martes, 5 de noviembre de 2019

807. OBVIANDO PENAS, REGRESANDO AL BLOG



En los últimos meses, desde el final de julio, no he subido entrada alguna al blog.

Y, aunque pueda engañar o engañarme arguyendo mil escusas: que si los muchos viajes, que si alguna gotera, que si soñar otra novela, que  si  el calor del verano; pero la verdad es solo una, el blog estaba tan inmerso  en un bucle de tristeza que, en un momento de lucidez,  decidí  desterrar  de mis textos  y, en lo posible,  de mis pensamientos  la pena que si no extremo las precauciones, aún ahora, en cualquier descuido, se hace presente y  me acompaña.

Y parece que voy bien, ya tienen su lugar en el ordenador algunas páginas nuevas que cuentan historias inventadas, que mezclan alegrías y tristezas, que hacen acopio de maldades y proclaman anhelos de virtudes imposibles; sí, es un maravilloso milagro sentir como iluminan y oscurecen el alma del autor las gracias y desgracias de unos personajes que, poco a poco, conforme crecen, escapan a cualquier tutela y viven, sufriendo y  gozando, en completa libertad.

Y sí, en obligado dar gracias a Dios por haberme concedido cuando he sido mayor, cuando todo estaba hecho, a la vejez, el don de soñar  historias, darles un soplo  de vida  y ofrecer en  derredor  muestras plausibles de los  sentimientos  de amor y desamor que, al final, son el motor de nuestro  mundo.

Y hoy, con la esperanza de volver  pronto, con nuevas entradas en el blog, por hoy termino.