Miguel, uno de mis compañeros de colegio, que como yo, está cerca de esa edad en la que la familia comienza a barajar la idea de llevar al abuelo a una residencia, m envía un correo que me ha hecho pensar bastante y sobre la que pienso todos mis compañeros van a reflexionar.
A continuación transcribo el texto de mi compañero:
UNA GRAN IDEA
Hay que colocar a las personas de edad en las cárceles y a los delincuentes en las residencias de ancianos
De esta manera, los ancianos tendrán alojamiento gratuito, con habitación individual, privada y segura, acceso a una ducha todos los días, biblioteca, piscina, sala de ejercicios, terapia física y espiritual, tiempo de ocio, paseos vigilados, solos o en compañía, medicamentos gratuitos, exámenes dentales y médico las veinticuatro horas del día todos los días del año. Podrán pedir y les serán entregados, cuando lo necesiten pijamas, zapatos, zapatillas y ropa nueva.
Realizarán pequeñas tareas, vigilados por expertos, para mantenerse activos y recibirán dinero por ello. Además, si mantienen la curiosidad intelectual, tendrán acceso a enseñanza sin tener que pagar por ella.
Por supuesto, tendrían derecho a la vigilancia continua por video y, en caso de que tengan cualquier percance, recibirán inmediatamente la asistencia debida. Además, por si la video - vigilancia no fuera suficiente, un guardia acudirá a verles cada veinte minutos y si no les apetece ir al comedor, les llevará la comida y los bocadillos a la habitación.
Los ancianos tendrán derecho a un ordenador, radio y televisión. Además podrán hacer cuantas llamadas quieran hacer y cuando la familia les visite tendrán una habitación para que puedan relacionarse con los suyos en total intimidad.
Finalmente y, entre otras cosas que olvido citar, los ancianos tendrán una junta directiva que escuchará quejas y los guardias se ajustarán estrictamente a un rígido código de conducta que para asegurar su correcto comportamiento, código cuyo incumplimiento puede costarles muy duras sanciones.
Por otro lado, los delincuentes condenados a penas de cárcel, vivirían en una pequeña habitación, por la que tendrán que pagar mil quinientos euros al mes y lo harán sin esperanza de salir de ella con vida. Comerán platos fríos, se bañarán una vez a la semana, estarán absolutamente solos, les apagarán las luces a las ocho de la tarde y no tendrán vigilancia alguna.
En consecuencia con lo anterior, mientras no se envíe a los mayores a las cárceles y a los presos a las residencias de ancianos, os digo a todos, gritad conmigo:
¡Abuelo, abuela, antes de ir a una residencia de ancianos, matad a un político!
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