jueves, 30 de septiembre de 2010

341. RESULTADOS DE LA HUELGA GENERAL DEL DÍA 29 DE SEPTIEMBRE DE 2010

En la huelga general del día de ayer, del 29 de septiembre de 2010, si escuchamos las versiones de los propios sindicalistas, de los miembros del gobierno y de los políticos de todos los partidos, todos resultaron ganadores.



Los sindicatos ganaron porque, según ellos, paralizaron el país y el Gobierno está ahora obligado a rectificar.



El gobierno ganó porque la huelga, además de tener un alcance tan limitado que no necesita ni volver a replantearse las medidas que provocaron la huelga, ha contribuido a mostrar, una vez más, el talante social del gobierno y su bondadoso respeto a los sindicatos.



Para los políticos de la oposición la huelga ha sido una expresión más de la fatal política del gobierno y un paso adelante en el camino que lleva a este a la derrota en las próximas elecciones y a aquellos a ocupar el ansiado poder.



Sin embargo, esta huelga, al igual que la mayor parte de las huelgas, carece de ganadores, todos y especialmente quienes piensan o dicen que han ganado somos perdedores:



Los sindicatos porque además de no haber conseguido el propósito de la huelga, han facilitado que los ciudadanos descubran su notable y progresiva debilidad, incluso han incrementado la animadversión que existe hacia ellos en grandes sectores de la sociedad, animadversión que va a facilitar las medidas que contra el poder sindical, se van a producir en los próximos años.



El gobierno ha perdido porque sus grandes aliados durante los últimos años han pasado a ser sus más claros enemigos, ha demostrado la debilidad del apoyo que cuenta en la sociedad y el deterioro económico que ha generado la huelga es un problema adicional para las finanzas públicas y la recuperación social.



El principal partido de la oposición ha puesto de manifiesto las diferencias radicales que existen en su seno a la hora de plantear la oposición al gobierno, las relaciones con los sindicatos y la forma de gobernar. Es muy posible que, como subproducto de la huelga, se produzca una nueva batalla interna entre las actitudes de carácter liberal de una parte del partido, las posturas próximas a la socialdemocracia de algunos y la cúspide actual del partido, que lleva largo tiempo y le agrada, el dejar estar, decir y evitar hacer.



El resto de los partidos también quedan tocados: Unos por colaborar con un gobierno deteriorado que, hasta sus propios votantes, lo hace mal, otros porque deseando hacerlo, saben que si ahora lo hicieran perderían apoyo popular.



Los empresarios, los grandes y los pequeños, sobre todo los pequeños, han perdido todos o parte de sus ingresos el día 29 de septiembre sino que sus ventas se verán afectadas por el dinero que no van a poder gastar sus clientes en el próximo mes y en los siguientes.



Los activistas de los piquetes de huelga, todos, hicieron un esfuerzo, corrieron riesgos y, es seguro que muchos lo pasaron bastante mal. Para colmo, algunos recibieron algunos sopapos, otros han ido al hospital y puede unas decenas, dentro de unos meses, carguen con una condena de un juzgado penal.



Los ciudadanos que fueron informados o coaccionados por los piquetes de huelga es claro que el día de ayer no es uno de los que, por bueno, van a recordar.



Los ciudadanos que, de grado o por la fuerza, ayer no acudieron a trabajar sufrirán el descuento de un día de salario y de cotización a la seguridad social.



Y, los españoles todos, en la mala etapa que estamos viviendo, hemos conseguido que los inversores y los clientes que están en el extranjero tengan un nuevo motivo para desconfiar, no invertir y no comprar.



Pues bien, en la huelga de ayer, 29 de septiembre de 2010 nadie ha ganado, todos hemos perdido mucho, sin fruto y sin necesidad.



Ahora solo nos queda esperar que alguno de los habiendo perdido creen o piensan que han ganado, no intenten y consigan aprovechar la mala experiencia de la huelga general del día 29 de septiembre para embarcarnos a todos en una dura escalada de tensión social.

lunes, 27 de septiembre de 2010

340. DE LAS HUELGAS





Creo que uno de los mejores termómetros para medir la satisfacción que tiene consigo misma una sociedad es el número de huelgas y la incidencia que estas tienen en la vida diaria de los ciudadanos.


