¿Hay quien piense que no fue inmenso el dolor y el miedo de los primeros hombres al darse cuenta de que estaban solos, de que sus padres, sus hermanos, sus machos o sus hembras no eran hombres?
¿Hay quien piense que el descubrir, luego de un camino duro y muy largo, que en lugar de algo, había nada, no es extremadamente doloroso?
Y, paradojas de la vida, para vivir es imprescindible volver a empezar desde ese nada para buscar algo aunque pueda resultar ser, al final, nada.
Pero, en el camino, brilla el sol, hay muchas alegrías, la belleza de la juventud se renueva cada día, las personas se aman y el futuro se presenta siempre como esperanza.
Si lo miramos bien, aún en los peores tiempos, la vida es buena y lo es porque es, simplemente, vida.
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