competencia, ganar más dinero, etc, cosa que antes o después siempre paga la empresa y, como es natural, el empresario o el directivo que, por bobo, se metió en el lío.

El empresario o el directivo debe tener siempre buenas relaciones con las administraciones locales, regionales y estatales de todos los territorios en que opera la empresa y en todos aquellos otros en los que aspire a estar presente. Y eso es, salvo un milagro, absolutamente imposible si se ejercen puestos, o se ocupan posiciones, de poder político.

Los clientes, cuando compran no piensan en política, y si se les da la oportunidad de pensar en ella, suele ser para que duden sobre la oportunidad de la compra o de la no compra.

Los empleados en la empresa no suelen pensar, mientras trabajan, en la política, pero la política, como la religión, es mejor que no exista si se quiere mantener un buen nivel de relación con todos los miembros de un equipo.
Si mi jefe es, además de mi jefe, uno de los líderes del partido político al que yo, en todo mi derecho, más detesto, me parece que es poco probable que quiera contribuir a que él consiga demasiados éxitos.

Los competidores, mientras el directivo o e el empresario esté en posición de poder político van a vigilar para que no les perjudique, y, cuando el político pierda el poder, es fácil que sus competidores empresariales se encuentre con oportunidades en las que probablemente ni siquiera habían, por tan buenas, pensado

Entiendo muy bien que, desde la política, para salvaguardar la independencia y la honorabilidad de los políticos, cuando estos llegan a puestos de especial responsabilidad, existan las incompatibilidades.

Mi opinión es que desde la empresa sería, también de sentido común, establecer, dentro de los limitaciones que marca la Ley, incompatibilidades para sus directivos y contratar con todos los templos del lugar, toneladas de oraciones para que el empresario cumpla con su obligación y nunca piense en tonterías.

En resumen, creo que el empresario o el directivo que quiera “jugar activamente a la política” debe dejar a su empresa tranquila y dedicar todo su esfuerzo a ser político.




lunes, 18 de febrero de 2008

138. EL VALOR DE LA ANTIGÜEDAD EN LA EMPRESA

Uno de los temas que más me impresionan cuando reflexiono sobre la gestión de personas en las organizaciones es el cambio en la percepción del concepto antigüedad en la empresa.

Durante muchos y hasta hace no tantos años, en muchas empresas la compensación y el reconocimiento de las personas estaba condicionado algo por la valía pero más que por esta, por la antigüedad, que era sin duda el mayor mérito, a veces incluso superior a la capacidad para generar resultados.

La promoción para pasar de una a otra categoría, en los niveles más bajos, por la aplicación de leyes laborales, convenios colectivos, o simple normativa interna o dependía exclusivamente de la permanencia en la empresa por dos tres o cinco años. En los niveles superiores, en los que los nombramientos eran fruto de la libre decisión de lo órganos de dirección, los jóvenes ingenieros o titulados universitarios entraban ya en puestos de mando, pero para acceder a posiciones de mayor responsabilidad debían acumular una, nunca especificada, antigüedad.

Por otro lado, en la compensación de las personas, estaba establecido el concepto “antigüedad”, en la que cada trienio o cuatrienio tenía el correspondiente valor económico y que, en algunos casos suponía sumas significativas para el presupuesto de las familias.

Y, evidentemente, a los jóvenes se les decía: “tienes que esperar, no tengas prisa, todo llegará”. Mientras se les pagaba en dinero bastante menos de lo que hubiera sido equitativo, por sus resultados, en relación con muchas otras personas de la plantilla.

Por supuesto, pensar en cambios para esta situación era, además de muy complicado, posiblemente innecesario para la empresa y para la satisfacción del conjunto de la plantilla.

En consecuencia, los jóvenes más inquietos, cuando podían, que no era fácil, se marchaban a otra empresa en las, que ya de entrada, obtenían retribuciones acordes con su valía y que eran, más de dos y tres veces, superiores en un 40, 50 y hasta 70 % a lo que recibían en su anterior ocupación.

En la base del valor de la antigüedad estaba una idea, “la empresa vivirá siempre y si eres una buen empleado tendrás un trabajo de por vida”.

Hoy, afortunadamente, las empresas no pueden comprometerse a ofrecer trabajos de por vida, los jóvenes inquietos pueden marcharse con su cabeza a otras partes y la ley de oferta y demanda de aplica.