La razón es sencilla, la huelga es, en principio, el recurso extremo de los trabajadores que, también en principio, son la mayor parte de los ciudadanos, para defenderse de las exigencias de los empresarios a los que venden, a cambio de un dinero, un trabajo realizado en unas condiciones pactadas o, al menos, asumidas por ambas partes. Cuando el dinero y las condiciones de trabajo se perciben por ambas partes como equilibradas no se producen huelgas, pero cuando el desequilibrio es patente, las huelgas se hacen omnipresentes.



En España, al igual que en todos los países que gozan de sistemas políticos democráticos, hemos vivido períodos de magnífica paz social alterados con algunas huelgas y épocas en las que las huelgas han sido constantes y en las que la paz social se percibía como un imposible.



Durante los últimos quince años nuestra sociedad ha vivido, aunque con algunos sobresaltos, una larga etapa de prosperidad, ilusión colectiva y paz social, que ha hecho casi desaparecer la figura de la huelga en el consciente colectivo. Esto es de tal manera así que, incluso en los malos años que estamos viviendo, apenas se han producido huelgas y hoy viven en España multitud de personas que, por edad, desconocen la experiencia de ir a la huelga o padecer los terribles efectos que tienen las huelgas en la sociedad.



Por ello, como llamada al recuerdo de quienes sí han padecido huelgas y de enseñanza para quienes aún no las han vivido, quiero hoy sacar a la luz algunos de los males que aparecen y se mantienen luego en las huelgas.



En primer término, recordar que la huelga es una confrontación en la que una parte, los huelguistas, tratan de hacer daño a los empresarios (en las huelgas políticas aunque sean ataques a los gobiernos, también se hace daño a los empresarios), para que estos, al no tener quien trabaje, pierdan dinero.



Si bien, en eso de perder dinero, en no pocos casos quien más sufre son las personas que voluntaria o involuntariamente hacen la huelga, ya que dejan de percibir la retribución de los días que dura la huelga y, para colmo, incluso cuando los huelguistas “ganan la huelga”, la pérdida económica no es cubierta por las ganancias obtenidas.



En el caso de la huelga general del 29 de septiembre, las personas que, de grado o por la fuerza, no trabajen ese día, perderán sin posibilidad alguna de recuperar nada, 80. 90, 150 o más euros, cantidades que aunque puedan no ser importantes para unos si lo son y mucho para quienes ganan menos.



Aún recuerdo con enorme dolor huelgas de larga duración en las que estuve presente en los años setenta y ochenta del siglo pasado, cuando a las familias de los huelguistas les faltaba dinero para cubrir sus necesidades básicas y luego de terminada la huelga tardaban muchos meses hasta que conseguían pagar las deudas contraídas para poder vivir durante la huelga.



Las empresas que van bien, el día 29 perderán la producción y gran parte de las ventas de ese día y las que van mal, hasta es posible que aunque dejen de producir o de vender, pierdan menos dinero gracias a no tener que pagar los salarios de los empleados en huelga.



No dejo de recordar una huelga maldita hace muchos años, en la que los trabajadores lo pasaron muy mal y la empresa, en una etapa de vacas flacas, aprovechó la ocasión para vaciar los almacenes de excedentes y hacer unos resultados en el ejercicio que hubieran sido imposibles si se hubieran pagado los salarios del personal durante los meses que duró la huelga.



Pero no son esos los mayores males de las huelgas. Lo peor de las huelgas es el nacimiento de enemistades que duran siempre entre los trabajadores, la animadversión a largo plazo entre personas que o destacan o simplemente participan en el paro y los empresarios o mandos de la empresa afectada por la huelga, las heridas que quedan en el corazón de las personas y que, en muchos casos, rompen para siempre carreras laborales que pudieron ser valiosas.



Lo peor de las huelgas no es que un piquete informativo rompa las lunas de un autobús o que informe a tortas a un presunto esquirol para que no entre a trabajar. Lo peor de las huelgas es que unas personas use la violencia contra otras personas o que alguien tenga que acudir a curarse a un hospital, lo peor de todo es que alguien, a favor o en contra de la huelga, pierda para siempre el respeto de los demás, ya sea porque se le ha visto usando la violencia, ya sea porque, como mando o como empresario, en situaciones límite, no se han sabido comportar.



