El viernes 4 de enero escribí en este blog, como primera entrada del año, mis recuerdos del muy difícil, extraordinario, apasionante y casi perdido en la memoria, 1968.
Hoy, casi terminado 2008, debo decir que, dentro de lo muy áspero, este bisiesto que, por tantas razones pasará a la historia, ha sido también un año extraordinario y apasionante.
He reencontrado amigos pedidos en el tiempo, he conocido magníficas personas, he asistido a interesantísimos eventos, he participado de momentos complejos, he pasado bastante miedo, he tenido un nieto y, sobre todo, he tenido la suerte de ser consciente de cuanto estaba, de cuanto estábamos viviendo en un año repleto de emociones fuertes.
No me he cansado de decir y de explicar, con datos y con hechos, que en las épocas difíciles existen oportunidades y que para aprovecharlas solamente es preciso mirar sin prejuicios, arriesgar un poco y trabajar, trabajar sin pausa con ilusión y constancia. Estoy seguro de que alguien por el mundo cree más en el futuro que si me hubiera quedado, quieto y callado, muerto de miedo.
Es cierto que los tiempos duros generan grandes sufrimientos, pero esos sufrimientos se quedarán en nada cuando pasen los años y mirando al pasado veamos los frutos positivos que los grandes desastres de este año nos habrán dejado.
Para España, para Europa casi toda, tierras viejas, repletas de gentes dormidas y asustadas, los malos tiempos que han venido pueden ser el elixir del renacer de la vida, de la generación de nuevos ideales, del esfuerzo individual, de la búsqueda de argumentos nuevos que den sentido a nuevos proyectos colectivos. Si es así, este año 2008 habrá sido el año uno de un buen principio.
Estoy seguro de que mis amigos americanos, en el Norte volverán a progresar, con ilusión, sin pausa. En el Sur, libres mentiras, olvidadas las medias verdades, se volverán a concentrar en generar más humanidad y mayor riqueza.
Muy buenas oportunidades aprovecharán con acierto mis amigos del Este de Europa, de Polonia, de Bulgaria, de Chequia, de Rumania, de Ucrania y también de la Grande Rusia.
Mis alumnas chinas y filipinas, tan capaces, estarán llenas amor y de éxito.
La muy querida familia de Tailandia se llenara de Paz y progreso luego de olvidar el para ese pueblo el muy duro año bisiesto.
Lamento el dolor de las familias judías y me horroriza la locura de quienes en nombre de Dios, llenos de amargura y odio, matan. Aún así, unos y otros, mejor o peor, seguirán viviendo.
Y pienso también en la triste África, con sus inmensas oportunidades, de la que nunca esperamos nada.
Sí, al año 2008 ha sido un terrible bisiesto que, afortunadamente, hemos vivido como vivimos 1968 y que, como aquel año, es ya parte del pasado que nos deja futuros inciertos, plenos de dificultades y henchidos de oportunidades.
Al igual que mi padre, pienso que los hombres de nuestro tiempo tenemos la fortuna insólita de ver el mundo casi completo y de vivir, estemos donde estemos, tantos, tan inmensos y tan apasionantes cambios.
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