Es evidente que si el joven profesional vale lo suficiente y se prepara bien, dado que sus resultados son siempre bastante mejores que los del resto y es cada vez mayor la necesidad y la escasez de talento, ya no tiene que “tener antigüedad”, sino demostrar que consigue resultados y puede pedir lo eso tiene precio.

Por eso, si no se cobra lo que uno merece por su contribución a los resultados, lo mejor que puede hacer es no perder el tiempo en quejarse y gastar el esfuerzo en buscar otra cosa y marcharse con los bártulos a otra parte.
















jueves, 14 de febrero de 2008

137. OLGA ROIG DE VILLA - GÓMEZ

El día 6 de febrero de 2008, Doña Olga Roig de Villa – Gómez ha dejado su cuerpo en La Paz y ha volado al Cielo en busca de Guido, su marido y de Edmundo, fruto digno de su gran amor.

Hoy, al conocer la noticia, mi cabeza se ha llenado de sus múltiples presencias y mi corazón llora, sin posible consuelo la gran pérdida.

Agitado del todo, recuerdo un precioso poema, escrito para ella por su esposo Guido Villa – Gómez Loma y me atrevo, en homenaje a los dos y muestra de mi admirado afecto, a reproducirlo entero:


Tus ojos

Tus ojos – áureas gotas derretidas
En los crisoles mágicos del sueño –
Me fingen sus miradas...Y me adueño
de ilusiones galantes y atrevidas.

Te miro. Pero están como dormidas
las luces de tus ojos. Y me empeño
por descubrir el misterioso ensueño
de tus hondas pupilas abstraídas.

Tus ojos, en su fuga alucinada,
¿retornan al paisaje del recuerdo
o avanzan sobre el tiempo no venido?

Presiento lo que mira tu mirada:
Mira mi sombra... Y ve que ya me pierdo
En los bosques nocturnos del olvido


Doña Olga Roig de Villa - Gómez, mujer capaz, culta y hermosa, esposa entregada, madre única y amiga fiel, ha sido y será siempre para mí y para los míos la mamá querida de mi familia boliviana.

Desde aquí expreso al mundo el dolor que hoy todos los suyos compartimos

miércoles, 13 de febrero de 2008

136. PROSPECTIVA

Desde los años 60 del siglo XX , con mayor o menor frecuencia, busco, encuentro y leo con mayor detalle estudios de prospectiva.

La Prospectiva se enmarca en el principio de que, más allá del hoy, nada está escrito y que es posible y esta ciencia lo hace, diseñar escenarios alternativos del futuro y elegir los caminos que pueden hacer realidad los escenarios que nos sean preferidos.

Me asombra la cantidad de fe que derrocha, la mía también, el alma humana en el ansia de conocer “el destino”, y creer luego en otro nuevo cuando el anterior queda perdido con las ilusiones del ayer.

Creo, por otra parte, que si muchos de los buenos especialistas en prospectiva que conozco o a los que he leído, tuvieran que acertar en sus predicciones en la misma proporción que lo hacen los buenos videntes, con el futuro de la salud, el amor o el dinero de sus clientes, cuando ven el mañana en las manos, en tazas de café, en las hojas de coca o en la posición de las estrellas, aún usando, además de sus poderosos ordenadores, las herramientas mágicas de los augures serios, es casi seguro que podrían comer solo algunos días y cenar algunos menos.

Pero, ¿Por qué escribo esto?. La razón es sencilla.

Veo en todas partes, en la corteza de los árboles, en las grietas de las rocas, en el movimiento de las nubes, en pensamiento de los hombres, en los datos que aporta la red y hasta en las páginas de los periódicos, vientos de cambio, de enormes, acaso desconcertantes y sin duda alguna, poco previsibles cambios.

Me gustaría mucho tener un, aunque no fuera demasiado bueno, pequeño mapa, para orientarme mejor y perderme menos veces , mientras hago el camino. Por eso, sigo leyendo prospectiva, pensando en posibles mañanas y, de cuando en cuando, preguntando a mis amigos, que son a veces, buenos adivinos.

martes, 12 de febrero de 2008

135. DENTRO DE LO CASI MACABRO, MUY BIEN

En las últimas semanas he tenido que acompañar a familiares próximos hasta su último lugar de descanso y, como a veces sucede, cuando visitas un lugar recuerdas otras veces que has estado en el mismo o en sitios similares, en este caso, cementerios.

