domingo, 24 de agosto de 2014

538. SE LLAMA CONSTANZA, HA NACIDO AYER Y ES MI NIETA

Ayer, veintitres de agosto de 2014, nació mi nieta Constanza.

Se ha tomado unos días para decidirse a nacer,  probablemente lo ha hecho porque ha vivido desde hace nueve meses en la cálida seguridad del vientre de su madre y,  por saber ya de la vida,  necesitaba  terminar de prepararse  para  afrontar  el apasionante desafío  de ser mujer.

Por fuera se ve que es pequeñita, tiene  la piel entre blanca y rojiza, el  pelo  rubio, mueve con soltura sus brazos y sus pies. Está llena de vida, todavía no abre del todo   los ojos,  respira bien, se agarra  al pecho de su madre y  sabe comer.

Por dentro es un enigma precioso,  el vínculo de  vida,  que  une su cuerpo y su alma  al río de  existencias anteriores,  conforma  en parte su futuro pero deja para ella  la libertad suficiente  para hacer lo que quiera y esto hace, como siempre que nace un niño, que su futuro esté lleno de misterio, de apasionantes misterios.

Y, lo mejor de  todo, Constanza, mi nieta, ella aún  no lo sabe, tiene un inmenso tesoro: el espacio ahora  vacío,  un  lugar pequeño en su cuerpo y en su alma,  que  un día llenará con  amor y  hará de ella un nuevo eslabón en la cadena de la vida.


Felicidades Cristina, felicidades Marcos, felicidades hijos;  sabed que, con mis palabras, hoy prestadas, Constanza os da las gracias por  haberla amado  desde su primer día,  muchísimo antes de que ayer haya nacido.

jueves, 21 de agosto de 2014

537. A FAVOR DE LA GUERRA CONTRA QUIENES NOS HAN DECLARADO Y NOS ESTÁN HACIENDO LA GUERRA SANTA

Los  yihadistas  del Estado Islámico, poseedores de la fe  más absoluta en las enseñanzas de su religión y  convencidos de su absoluta  obligación de convertir el mundo en un oasis de paz gobernado por la doctrina muy justa  que ellos ven en su interpretación del  Corán, están  asesinando a miles y miles de personas porque no quieren convertirse y obedecer los dictados de  su exacta religión.

Los  yihadistas  del Estado Islámico, estoy convencido de ello,  maltratan, torturan y asesinan sin piedad a  seres humanos, creen   perseguir el bien porque están convencidos de que sus acciones  están inspiradas  por Ala, por el mismo Dios, al que sirven con fervor y al que ofrecen  el sacrificio de sus propias vidas.

Además, otros fanáticos musulmanes, ajenos  al Estado Islámico, hinduistas y de otras religiones, desde que el mundo es mundo, han  asesinado y siguen asesinando, con todo tipo de justificaciones,  en nombre de Dios, a otros seres humanos.

En  todas partes hay  cristianos, hinduistas, budistas y  también mahometanos, especialmente en tierras del Profeta, que  pagan con el dolor y  la muerte su resistencia a aceptar la tiranía de  la  religiosidad radical de los fanáticos yihadistas,  hombres y mujeres, crueles sin límite,  en su  lucha para implantar en todo el mundo   su visión única y excluyente  del Islam.

Nosotros, los no fanáticos,  cristianos, musulmanes, hinduistas, budistas, agnósticos y ateos, asistimos horrorizados a lo que entendemos  como  enloquecida barbarie de unos  fanáticos  y ,  curiosamente, aceptamos goteos incesantes de asesinatos mirando a otro lado, sin hacer ni decir  nada, hasta que  el horror de  los  crímenes  nos satura, y pedimos a nuestros gobernantes que hagan algo y  cuando estos lo hacen  les  exigimos que no hagan daño a  los asesinos y nos espantamos cuando nuestros soldados, defendiendo nuestras vidas, disparan a nuestros enemigos.

Es evidente que la guerra es mala y nadie gana con ella; es un hecho  que nadie gana con la guerra y que ésta es un enorme mal. Pero, ¿qué hacer si hay un ejército de fanáticos que nos ha declarado  y nos está haciendo ya una  guerra, una guerra que para ellos es  justa y santa?

Creo, y lamento creerlo,  que  si no queremos ser asesinados o convertirnos al Islam de los fanáticos islamistas, más nos vale luchar con todas las armas contra quienes nos han declarado esta  guerra y no cejar hasta  ganarla. Cuanto más tardemos en derrotar a este enemigo mortal  más dolor y más muertos tendremos que lamentar.

Es triste, muy triste y cruel, muy cruel acudir a las armas e ir a la guerra, pero cuanto más tardemos en afrontar la situación y luchas hasta ganar esta guerra más tendremos que invertir en cañones y menos en alimentos y educación para hacer mejor el mundo.


Por cierto, entre los daños colaterales que puede  producir la guerra  que nos han declarado  los yihadistas  del Estado Islámico y otros terroristas islamistas, seguro que está generar en  los no musulmanes odio a todo, incluido lo bueno, que significa el Islam. También sobre este tema hay que pensar y actuar.