miércoles, 30 de junio de 2010

329. HUELGA EN EL METRO DE MADRID



Leo en la prensa: “Dos millones de viajeros se verán hoy afectados por la tercera jornada de huelga en el Metro de Madrid, que se inició hoy sin servicio en toda la red del suburbano. Ayer representantes de sus 7.500 trabajadores decidieron en asamblea no respetar hoy los servicios mínimos decretados”.


Me hago dos preguntas: La primera es ¿tiene una solución “razonable” la huelga? y la segunda, ¿estamos ante el comienzo de lo que será la tensión social en España durante los próximos meses?

A la primera mi respuesta es sí, sea el que sea el motivo de la huelga, siempre es posible encontrar, antes de que se encone demasiado, una solución razonable. Sin embargo, si se extiende demasiado en el tiempo las vías de solución son cada vez más difíciles y cuando, de una manera u otra, termina la huelga, deja heridas que, antes o después, generan más víctimas, mucho dolor y graves resquemores siempre. Por tanto, es mejor una solución razonable que una victoria de cualquiera de las partes.


En cuanto a la segunda parte, mi respuesta es: probablemente sí. La sociedad se está empobreciendo, no ve caminos de solución y, ante una desesperanza cada vez más profunda, es humano, se está radicalizando para exigir a “los otros” un imposible retorno a la prosperidad.


Para que la tensión social no suba de grado es absolutamente imprescindible que la sociedad vea “salidas” y estas tienen que aportarlas “los otros”, los que tienen “técnicamente” los recursos y la capacidad de decisión, es decir, los gobiernos, los empresarios, los sindicatos y los medios de comunicación.

Tan solo con un gran pacto nacional, cediendo todos muchísimo, será posible evitar que los conflictos sociales que inexorablemente viviremos los próximos meses se mantengan en una dimensión razonable.

Si la tensión social crece y sigue desarrollando sus propias sinergias, compartiremos todas sus muy malas consecuencias

martes, 22 de junio de 2010

328.PESE A TODO, AÚN EN LAS PEORES CIRCUNSTANCIAS, TENEMOS QUE IMAGINAR, VENDER Y TRABAJAR



Las cartas son de quien las recibe, por ello, puedo reproducir algunos fragmentos de una, muy especial, que he recibido en estos días. Dice aproximadamente así:


“Estimado José Luís: Estaba reflexionando ahora, tomando un café en la terraza, escuchando el canto de un pájaro que anuncia el verano, aunque no sé con exactitud lo que me quiere decir y sin estar seguro de que quiera decirme algo, he pensado compartir contigo lo que creo que me está diciendo porque tu seguro que entiendes la lengua de los pájaros, y puedas ayudarme a entender lo que este me está inspirando.

Y este verano ¿qué? Nada, nos iremos de vacaciones, tan felices. ¿Y después del verano?: Nada. Llegará la Navidad y vendrán los Reyes, estaremos en 2011 y Nada.

Repasando fugazmente últimos meses, veo la actividad en febrero, un poco agobiado, estaba terminando un proyecto y terminando, rápido el otro, porque la llegada de proyectos nuevos e importantes, tu los conoces, era inminente En Marzo, tuve dudas pero acepté pequeños trabajos mientras llegaban , los grandes proyectos. Incluso estuve a punto de contratar a varias personas para ir adelantando el trabajo y poder así concentrarme en el corazón de cada tema. En abril, misma situación, en mayo más de lo mismo, es decir todo parado. Estamos en junio y tenemos que preparar las maletas para irnos de “vacaciones”, que parece van a ser largas.

Sigo con un optimismo que creo no coincide con la realidad, y mi pregunta es la siguiente: ¿tiene que coincidir?

Un abrazo”

El texto, tremendo, es una muestra de la realidad que están, que estamos viviendo, en España y en otros lugares del mundo, los profesionales independientes que trabajan en el asesoramiento a empresas, los empresarios pequeños y no tan pequeños, los estudiantes que egresan de las universidades y los jóvenes que, bien preparados, culminan sus estudios de postgrado. El la realidad que ahora muchos venimos a compartir con miles, millones de personas, poco o muy cualificadas, que han perdido sus trabajos en los últimos años y ven que sus posibilidades de conseguir trabajo y generar ingresos, cuando estos son más necesarios, se aleja cada día que pasa.