El miércoles 29 tendremos la huelga general que han convocado UGT Y CCOO, no se si contra el gobierno, los empresarios o contra quien, Siento mucho que se celebre esta huelga y pido al cielo que el tiempo que viene no nos traiga más de este terrible mal.

jueves, 23 de septiembre de 2010

339. SECRETOS DE FAMILIA


Las familias, casi todas las familias, han guardados para sí, a lo largo de los años sus secretos, los llamados secretos de familia.


Entrar en el conocimiento de los secretos de una familia, tradicionalmente significaba que no solo la persona había entrado formalmente en la familia sino que era ya un miembro del núcleo de esa familia. Tan solo quienes pertenecían a ese núcleo tenía acceso a los secretos familiares.


Evidentemente, los secretos familiares en todas las familias, siempre han estado relacionados con hechos inmorales e incluso ilegales, relativos a la honra de alguno de los miembros de la familia y, por extensión, a toda la familia.


Amores prohibidos, hijos habidos de relaciones incestuosas, desiguales, de fornicaciones ocasionales o simplemente extramatrimoniales eran temas tabú que tan solo en edad adulta y con mucho secreto eran transmitidos a los adultos de la familia.


Al igual que las estafas, los robos, la usura, de los padres, abuelos o bisabuelos, sobre todo cuando estaban en la base del estatus social o el bienestar familiar, también eran objeto de secreto en las familias.


Y también los parricidios, infanticidios, uxoricidios y casi todos los homicidios se ocultaban dentro de las memorias de la familia como los cofres vivos llenos de amarguras y dolores familiares.


Las enfermedades y las taras físicas o psicológicas habidas en las últimas generaciones, las causas nunca mencionadas de muertes familiares, la maldad de la abuela, los vicios del abuelo, la crueldad de algunos y la estupidez de otros, eran también objeto de secretos familiares, como eran en muchos casos el origen racial, la posición social o la religión de alguno de los antecesores.


Bien es verdad que todos los secretos familiares tenían auténtico valor durante tres generaciones, cuando pertenecían a la vida de los bisabuelos comenzaban a diluirse y poco a poco quedaban en el olvido de la memoria familiar donde, como mucho, eran meros sucedidos sin incidencia en la vida de las personas.


Los secretos familiares han sido siempre fardos muy pesados cargando sobre las espaldas de quienes, por saberlos, han temido por su honra, la de sus hijos o la de su familia. Una carga terrible que ha amargado la vida, especialmente a las mujeres, a muchos hombres y a jóvenes de ambos sexos de muchísimas familias.


Hoy, afortunadamente, la sociedad es más permisiva y ya no entran en la categoría de secretos familiares temas de amores y desamores, tiene poca importancia el origen de los bienes y la procedencia social de la familia, pero, para mal, todavía existen demasiados secretos de familia.


Por el dolor que generan a las personas y porque aún se dejan como herencia maldita a los jóvenes de las familias, pienso que es importante que en las familias que se guardan secretos se abran las ventanas y dejen que salgan a la luz y marchen con el aíre los secretos familiares.


No hay secretos familiares que valgan una pizca de amargura a los hijos o los nietos de quienes hicieron, bien o mal, cosas que a fin de cuentas hicieron y sufrieron ellos.


¿Tiene alguna importancia que el abuelo fuera rico, que la abuela fuera pobre, que el abuelo fuera tonto o la abuela una lista?


¿Importa algo que el abuelo asaltase caminos o que la abuela fuera una usurera?


¿Podemos hacer algo para dar la vida al hombre que mató el abuelo o resucitar al primer marido que murió porque la abuela, loca de celos le tiró a un precipicio?


Y, a fin de cuentas, ¿no es mejor haber tenido un abuelo cura y la abuela una golfa asaltacamas que no haber nacido porque el cura no pecaba y la joven que pudo ser mi abuela nunca se levantó la falda?


