Creo que no hace falta explicar a nadie la fea costumbre que tienen muchos ayuntamientos españoles de no pagar a sus proveedores y el hábito de enfadarse que tienen los alcaldes cuando alguien les reclama lo que legalmente es suyo.
Tampoco hace falta explicar con cuanto rigor y efectividad embargan los ayuntamientos las cuentas corrientes de los ciudadanos cuando estos no han pagado algún impuesto municipal o una multa de aparcamiento, y cómo jamás un alcalde español ha considerado la posibilidad de no embargar la cuenta de un ciudadano por la cuantía de un impuesto no pagado más los recargos que procedan, porque el contribuyente se pueda quedar sin dinero para comprar comida para sus hijos cuando el ayuntamiento se haya adueñado, muy legalmente, del dinero de la cuenta.
Y, ciertamente, tampoco hay que explicar que muchos alcaldes no se cansan de decir, de palabra y por escrito, que ellos, siempre buenos y benéficos, velan mejor que nadie por el bien de sus vecinos.
Sin embargo, hoy no me resisto a comentar el ansia recaudatoria de los ayuntamientos y la caradura de los políticos mediante el relato de dos ejemplos que he visto en los últimos días: me refiero, en primer lugar, a la carta del Excelentísimo o acaso solo Ilustrísimo, Señor Don Narciso de Foxá Alfaro, que acompaña a la notificación municipal del pago del IBI, en Majadahonda (donde, por cierto, aún no he escuchado las disculpas del Sr. Alcalde ni las de su partido, por las barbaridades de sus antecesores en el manejo de los fondos municipales); y, en segundo lugar a la tasa que cobra el ayuntamiento de Torrelodones por un vado para la entrada de vehículos.
Veamos la amabilidad de D. Narciso:
He recibido una carta de este señor (escrita en una hoja de papel que cuesta dinero y que no se si habrá pagado), en la que, muy benéfico él, me dice que ha subido el IBI una media del 6,5% . Luego, cuando miro el papel que acompaña a su carta, ¿quién la habrá redactado?, resulta que a mi me ha subido, en este año de enorme y amarga crisis un 7,27%,.
Evidentemente, si un 7,27% de incremento en un impuesto está bien para el Sr. Alcalde, creo que quienes votamos a D. Narciso somos unos estúpidos porque dimos nuestro voto a alguien que tiene una visión del dinero se los ciudadanos más que próxima a la del Presidente Rodríguez Zapatero que a la que parece tener (esperémoslo) el Sr. Rajoy.
Por otro lado, en su carta, D. Narciso para darme a conocer su generosidad, buen sentido y magnanimidad, me explica que ha hecho milagros para que la subida sea tan reducida y culmina su muy elaborada comunicación, resaltando su buen hacer, con el anuncio de que el año que próximo, como este año, se portará igual de bien y me subirá el impuesto lo que le apetezca pero sin llegar a la cantidad máxima que le permiten las leyes del denostado, por despilfarrador, Sr. Rodríguez Zapatero.
D. Narciso, en lugar de tomarme por un idiota, que lo soy por haberle votado, si fuese un alcalde como es debido, un Sr. Alcalde me hubiera dicho algo así como:
“Sr. Vecino, he reducido los gastos del Ayuntamiento X euros, he eliminado Y empleados, he enviado a su casa a Z asesores de mi partido, he suprimido todos los eventos, he prescindido del coche y como en mi casa, mis concejales trabajan en sus empresas y no cobran del municipio, etc. pero, lo siento muchísimo, sigo sin tener suficiente dinero para pagar a los proveedores y a los funcionarios municipales y, por ello, lo siento mucho, te voy a sacar del bolsillo casi un 8% más en el IBI que el año pasado. Espero que el año próximo pueda reducir los gastos para poder cobrarle lo menos posible.”
Y yo, en lugar de enfadarme con D. Narciso y pensar que no se merece estar en el puesto que está, estaría muy orgulloso de haber votado a un señor que además de político es un Señor.
Y ahora el caso de Torrelodones:
En una zona sin alcantarillado, en una calle sin asfaltar en la que no hay aceras ni alumbrado publico, por tener una puesta para que salgan los coches de un jardín, el Ayuntamiento de Torrelodones cobra, no lo recuerdo con certeza solo 7 o acaso 17, euros al año.
Evidentemente la Sr. Alcaldesa, buena administradora ella, aplica con energía aquello del “con muchos pocos se hace un mucho”
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