Y, sin embargo, a pesar de todo, es necesario conseguir trabajo, prestar servicios, ganar dinero. No hace falta decir que, cuando aprieta la necesidad, cuando hay hambre, y cada persona tiene, para los suyos, su propio umbral del hambre, todos los medios, incluidos los peores, para conseguir comida entran en la valoración de lo posible.

Pero, ¿Qué hacer que no haya hecho ya? ¿Qué hacer antes de caer en la locura? ¿Qué hacer antes de que deje de poder hacer nada?

He pensado mucho en estas cosas y, en los últimos meses, creo que las vías de actuación posible para los profesionales independientes y para las empresas pequeñas pasan por el embudo de imaginar primero y poner en acción después, nuevas maneras de generar clientes y nuevas maneras de trabajar el escenario, para todos, incluidos los más duchos, poco explorado, escenario de la globalidad.

Creo, además, que en el diseño de “lo nuevo”, es imprescindible recordar y tener muy presentes algunas cuestiones obvias que, por su tremenda importancia, incluyo a continuación.

El mundo es grande y cada persona, incluso las que más saben, conoce solamente las parcelas en las que viven y en las que trabajan. Sin embargo, si se reúnen los conocimientos de profesionales y de organizaciones de diferentes entornos, todos pueden acceder y transitar por territorios antes desconocidos. Por ello, las oportunidades para captar conocimientos se encuentran en la capacidad de las personas y de los grupos para establecer contactos eficientes con otras de otros entornos.

La globalidad ha supuesto la puesta en valor de lo próximo Cuanto mayor es el conocimiento de lo lejano más valoran las personas y los grupos sociales las propias singularidades y que diferencian “lo nuestro” de lo extraño que es, de hecho, una barrera de entrada, que tan solo puede ser abierta desde dentro, los ajenos, sin apoyo interno, no pueden entrar. Por tanto, si alguien quiere entrar en un entorno distinto del propio requiere el apoyo de alguien que, desde dentro, le abra la puerta, para que pueda entrar,

La riqueza, en sus muy distintas formas, se encuentra repartida por todo el mundo, el conocimiento se ha democratizado y está al alcance de quien quiere obtenerlo, las técnicas y herramientas en todas las artes se han hecho comunes en todos los entornos. Sin embargo, en cada lugar tienen distinto valor y son utilizadas de formas diferentes que cambian en el tiempo y en función de circunstancias. Ello implica que aunque se tenga o se sepa algo en un tiempo o en un lugar, para que sea efectivo en otro lugar o en otro tiempo, ha de ser adaptado y ajustado a este, efectividad que puede ser luego menor, igual o mucho mayor de lo que pudo se en el origen. Por tanto, para operar bien en cualquier lugar es imprescindible la cooperación entre quien está dentro y de quien ofrece lo distinto y diferencial.

Finalmente, para conseguir resultados de otras personas no se puede nunca olvidar que la primera regla es que todas las partes tengan mucho a ganar y que sabiendo esto, tampoco hay que olvidar que nadie, si no ve las cosas claras, está dispuesto a arriesgar.

En lo concreto ya, pienso que para encontrar clientes, trabajar, ganar dinero y mantener el futuro abierto, hay que hacer muy pocas cosas, todas muy sencillas de explicar y nada fáciles de realizar, son:
Tomar conciencia de la propia realidad
Analizar otros entornos

Sistematizar el abanico de lo que en unos u otros lugares se puede aportar

Captar socios potenciales para proyectos definidos, lo más sencillos posible y sin problemas para cobrar.

Trabajar con estos la oportunidad local y abrir el camino a la global.

Dejar que ellos dirijan y trabajar duro el mercado local

No querer ganar más de lo que es, en el entorno local, normal.

Antes de que cada proyecto termine, con el acuerdo del socio local, buscar otro proyecto, en el mismo o en otro lugar.

Recordar siempre que todos tienen que ganar.

Trabajar, trabajar y trabajar.

En resumen, si no queremos tener unas vacaciones eternas, por la cuenta que nos tiene, no hay otro remedio que salir fuera y, manteniendo el optimismo, con un susto de muerte, avanzar.

jueves, 17 de junio de 2010

327. SOBRE LA REFORMA LABORAL DEL GOBIERNO SOCIALISTA


Ayer conocimos el texto del Decreto que el Sr. Rodríguez Zapatero presentará en el Congreso de los Diputados la próxima semana. Lo he leído despacio y me ha causado estupor.
No entiendo cómo un gobierno europeo, ante un cambio necesario, es capaz de presentar a los diputados de su partido, de la oposición, a los sindicatos, a los empresarios y a todos los ciudadanos la propuesta de una reforma que sin solucionar problema alguno, irrita a todos.
El único cambio real que aparece en el texto es la reducción en la práctica de la indemnización por despido de cuarenta y cinco a treinta y tres días por año.