En resumen, creo que lo mejor para las familias es que no existan los secretos de familia y si existen y quienes los guardan no pueden o no quieren sacarles al aire que, al menos, los dejen morir en el olvido y no los transmitan, como secretos familiares, a los jóvenes de la familia.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

338. PIQUETES DE HUELGA

Los sindicatos, CC. OO. y UGT han convocado una huelga general en España para el próximo miércoles 29 de septiembre y  como casi siempre que se convoca una huelga pienso y pienso mucho  en los piquetes de huelga y en lo malas que son,  para los trabajadores y para la sociedad,  las actuaciones ilegales de los mal llamados piquetes informativos en las huelgas.


La  huelga del día 29 se septiembre, como otras muchas huelgas, para quienes la convocan está plenamente justificada y  ese día no acudirán a trabajar; sin embargo  una parte  importante de los trabajadores llamados a participar en la huelga general piensan que esta carece de una justificación suficiente para compensar la pérdida del salario correspondiente a un día no trabajado, por ello, si pueden, no harán huelga.

Para los sindicatos el éxito de la huelga se mide por el número de personas que no trabajan el día de la huelga, en consecuencia necesitan actuar para que las personas, de grado o por la fuerza, no trabajen ese día y el medio que utilizan para conseguirlo son los piquetes de huelga.


Los piquetes de huelga son grupos, más o menos numerosos de huelguistas que actúan, si lo hacen legalmente, informando pacíficamente a los demás trabajadores sobre el propósito de la huelga e incitándo a no ocupar los  puestos de trabajo, son lo que se denominan piquetes de huelga informativos.


Si los piquetes informativos de huelga dejan de ser pacíficos su acción es ilegal, está prohibida por la Ley y pueden dar origen a penas  legales.


La realidad en muchas  huelgas es que los piquetes informativos rara vez son solo informativos, con enorme frecuencia recurren a la intimidación y a  la violencia para evitar que las personas puedan acceder a sus puestos de trabajo y, todo el mundo sabe que cuando los líderes sindicales explican en los medios de comunicación que “habrá muchos piquetes que actuarán de forma contundente para garantizar el derecho a la huelga”, lo que están diciendo es “no acudas a trabajar porque si lo haces te estaremos esperando en la puerta y te daremos una somanta de palos".


Por supuesto, si coaccionar es un delito, también  lo es  producir violencia en las cosas o causar lesiones a las personas. Sin embargo, la realidad de la mayor parte de las huelgas es que los llamados piquetes informativos son violentos y producen daños en las cosas, coaccionan y no pocas veces, lesionan a  personas. Sin embargo rara vez  los miembros de los piquetes violentos son  sancionados legalmente y, menos aún, se persigue jidicialmente a  los sindicatos  que respaldan  a  los piqueteros.


Para aclarar lo que estoy diciendo, algunas pinceladas: Como el mejor medio para evitar que las personas acudan a trabajar, los piquetes o algunos de sus miembros causan daños en las cosas y no dudan en hacerlo a las personas: Destrozos en las conducciones eléctricas, sistemas de señales, o similares  en los ferrocarriles; roturas de lunas y pinchazos en los neumáticos en los autobuses; barricadas, neumáticos ardiendo y volcado de camiones o de automóviles  en las carreteras; rotura de los cierres en las tiendas, obturación con silicona de los cajeros de bancos y cajas de ahorros, pedradas en los escaparates de las tiendas y un sin fin de otros daños que cualquiera puede imaginar. Por supuesto, los miembros de los piquetes que se sitúan en las entradas de los polígonos industriales o en las puertas de las empresas nunca son personas conocidas en la zona, para evitar ser reconocidos y denunciados por trabajadores que no desean ser huelguistas.


Las razones por las que existe la más absoluta impunidad para las acciones violentas de los piquetes de huelga son múltiples, van desde el apoyo de los sindicatos que amenazan con más violencia, la renuncia, “para evitar males mayores” de las empresas y de las instituciones a perseguir los hechos delictivos de los huelguistas, el temor de las personas afectadas que prefieren tragarse las coacciones y los maltratos a los posibles  problemas que puedan tener si denuncian los hechos ante los juzgados y, sobre todo, la pasividad de los gobierno que abdican de su obligación de velar por los derechos de las personas.


