sábado, 31 de enero de 2015

664. DE LAS MIL Y UNA NOCHES A NUESTRA SOCIEDAD

En los últimos años, poco a poco, se ha convertido en normal  oír  de  la boca de nuestros políticos expresiones  próximas a las siguientes: “los míos  son muy  decentes, no como los tuyos que son ladinos, falsos, desvergonzados, aprovechados   y muy ladrones”;  o, eso de: “...y si yo y los míos somos malos, tú y los tuyos, puedo demostrarlo, sois mucho peores”.

 

Y, lamentablemente, eso que se escucha a los políticos, por tantas veces repetido, una parte  importante de los ciudadanos  lo ha hecho suyo y  piensa que es una verdad absoluta, tanto referida a   “esos políticos que son  gentuza”,  como al común  de las personas del propio entorno y del conjunto de la sociedad.

 

Para mal, una parte importante de los ciudadanos, aunque lo critica en relación con los demás, ha comprado la idea de  que decencia, la honestidad,  la honradez, la verdad y  la generosidad,  son valores del pasado y que solo se mantienen decentes y  honrados son  quienes no tienen la oportunidad o el valor para dejar de serlo.

 

Más aún, se está llegando a creer que saber engañar es un arte,  mentir algo natural  y quedarse con lo ajeno, si no te descubren, no está mal.

 

Sé que cuánto sucede es  fruto de múltiples razones y lo que escribo a continuación, sin duda puede ser una barbaridad, pero lo pienso tantas veces que  aunque lo escriba una puede que no esté mal.

 

Supongo que quienes lean esta página también han leído o,  al menos escuchado,  mil veces los preciosos cuentos de Las Mil y Una Noches, la más hermosa de cuantas colecciones de cuentos, persas o árabes, se haya reunido jamás. Supongo también que recuerdan a Alí Babá robando a los cuarenta ladrones, a Amina comiendo por el día dos granos de arroz y devorando, en el cementerio, por las noches, otros manjares; a la sultana metiendo en su cama a quien no debía, al chico  listo  engañando al mercader judío; a la  joven esposa que se  procura en el jardín  las caricias que no le da  su  marido, detestable y viejo; al odioso eunuco que, cuando puede,  llena su bolsa haciéndose el ciego; el también ciego que solo es ciego para recibir limosnas; y tantas otras.

 

Pues bien, detrás de los cuentos de Las  Mil y Una Noches, están las convicciones sociales sobre las que se asientan  y hacen  atractivos y preciosos los cuentos: mientras no te descubran, que si lo haces perderás  la mano,  el ojo, la lengua o la vida, no está mal, incluso está bien, engañar al marido, robar al mercader, sobornar al vigilante, evadir los impuestos, beber sin tasa o hacer cualquier cosa que te dé la gana.

 

Durante siglos, en España  estaba entre  mal  y muy mal, mentir, calumniar, robar, engañar al marido, traicionar…Estaba mal porque había detrás eso que llamamos los valores de  la cultura judeocristiana.

 


Y ahora, me pregunto: ¿Es locura pensar que acaso estemos recobrando, aquí y ahora, la cultura en que se asientan los más hermosos cuentos del  Islám?

jueves, 29 de enero de 2015

663. INSULTOS QUE USA “UN ANTIGUO” AL QUE DESAGRADA LA MALA EDUCACIÓN

Pues sí, me desagradan las palabrotas, me irrita lo soez,  me crispan  las blasfemias y me resisto a cuanto es  mala educación.

 

Decididamente soy “un antiguo” y,  sé que para no dejar mal a mi familia y a mis amigos, debería estar siempre  “muy calladito”; sin embargo, aunque acaso con razón, y  algunos me tilden de  ridículo, otros de rémora y haya quien  diga que soy un zote, entiendo que estoy en mi derecho, a decir y escribir que no entiendo que haya a quién agraden, porque a mí me crispan, las personas que disfrutan usando  palabras de mala educación.

 

Y, porque soy “un antiguo”, apago  o cambio el  canal  de la radio o la televisión, me salgo del cine o me marcho de donde esté cuando aparecen los primeros signos de mala educación. No resisto  las conversaciones a gritos entre jovencitas que, para resaltar que “se sienten en confianza”, se nombran unas a otras “puta cabrona”  y, si se quieren molestar, mientras se les pone la boca negra, añaden los repugnantes despectivos “vieja” y “fea”; y me da la peor de las  denteras si escucho a los muchachos llamarse unos a otros eso de “puto maricón”, en lugar de un educado “bobo resbalón”.

 

Es difícil, lo reconozco, ser “un antiguo” y tener vida de relación más allá de la puerta de mi casa,  de la pantalla apagada de mi ordenador o de la tranquila conversación que se disfruta al estar con personas de buena educación.

