Cada vez que leo o escucho la frase “para qué cambiar lo que funciona”, me entran los escalofríos.
La frase es propia de personas que piensan poco, personas que, acaso por carecer de capacidad de abstracción o tener esta muy limitada, desconocen que en cualquier solución que exista para un problema se encuentra latente al menos un nuevo problema que inexorablemente aparecerá mañana.
Y, por supuesto, cuando algo se mantiene estable, cuanto más estable se mantiene más se aproxima a dar problemas, los problemas pueden hacerse mayores, es menos viable evitarlos y se incrementan las probabilidades de que “lo que funciona” sea causa directa de los mayores desastres.
Algunos ejemplos:
Vas cinco días al casino y siempre has ganado. ¿Para qué cambiar lo que funciona?
El hombre guapo que para mantenerse guapo cada mes se opera la cara para estar cada vez más guapo, ¿Para qué cambiar lo que funciona
La fábrica de hoces que ha fabricado y vendido, en grandes cantidades, durante años y años las mejores hoces del mundo. ¿Para qué cambiar lo que funciona?
Para impulsar la economía incrementamos la construcción de viviendas y el acceso al crédito, cada vez más viviendas, cada vez más créditos, cada vez más crecimiento, cada vez más recalentamiento y, ¿Para qué cambiar lo que funciona?
Evidentemente, porque siempre existen oportunidades para mejorar, hay que cambiar lo que funciona antes de que sea demasiado tarde.
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