El día 29 de septiembre tendremos huelga general. En mi opinión hay poca gente que quiera hacer huelga, sobre todo por la pérdida de un día de salario que en época de escasez nadie desea, pero la huelga se notará y mucho en España y se sentirá en el extranjero. Los piquetes, actuando dentro y fuera de la Ley, paralizarán los transportes, impedirán la entrada en las fábricas, paralizarán repetidores de televisión y puede que destrocen alguna antena de telefono, cerrarán por la fuerza muchos comercios, coaccionarán a muchas personas y conseguirán que de hecho, no se tabaje o se trabaje poco y mal ese día en España.


Por todo ello, una vez más, me asombra, al igual que a cualquier persona que haya vivido huelgas, que ni el gobierno actual ni los gobiernos anteriores, hayan aprobado una Ley de Huelga que permita a quienes quieren hacer la huelga ejercer  su derecho y que quienes no quieran hacerla también lo ejerzan.


Acaso tengamos que esperar a que una nueva Señora Margareth Thatcher, fíjense que habiendo pasado muchos años desde que dejó de ser Primer Ministro en el Reino Unido seguimos llamándola Señora Thatcher, venga a hacer lo que el sentido común dice que hay que hacer y que los piquetes de huelga sean de verdad piquetes informativos y no bandas de vándalos que borrachos de consignas atacan, siempre que quieren al hombre… y a la mujer.

 
De esta huelga, la verdad es que hay una cosa que me alegra: No pocos  liberados sindicales antes, durante y después de la  huelga, por una vez en bastantes años,  van a  trabajar y alguno hasta  podrá justificar  el que en su nómina incluya el plus de peligrosidad, ya que puede encontrarse con algún trabajador al que,  cuando como miembro de un piquete informativo, trate  por la fuerza de  impedirle su derecho a  trabajar, salga respondón y le informe  en la cara  de que, le guste o no le guste al piquetero,  el día 29 de septiembre  él no va  a dejar de trabajar.

jueves, 16 de septiembre de 2010

337. DE LOS GITANOS



Cuando era niño, antes de ir al colegio, allá por los años 50 del siglo pasado, lo que más me gustaba en el mundo era que mi madre me dejara abrir la puerta del jardín y recorrer los no más de doscientos metros, por la calle sin asfaltar, llena de charcos y siempre desierta, dejando a la derecha la casa del escritor Ricardo León y a la izquierda la checa, no sabía entonces qué era una checa, hasta atravesar el camino que era lo que es hoy la Carretera de Galapagar y entrar en la tienda de ultramarinos, abarrotada de maravillas, de Teodoro Domingo, para comprar lo que me hubieran encargado y volver, dando patadas a las piedras, desandando el camino, hasta llegar a casa.

Pues bien, todos los años, creo que en primavera, al salir de la tienda de Teodoro Domingo, descubría pegados a la tapia trasera de Villa Lucero, en el descampado, a los gitanos.

Inmediatamente, me acercaba a verlos, me llenaba de sus olores y admiraba sus fuegos, preguntaba cosas, escuchaba todo y luego, corriendo, volvía a casa para contar a todos que estaban los gitanos y, no se por qué razón, cuando mi madre volvía a dejarme ir a la tienda, cuando llegaba al descampado los gitanos se habían marchado.

Me gustaban los gitanos, encantaban sus carretas, los vestidos de las mujeres, las risas que hacían por todo, los niños y las niñas, los pucheros que arreglaban y cómo hacían, con enea, los asientos de las sillas y los animales. Me llenaba de admiración que llegaran y se fueran, que su casa estuviese en cualquier parte, que fueran pobres y, sobre todo, que hicieran lo que les diera la gana, como a mí me parecía que era su vida.

No hacían en mí ninguna mella los comentarios de los adultos oídos a medias, sobre que habían robado las gallinas de Andrés, las tuberías de algunas casas o si la guardia civil había tomado medidas. No, los gitanos eran para mí, cada año la alegría de lo nuevo y de lo diferente, creo que siempre, desde entonces, he querido a los gitanos.