 

En cualquier caso, y para quien no lo sepa, diré que cuando me altero mucho,  porque  soy “un antiguo” y me irrita la mala educación, si alguien me altera,   pueden salir de mi boca  palabras  que sin ser soeces, son insultos   peores que los que ahora están al  uso, por ejemplo: bastardo, bellaco, borrico, cabestro, calamidad, cenutrio, ceporro, cretino, energúmeno, gandúl,  lerdo, majadero, mentecato, patán, pelele, piernas, sonso, tonto,  tunante,  zángano,  e incluso asaltacunas, barragana o pichón.

sábado, 24 de enero de 2015

662. LO QUE SENTIMOS Y HACEMOS CUANDO UN PARIENTE PRÓXIMO RESULTA SER UN GOLFO

Las imágenes  de  personajes imputados, procesados, condenados o absueltos por delitos relacionados con la apropiación indebida de dineros ajenos que, con desagradable  frecuencia,  nos regalan,  para mal, los medios de comunicación, suelen hacerme pensar en los efectos que las acciones de esos personajes tienen en las personas que les son próximas y en las muy diversas maneras en que estas se enfrentan a esas situaciones.

Evidentemente, para alguien que nunca ha tenido  a un pariente  próximo  en los periódicos, en la radio, la televisión, en las redes sociales o en las reuniones familiares, como presunto autor de un delito,  le haya visto  sentado en  el banquillo de los acusados y luego absuelto o condenado por un tribunal de justicia, el tema es bastante sencillo; basta con pensar e incluso comentar en voz alta algo así cómo:  fulano es un sinvergüenza, está bien que haya sido condenado, ¡pobre hombre, lo que habrá pasado!, o ¡que buenos abogados tiene para que haya escapado!, seguro que en cuatro días estará en la calle, o ¿cuánto dinero tendrá escondido en alguna parte?

Sin embargo, cuando el personaje es un miembro próximo  de  tu  familia, las cosas son menos sencillas: van de la incredulidad al espanto, de la sorpresa al disgusto, de la pena a la rabia, del amor al odio o del apoyo al olvido.

Evidentemente haya casos y casos, los menos malos, aunque muy malos, lo sé bien, con aquellos en los que el acusado te dice a la cara que aquello de lo que se le acusa en falso, tu lo crees, haces lo que puedes, le apoyas con toda el  alma y,  al final, luego de mucho tiempo, pueden ser años, un tribunal  absuelve al acusado. Entonces quedas tranquilo, respiras por tu pariente,  tu corazón  se esponja, maldices a quien le acusó, sientes rabia por lo que ha pasado, maldices también  la lentitud de la justicia y,  poco a poco, olvidas.

Bastante malo, aunque no del todo malo,  es el  caso del pariente  al  que,  a pesar del parentesco próximo,  ves  poco o nada  y  resulta, ya lo sospechabas, que es un golfo. Te enfadas, te  molesta mucho,  empatizas más o menos  con la mujer y los hijos y,  si le quieres mucho, le ayudas  en lo que puedes,  vas a verle a la cárcel y no te avergüenza ayudarle cuando sale;  o si le quieres menos, maldices y procuras olvidarle. 

Peor todavía,  ésta  es una gran desgracia: mi pariente próximo,  al que quiero,  para mi sorpresa, ha resultado ser un sinvergüenza de tomo y lomo, se ha  apropiado con malas artes de mucho dinero  y ha hecho otras cosas también  malas. Sale acusado en los medios de comunicación, entra en los juzgados,  necesita  fianzas, se le condena a penas de cárcel, está encerrado un tiempo;  sale “marcado” y casi siempre destrozado, algunas veces arrepentido  y otras puede que orgulloso porque se ha hecho  más  rico que un borrico.  Aquí puede pasar cualquier cosa  y,  aunque sea distinto el caso del que lo ha perdido todo del de aquel que  ha amasado dinero para que sus nietos sigan siendo ricos, uno puede, con todos los intermedios,  desde  alejarse del todo,  en todas las familias hay  ovejas negras,  hasta mantener el cariño y la relación a pesar de lo ocurrido.

Y, la peor de todas: cuando tienes un pariente muy, muy próximo, que es un golfo, prepotente y chantajista…que se ha apropiado de los millones  ajenos, que ha dormido en muchas camas, que te ha engañado en todo y sabes que seguirá siendo sinvergüenza  e infiel mientras viva, y  al que, a pesar de todo, no  quieres dejar porque es tu marido, tu mujer, tu padre o tu hermano y le amas…¡Qué horror! ¡Qué desgracia!
                                                                                              
Nota:


Lo que aquí digo para el pariente próximo, también sirve para el caso en  que el golfo sea o haya sido un muy buen amigo.

viernes, 16 de enero de 2015

661. EL UNDÉCIMO MANDAMIENTO ES NO MOLESTAR

Cuándo se producen grandes desgracias no dejo de pensar que en el origen de todas ellas está el quebrantamiento, por unos u otros, de alguno de los Mandamientos de la Ley de Dios: el odio entre hermanos, el desprecio de los padres,  el deseo de la mujer  o el marido del próximo, la codicia de los bienes ajenos,  la mentira,  el falso testimonio o la muerte del otro.