Se sigue con los sindicatos inmersos en el modelo franquista de negociación colectiva, se mantienen las trabas en la contratación de personal, la rescisión de contratos cambia nada y tendremos, como ahora, la misma presencia de la Administración para reducir la fluidez en las relaciones laborales requerida para una gestión empresarial adaptada al mercado global.
Estoy seguro de que todos los expertos, incluidos los socialistas, están tan espantados como yo al contemplar, una vez más, la ausencia de capacidad y buen hacer del actual gobierno español.

Acaso en las Cortes se produzca el milagro de convertir el agua en buen vino. Aunque, para bien o para mal, creo poco en los milagros.

miércoles, 16 de junio de 2010

326. SOBRE LA REFORMA LABORAL



Acaso porque he dedicado muchos años a la gestión primero y luego a la consultoría en recursos humanos, me preguntan con frecuencia qué pienso sobre la reforma laboral. Dedicaré esta entrada del blog a resumir los puntos que considero más importantes y el cómo creo que deberían tratarse por los legisladores.

Aunque lo mejor es enemigo de lo posible, para que la nueva normativa laboral tenga utilidad hacia el futuro, no genere problemas importantes y pueda mantenerse en el tiempo, debería:

1. Ser muy clara, con el menor grado de interpretación posible

2. Ser equilibrada, en el sentido de ofrecer un marco de relaciones laborales en el que los empleadores puedan contratar, mantener, gestionar y despedir personas con costes competitivos; los empleados tengan razonables niveles de oportunidad, seguridad y protección en su actividad normal y ante situaciones adversas; asegure un papel de influencia sensato a los sindicatos y a las organizaciones empresariales; limite y regule el poder de las autoridades laborales y el papel de los jueces.

3. Ser globalmente aceptada por los partidos políticos, los agentes sociales y el conjunto de la sociedad.

Evidentemente, como lo anterior es imposible, hay que conformarse con una reforma que asegure tan solo algunos mínimos, que en mi opinión, son los siguientes:

Para los empleadores:

1. Que existan fórmulas jurídicas, contratos, adecuadas a las necesidades de las empresas y de los autónomos: Contratos temporales, creo que con duraciones no superiores a dos años, en función de los requerimientos de la actividad del negocio; contratos de obra o servicios, con la duración de las obras o los servicios, que deben ser reales; y contratos indefinidos, para personas que van a trabajar de forma continuada en el futuro de la empresa. Todos estos contratos deben ser además, flexibles en cuanto a la duración de la jornada y a la distribución de la misma lo largo del año.

2. Que se asegure la adecuación de las personas a la organización, en el sentido de que tanto el empleador pueda disponer de un tiempo, de período de prueba antes de hacer “fijo”, en la temporalidad, la obra o el contrato indefinido, al empleado. Mi opinión es que un año es el tiempo correcto.

3. En la formalidad de la contratación, los trámites deberían ser muy sencillos, debería bastar con el alta en la seguridad social.

4. En cuanto a las retribuciones, entiendo que, a partir del salario mínimo, debería dejarse libertad a las partes, cada empresa debe poder negociar, dentro de la Ley, con sus empleados, las condiciones de trabajo y, por supuesto, las retribuciones. Esta negociación puede ser colectiva, con los representantes de los trabajadores (miembros o no de los sindicatos), o individual, como es el caso del personal “excluido de convenio”.

5. En cuanto a la rescisión de los contratos, entiendo que debe ser absolutamente libre, al igual que para el empleado, para el empleador, siempre que se compense de forma adecuada a la persona cuyo contrato es rescindido.

Entiendo que las indemnizaciones deberían ser; para quienes actualmente tienen un contrato indefinido, los cuarenta y cinco días vigentes; para los contratos temporales y para los de obra o servicio dos días y medio por cada mes a partir del segundo, hasta el final del contrato. Para los contratos indefinidos, creo que las indemnizaciones deberían ser similares a las anteriores.