Luego, ya de adulto, siempre me han gustado los gitanos, he estado en muy buenos y menos buenos tablados, tocado palmas en el Sacromonte, admirado a los grandes del cante, he tenido el honor de ser invitado y haber asistido a una boda gitana, he visto a niñas rumana hurtar a franceses y turistas en las terrazas de Toulouse, he calle conocido poblados de familias asentadas y he visto campamentos de gitanos nómadas. Siempre he sentido por ellos el alegre aprecio que sembraron en mi niñez y nunca los he visto como un problema y menos todavía como una amenaza.


Más todavía, he leído y releído muchas veces, disfrutando siempre, La Estrella Romaní, la novela de Robert Silverberg que cuenta la vida de Yakoub y explica el por qué los gitanos están obligados a vivir siempre viajando. ¡Cómo me hubiera gustado ser gitano y poder espectral!

Ahora al ver cómo el Presidente Sarkozy, amparándose en la legislación vigente en su país, apoyado por casi todos los presidentes de la Unión Europea y probablemente por la mayor parte de los ciudadanos de la Unión, ha expulsado y seguirá expulsando de Francia a los gitanos nómadas, me sacuden sentimientos encontrados: Por una parte comprendo bien a los ciudadanos, normalmente los menos ricos, que en Francia, España, Italia, en toda Europa, padecen la presencia anómala, descontrolada y hasta peligrosa a veces, de nómadas gitanos y que exigen seguridad y por otra parte, me duele el alma al ver que los gitanos, aunque se resistan, están condenados a la “integración”, que no desean, en el mundo rico en bienes y preocupaciones y pobre en valores y alegrías que, para bien o para mal es nuestra vieja, culta, loca y maravillosa Europa.

martes, 14 de septiembre de 2010

336. BAJAS DE LARGA DURACIÓN EN EL EQUIPO DIRECTIVO



Las bajas de larga duración en el equipo directivo de las empresas suponen un problema que, aunque poco frecuente, tiene enorme importancia para las organizaciones.

Las enfermedades que requieren tratamientos prolongados en el tiempo, las excedencias forzosas de directivos que pasan a ocupar puestos políticos e incluso las bajas por maternidad son casos claros, de entre los muchos similares que se pueden presentar, de bajas laborales de larga duración.

El tratamiento legal de estas bajas en principio es similar al que tiene cualquier otro empleado por cuenta ajena: El directivo ausente, independientemente de la retribución que pueda tener y de quién pague esta durante el tiempo de la baja, cuando retorne a trabajar volverá a la empresa para seguir ocupando el puesto de trabajo que tenía antes del comienzo de la baja.

El tratamiento empresarial, por el contrario, es mucho más oscuro: Va desde amortizar el puesto o dejarlo vacante hasta la reincorporación de la persona ausente, hasta la sustitución definitiva por otra de la persona en situación de baja o cualquiera de las múltiples situaciones intermedias que a cualquiera se le pueden ocurrir. Evidentemente, los distintos tratamientos tienen diferentes costes económicos, problemas legales y efectos secundarios, positivos y negativos, para los directivos afectados y para la organización.


Es evidente que aunque para quien entra en baja de larga duración es normalmente muy bueno tener asegurado el puesto a su retorno y también es evidente que, para la empresa, es normalmente mala la ausencia de uno de los miembros del equipo directivo.

El problema no es baladí y el hecho de que se produzcan soluciones de todo tipo es muestra de la falta de seguridad sobre las mejores formas para resolverlo. Por ello y ante un caso concreto que me ha sido planteado hace pocos días, he elaborado algunas recomendaciones que acaso puedan ser útiles a quienes han de tomar decisiones cuando se enfrentan a bajas de larga duración de sus directivos.

Temas que hay que tener muy claros:

Los puestos de responsabilidad en las empresas, si son realmente de responsabilidad, no pueden estar vacantes más allá de cortos períodos de tiempo.

Cualquier persona puede caer en baja de larga duración por accidente o enfermedad o accidente, independiente de su buena salud o su prudencia ante el peligro. Las mujeres no caen en bajas de larga duración más o menos que los hombres y las bajas por maternidad suponen ausencias bastante más cortas que las producidas por otras causas y que, por otra parte, por previsibles, pueden ser mejor preparadas.