Y hoy, dentro de lo casi macabro, estoy contento porque tengo algo muy positivo que contar.

En el cementerio de Majadahonda, España, trabajan los enterradores más eficientes y profesionales que he visto en decenas de visitas a cementerios de cuatro continentes.

Son los mejores, los más eficientes, los más cuidadosos, los más atentos, los mejor vestidos y los más profesionales de cuantos he visto trabajar, en necrópolis, nuevas y viejas de diversos paises y religiones.

Nada de movimientos cansinos, nada de actitudes aburridas, nada de movimientos innecesarios, nada de gestos de impaciencia, nada de prisas. Ninguna indiferencia ante el muerto, respeto profundo al dolor de los deudos y cuidado, lleno de respeto, con las tumbas vecinas.
En resumen, auténtica profesionalidad, una magnífica atención al cliente y una excelente calidad de servicio.

Es evidente que un buen trabajo se reconoce y aprecia en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, por ello, la profesionalidad de los sepultureros de Majadahonda merece hoy la expresión de mi aprecio y el agradecimiento que, sin decirlo expresamente, estoy seguro, mucha gente siente hacia ellos.

Estoy seguro, además, de que la profesionalidad de los sepultureros es, en parte, manifestación de la capacidad de gestión de los responsables del Cementerio. A ellos pues, también mi agradecimiento y felicitación.



jueves, 7 de febrero de 2008

134. REFLEXIONES SOBRE LO OBVIO

En estos días difíciles en los que hemos vivido la muerte en la familia he tenido no poco tiempo para reflexionar sobre lo obvio.


La muerte, para quien muere, puede ser final, si es su karma, disolución en el mar de la vida o tiempo de descanso antes de volver a la vida. No lo sabemos y, probablemente, cuando llega ese momento, tampoco importe en demasía.


La vida es continuidad de la vida, participación por azar en la vida y contribución, también en el azar, a la prolongación de la vida. Es inmensa, por tan improbable, la fortuna de haber llegado a la vida.

Somos, soy, resultado de millones de carreras, a lo largo de milenios, en las que compitiendo a muerte, cientos de miles de espermatozoides, una y otra vez, uno, el mío, venció en el concurso apasionante en el que el premio, uno solo, era la vida. Y las multitudes de óvulos, soñando infinitas esperas que solo algunos, muy pocos, el mío, los nuestros, participaron con éxito en la continuidad de la vida.

Es tan raro ganar el premio, tener parte en la cadena de éxitos que supone llegar a la vida, vivir un rato y participar en la prolongación de la vida que, pienso, deberíamos estar felices por el solo hecho de haber nacido.

Cada día pienso más en la lógica de tener en la memoria hasta mucho más allá de cuanto esta alcanza, la presencia de los antepasados, autores en el azar, de mi, de nuestro propio paso por la vida,

¡Me gustaría, a todos nos gustaría, saber y sentir, sin dolor ni añoranza, las vidas de mis, de nuestros exitosos ancestros! ¡Me gustaría tanto tener el pasado delante de los ojos, como inmensa y muy llena fuente de saber y amor reconocido, y no en la espalda, como lo tengo, lo tenemos, por ya ido!

















viernes, 1 de febrero de 2008

133. MARÍA VICTORIA GUTIÉRREZ

La madre de mi mujer, mi suegra durante treinta y tres años, ha muerto.
Ha sido, a lo largo de sus 84 años, una mujer muy fuerte, entregada a lo que era para ella el deber.
No ha dejado un momento de dar cuanto ha podido y no ha parado de exigir, primero a sí misma, y, luego, a todos sus próximos, siempre más.
En el camino de su vida ha disfrutado de pocos descansos, ha esquivado la banalidad y ha guerreado, sin pausa alguna, en la búsqueda de lo mejor.
Segura y firme en sus criterios, ha sido siempre libre, hasta el extremo, en la expresión de sus pensamientos.
Rodeada de los suyos, muy cansada, libre del todo, dando y recibiendo amor, la noche del 27 al 28 de enero, se entregó a Dios.
Sean estas palabras expresión, además del agradecimiento y el afecto que me han unido a ella, manifestación de la pena que, como todos los suyos, hoy siento.