Creo que, para bien o para mal, si la mitad de los bolivianos se empeñan en imponer su voluntad a la otra mitad de bolivianos, en muy poco tiempo, con enorme dolor para los propios bolivianos, tristeza para quienes amamos esas tierras, preocupación en las América e indiferencia absoluta para el resto del mundo, veremos al menos dos naciones sobre el territorio de lo que es hoy Bolivia.
Y, me parece que el Gobierno del Primer Presidente Indígena está haciendo un buen esfuerzo para que el Sr. Morales sea el último Presidente, Constitucional o No Constitucional, de la República
Evidentemente, los líderes de la Media Luna también hacen méritos para hacer lo que quieren hacer en sus territorios y que el conjunto de Bolivia parece que les importa relativamente poco.
¿Por qué pienso esto? Algunas razones:
El referéndum celebrado el día 8 de agosto aunque no ha resuelto nada tiene la virtud de haber puesto de manifiesto, una vez más, la necesidad que tiene, para su supervivencia, la Patria Boliviana de que sus líderes, de que sus ciudadanos, encuentren un camino común para avanzar juntos en el devenir del destino.
El conflicto entre las dos bolivias no es un duelo entre las tierras del oriente rico y el occidente pobre, ni batalla entre indígenas y criollos, tampoco es una pugna a muerte que enfrente a quienes creen en Cristo con quienes ofrecen su culto a la pachamama.
Hay gentes del Oriente que votan al actual Presidente y gentes de Occidente que lo hacen a favor de cuanto representa la Media Luna. Hay gentes que se apellidan Quispe o Mamani que están con los Prefectos autonomistas y Garcías o Fernández que apoyan al no revocado presidente. Conozco a buenos cristianos que ponen su fe en el, en su día, líder populista y cocalero y se de agnósticos, ateos y hasta casi animistas, que se oponen con todas sus fuerzas al más ilustre soltero de la República.
Hay quien piensa que la pugna en Bolivia se produce porque hay dos posiciones en el pensamiento, explicado en caricatura, una abierta al mundo y al futuro, amante del progreso, el trabajo y la libertad, que asume su historia, la valora y se proyecta sin complejos hacia un futuro mejor. La otra, amargada y resentida, que quiere todo sin poner nada, que cree que es su derecho vivir de las riquezas de la tierra, porque hablan aymará y, es verdad, fueron en el pasado muy oprimidos.
Lo terrible del dilema es que ya no se trata de las dos bolivias, se trata de Bolivia, se trata de la nación que tiene el honor de llevar el nombre del Libertador Bolivar.
Si unos y otros no se ponen de acuerdo se romperá Bolivia y no se de nación alguna que habiendo perdido un territorio lo haya recuperado sin usar las armas.
Tengo ahora en la mente el Litoral Boliviano, el Mar de Bolivia. ¿Cree alguien en el mundo que los chilenos de Antofagasta o Arica aceptarían abandonar su tierra o seguir en ella siendo chilenos si en sus ciudades volviese a ondear la bandera boliviana?
¿Cree alguien que el presidente, el parlamento, el ejército, o el pueblo chileno, van a dejar Antofagasta o Arica, por mucho que lloren o griten los patriotas de La Paz, Oruro, Cochabamba o El Alto?
¿Cree alguien en el mundo que alguna vez los cientos de miles de kilómetros hoy brasileños, que fueron Bolivia volverán a ella un día?
¿Piensa alguien, hoy por hoy, que el Chaco que fue Bolivia volverá a ser boliviano?
¿Cree alguien que si se rompe Bolivia en dos mitades, el País de Oriente deseará un día cantar el mismo himno y vibrar bajo la misma bandera que el País de Occidente?
Si se rompe Bolivia rota quedará por siempre y ¡es ahora tan fácil ahora que se rompa Bolivia!
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