Todas estas indemnizaciones podrían elevarse por el acuerdo entre las partes en todos los niveles de las organizaciones, al igual que hoy se pactan en los contratos de alta dirección.
6. En cuanto a las indemnizaciones, creo que sería muy importante introducir legalmente obligación de provisionar anualmente las cuantías de las indemnizaciones generadas en el año por todos los empleados (excluyendo los que ahora tienen ahora los cuarenta y cinco días de indemnización), sin perjuicio de pagar a cada uno de ellos lo que hubiera generado, en el momento de rescindir, por cualquier causa, su contrato con la empresa. Las indemnizaciones, a efectos de seguridad social y de fiscalidad, seguirían teniendo el tratamiento que actualmente tienen.

7. Las empresas tienen la posibilidad de hacerse más o menos atractivas para atraer y mantener el talento en función de las garantías que puedan ofrecer a su poersonal.

Para los empleados:

1. Tener la posibilidad de optar a contratos temporales, de obra o servicios o indefinidos, con jornadas que a cada uno puedan convenir, todos perfectamente claros y equilibrados en cuanto a derechos y obligaciones.

2. Saber que la rescisión de su contrato de trabajo siempre tiene indemnización y que esta está asegurada, sin necesidad de “tener que ser despedido”, cuando cambie de empleador.

3. Mantienen e incrementan su libertad para cambiar de empresa y de progresar en un mercado cada vez más competitivo.

Para los sindicatos y las organizaciones empresariales:

1. Asegurar su supervivencia, convertirse en auténticos representantes de los trabajadores y prestar a sus afiliados servicios acordes con sus necesidades e intereses.

2. Salir del entorno político y convertirse, de verdad, en agentes sociales.

Para la sociedad:

1. Disponer de una legislación laboral que haga posible a las empresas españolas competir en un mercado global, cada vez más difícil.

2. Incrementar la generación de puestos de trabajo, la preparación, la iniciativa y la seguridad y el bienestar de las personas y de la sociedad.



jueves, 10 de junio de 2010

325. LA FÁBRICA DE HOCES


Aún tengo presente el ejemplo de la fábrica de hoces que usaba en sus clases, allá en la mitad de los años sesenta del siglo pasado, el maestro Juan Martín de Nicolás, para explicar la obsolescencia de los productos y la necesidad de las organizaciones, para evitar su muerte, de innovar para adaptarse el cambio.

Para facilitar la comprensión del ejemplo, porque hoy la mayor parte de las personas, desconoce lo que es, diré que la hoz era un instrumento que servía para segar mieses y hierbas, estaba compuesto de una hoja acerada, curva, con dientes muy agudos y cortantes o con filo por la parte cóncava, afianzada en un mango de madera.

Pues bien, en un pueblo manchego, en la provincia de Ciudad Real, existía desde siempre una fábrica de hoces que era abastecía de estos instrumentos a todos los segadores de la zona y que incluso exportaba gran parte de su producción a mercados muy lejanos. La fábrica, cuidaba la calidad de sus productos y, habiendo alcanzado, dentro de lo humano, la perfección, había evitado rigurosamente realizar cambio alguno desde tiempo inmemorial.

Relataba Juan Martín de Nicolás que el dueño de la empresa estaba muy orgulloso de las hoces que fabricaba, aseguraba que eran las mejores del mundo y que su obligación, al igual que la de sus hijos, era seguir haciendo lo mismo en el futuro.

Creía tanto en la bondad de sus hoces y en la utilidad de las mismas que aunque las máquinas comenzaban a sustituir la labor de los segadores, las hoces seguirían teniendo demanda en el mercado.

La fábrica de hoces, la mejor fábrica de hoces, llena de todos los premios por su labor durante décadas, desapareció antes de la llegada de 1970.
Una vez terminaba Juan Martín de Nicolás de explicar el caso, luego de un silencio, el maestro nos formulaba la siguiente pregunta: ¿Podían haber hecho algo los dueños de la fábrica de hoces para evitar la muerte de la empresa?

Aunque ahora carece de sentido explicar ahora las respuestas que hace casi cincuenta años dábamos los alumnos a la pregunta del discípulo predilecto de Peter F. Drucker, creo la pregunta de Juan Martín de Nicolás sigue siendo válida para muchas personas que dirigen hoy organizaciones que fueron importantes y que habiéndolo hecho muy bien en el pasado corren el mismo riesgo que en 1960 corría la fábrica de hoces.
Dos ejemplos: Los directivos de los sindicatos españoles ¿pueden hacer algo para evitar su desaparición?, Los directivos de la Iglesia Católica ¿pueden hacer algo para evitar que lo que era universal se convierta en marginal?