Y, siempre pienso que, sin lugar a dudas,  los Mandamientos que Dios dio  a Moisés son  el sostén y están en la base de la convivencia de cuántos somos hijos de la cultura judeocristiana y, entiendo  que sin ellos, tan razonables y lógicos para nosotros,  el mundo no   hubiera dejado de ser una jungla ni hubiera   avanzado hasta llegar a lo que es hoy en convivencia y libertad.

Sin embargo y aunque los Diez  Mandamientos  están en nuestra cultura,  son conocidos y  recitados una y otra vez  cada día por millones de personas, cristianos y judíos de todo el mundo, rara vez nos detenemos a pensar que todos ellos tienen algo en común,  son reglas para evitar que las personas se hagan daño unas a otras y que, curiosamente, responden a un mismo mandato: “no molestaros los unos a los otros”.

Los asesinatos, muchos y constantes de cristianos y musulmanes no radicales, sobre todo en países de religión islámica y,  de cuándo en cuándo,  en nuestro civilizado occidente,  a manos de fanáticos yihaidistas, evidentemente nos espantan, responden a la infame  locura de gentes que no solo tratan de molestar sino  que quebrantan el quinto  mandamiento,  No Matar,   y, como es inevitable, producen miedo, odio, deseos de venganza y siempre más mortandad.

Ciertamente me parece horroroso  el islamismo radical y no tengo ninguna duda de que, con sus asesinatos,  nos  ha declarado una guerra terrible en  la que para que no nos maten a todos no tenemos más remedio que afrontar y luchar en ella hasta terminar con la amenaza que es para nuestra sociedad.

Entiendo también que la libertad de prensa es un derecho fundamental  que es imprescindible  proteger y respetar, y que  los asesinatos de París en la redacción de Charlie Hebdo han sido  crímenes  espantosos que no se pueden de ninguna manera tolerar, perdonar ni, evidentemente, disculpar.

Ahora bien, una vez más, me pregunto si, aparte de molestar, ¿gana algo la suegra cuando recuerda a la nuera que se está haciendo vieja y no se consigue embarazar?, ¿gana algo el niño cuando se ríe de otro niño porque esta gordo y corre mal?, ¿gana algo el jefe  cuándo recuerda al subordinado que es feo y vulgar?, ¿gana algo el periodista que revela de alguien un secreto que solo importa a un pequeño  entorno familiar?


Y, me pregunto si está bien o muy mal que,  aunque  es y debe seguir siendo legal,  haya gente que publique imágenes  blasfemas  de símbolos sagrados para judíos y cristianos o caricaturas del Profeta del Islám  con el único fin de molestar…

miércoles, 7 de enero de 2015

660. ASÍ EMPIEZA EL AÑO: INVERSIONES CHINAS TAMBIÉN EN COSTA RICA

El periódico La Nación publica hoy  la noticia de la firma, en Pekín, por los presidentes Luis Guillermo Solís y Xi Jinping,  de un acuerdo en el que además de tratar sobre  la viabilidad y puesta en marcha  en Costa Rica de una  o más zonas económicas especiales  (ZEE), al estilo de las existentes en China, se han firmado varios protocolos para impulsar las relaciones económicas entre los dos países y  la entrada, con inversiones significativas,  de empresas chinas en Costa Rica.  

 

La importancia de este tema, que junto al muy complejo y lleno de misterios proyecto,  iniciado hace pocos días,  del Gran Canal de Nicaragua, es una nueva señal  de la increíble apuesta del gigante asiático para estar presente en Centroamérica (y en el resto del mundo)  y, sobre todo, de los cambios geopolíticos que, sin que los europeos nos demos cuenta, se están produciendo en todas partes y que,  absolutamente seguro, van a condicionar nuestras vidas y, más todavía, las de nuestros hijos y nuestros nietos.

 

Y, como siempre que pienso en ello,  una vez más, me pregunto si no será por completo falsa la teoría de la multilateralidad que estamos empeñados en creernos los europeos, acaso  para consolarnos de la decadencia, incluida Rusia, de nuestro continente y  para no ver la aparentemente  increíble realidad de un  Reparto Completo del Poder y las Riquezas del Mundo entre los Estados Unidos de Norteamérica y la República Popular China; reparto  que  haría a  los dos grandes, durante mucho tiempo, gozar de una situación de absoluto  dominio sobre el mundo.

 


Y, con cierta angustia, me pregunto si tiene sentido que los europeos perdamos el tiempo tratando de  recuperar  nuestro  muy querido,  muerto y perdido modelo de bienestar social, mientras  dejamos, sin presentar batalla, a los dos grandes jugar, sin contrapoder  alguno, al  “porque soy  más fuerte, más listo y más despiadado que nadie, todo es para mí".

jueves, 1 de enero de 2015

FELIZ AÑO 2015