Malos tiempos, peores tiempos, vienen para algunos países de América Latina.
Por unos u otros motivos, las naciones europeas encabezadas por Suecia, Alemania y Gran Bretaña y la propia Comisión Europea, en unos casos han anunciado ya que no seguirán contribuyendo con millones de dólares a cubrir, con generosidad, los presupuestos de los estados, como han hecho en años pasados, y en otros comienzan a demorar la entrega de fondos ya comprometidos.
La razón que se aducen por parte de los donantes es que el nivel de desarrollo en América Latina permite ya que países como Nicaragua, Ecuador o Bolivia puedan avanzar por sí mismos y, consecuentemente, se puedan aplicar los euros disponibles a paliar necesidades en lugares con mayores necesidades en África o Asia.
Al mismo tiempo, la presencia del dinero, en cantidades siempre oscuras, venezolano que entrega el presidente de este país a los presidentes de otras repúblicas que le son afines y que estos administran a su aire y también de forma oscura, hace pensar a muchos ciudadanos ilustrados, con bastante lógica, que los europeos no tienen ningún interés en ayudar a quien no lo necesita y, menos aun, a quienes son amigos de sus enemigos, a quien agasaja a los presidentes de Cuba o Irán mientras y ataca a los políticos europeos y, lo que es peor, los intereses las empresas que pagan sus impuestos en Europa.
En mi opinión, lo peor de la marcha de la ayuda europea es que cuando las ayudas se marchan, aunque hagan mucha falta, es muy difícil, casi imposible, que regresen. La propia inercia de las administraciones europeas, sujetas a presupuestos restrictivos, hace que cualquier incremento en los fondos de ayuda al exterior sea casi inviable y, si se intenta con gran esfuerzo, el tiempo para conseguirlo es muy, muy largo.
Por esto, recuerdo mis buenos amigos que viven en Nicaragua, en Ecuador, en Bolivia, y en esos otros países de los que, por no ser del todo necesarias. se les están sacando o se les van a sacar las ayudas europeas, y pienso en lo que, como siempre, pero más, van a tener, para vivir, que luchar para resolver no ya el problema de la falta de recursos económicos sino de las causas por las que estos no se generan en sus buenos territorios.
Muy difícil.
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