domingo, 9 de noviembre de 2008

206. EL PRESIDENTE GEORGE W. BUSH ES UN SANTO


Yo pensaba, más aún, estaba convencido, de que el Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, George W. Bush era una persona normal, con sus aciertos y sus errores, con sus cosas buenas y con sus cosas malas, con sus virtudes y con sus defectos.
Pensaba también, error de los errores, que, como la mayor parte de las personas normales, él no perdonaba las afrentas, de palabra y obra, que, en público y en privado, le habían hecho sus enemigos y que, por supuesto, cuando alguien le daba una buena bofetada jamás hubiera puesto la otra mejilla. Por tanto, yo creía que el presidente americano no era un santo.

Estaba muy, pero que muy equivocado, George. George W. Bush es un santo y lo ha demostrado con creces.

No solo ha perdonado las peores afrentas sino que ha invitado a su casa a quien insultó a su madre, ofendió a sus hermanos y le escupió en la cara.
Ha preparado una buena comida a quien le abandonó cuando le agredían y empujó a otros a hacer lo mismo.
Está dispuesto a escuchar en la sobremesa las anécdotas de quien no ha dejado durante años de infamar su nombre.
Y, estoy seguro, está preparado para sonreír a su próximo cuando en la mesa, no se si antes, durante la comida o mientras toman una taza de café, sin pelos en la lengua, delante de todo el mundo, le vuelva a llamar feo.

Por tanto, creo que el Presidente George W. Bush es un santo, un gran santo, y se que el universo verá como, antes o después, mejor después que antes porque para hacerlo debe culminar su vida con una santa muerte, subirá al cielo y a los altares.

Yo desde ya y mis nietos desde que conozcan su historia, seremos devotos siempre de San George W. Bush.

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