Las bajas de larga duración por excedencias para ocupar puestos políticos, con enorme frecuencia son definitivas, tanto porque la persona en excedencia tiende a mantenerse en el mundo de la política, como porque si decide retornar lo más probable es que lo haga de paso o que haya quedado obsoleta en actitudes y aptitudes, para volver a ocupar con éxito el puesto que ocupaba antes de iniciar la excedencia.


Algunas recomendaciones

En las grandes organizaciones una de las primeras obligaciones de los directivos es formar a sus subordinados para que puedan ocupar puestos de mayor responsabilidad. Esto, en muchas ocasiones, es real y, por tanto muy sencillo sustituir, temporal o definitivamente, al directivo en situación de baja de larga duración.

Cuando la baja va a ser larga, caso por ejemplo de alguien que va a ocupar un cargo público que requiere cuatro años de dedicación o el de una enfermedad grave de previsible larga duración y muy lenta recuperación en mi opinión, lo más sensato es sustituir al ausente lo más rápido posible. La incertidumbre es poco aconsejable y, aunque la persona en baja se pueda recuperar, si es valiosa siempre se pueden encontrar para ella y para la empresa una función adecuada.

Sin embargo, cuando la baja tiene un horizonte temporal claro, como es el tiempo de maternidad, excedencias muy cortas o similares, la prudencia aconseja, por múltiples razones que el puesto del ausente No sea ocupado por el directivo preparado para ocupar la posición de su jefe y que sea el superior jerárquico del mismo, o mejor aún, un colateral, quien absorba las responsabilidades del puesto, que dejará gran libertad a los miembros preparados del equipo del ausente en la gestión del día a día.

En el caso, muy frecuente, de las empresas pequeñas o medianas en las que el talento directivo se concentra en el equipo directivo y los empleados del nivel inferior son básicamente técnicos o personal operativo, la solución de las baja de larga duración, incluidas las bajas por maternidad que, sensatamente, pueden alcanzar entre tres meses y un año, se debe resolver el problema con las siguientes medidas:


Si quien ha causado baja no es la persona adecuada para ocupar el puesto, es la mejor ocasión para sustituirla por otra persona.

Si quien ha causado baja es persona capaz pero va a estar “mucho” tiempo fuera, hay que buscar inmediatamente un sustituto fuera.

Si la baja va a tener un horizonte temporal definido y la persona en baja previsiblemente va a retornar con normalidad a su puesto, mientras esté ausente, sus responsabilidades deben ser absorbidas por otro miembro del equipo directivo, que en su gestión debe actuar eficiencia, evitando siempre actitudes de interinidad o falta de compromiso en la función asumida temporalmente.

Una recomendación final: El equipo directivo de cualquier empresa bien gestionada debería reflexionar sobre las consecuencias de las bajas de larga duración de cualquiera de sus miembros y la forma en que estas, si se producen, deberían ser gestionadas.


domingo, 12 de septiembre de 2010

335. ESPERANZA DE LA PUERTA Y DEL RÍO




El miércoles 8 de septiembre de 2010, Doña Esperanza de la Puerta y del Río ha muerto en Madrid.


Doña Esperanza ha sido una mujer extraordinaria: Culta, educada y elegante, pacífica, conciliadora, amante de la naturaleza y encanto de los animales, con su saber escuchar y su saber decir, a más de su excelente sentido del humor, ha creado un sin fin de lazos de amistad duradera en los mundos del saber, de la auténtica cultura, la verdadera religión y en el de las personas que siendo corrientes eran de bien.


Doña Esperanza ha sido además, la esposa y amante, pacífica y tranquila, de Don Álvaro de Toro Moreno, su complemento exuberante en una vida larga que entre los dos hicieron completa.



Pido a Dios que Doña Esperanza de la Puerta y del Río goce ya, con su esposo D. Álvaro de Toro Moreno, de la Vida Eterna, en el Cielo.



Desde aquí acompañamos en el dolor a sus hijos, a sus nietos y a todas las personas que sienten en sus almas el más duro luto por haberla perdido.