jueves, 31 de mayo de 2007

64. ORIENTACIÓN AL CLIENTE

Desde hace algunos años los directivos de las empresas españolas, tanto hablando en público como cuando discuten, en serio, en las bajas o altas salas de reuniones, afirman con más absoluta convicción, que su empresa está orientada al cliente, que el cliente es quien da sentido a su negocio y que el valor que mejor caracteriza la cultura corporativa de su organización es la orientación al cliente.

Mi asombro cuando escucho estas afirmaciones no tiene límite, tanto que se me nota en la cara y cuando tengo ocasión, lo explico:

¿Es orientación al cliente, el caso de una operadora de telefonía, que todos los meses cobra unos euros a un buen número de sus clientes porque la empresa genera averías en su propio servicio de Internet, y quien se queda sin acceso a la red, además de no poder conectarse, para que lo reparen tiene que llamar a un 902?

¿Es orientación al cliente, el caso de casi toda la distribución, que para usar un carro haya que meter una moneda y, cuando se ha cargado la compra en el coche, arrastrarlo a no poca distancia, para recuperar el euro?

¿Es orientación al cliente esperar minutos y minutos en la cola de un banco, de la caja de un supermercado o de una agencia de viajes?

¿Es atención al cliente que en cualquier establecimiento los empleados no usen jamás el usted?

¿Es atención al cliente, en cualquier servicio de información, que quien informa lo haga mal o que, si es a través del teléfono los empleados cuelguen para no informar?

¿Es orientación al cliente los modos con que frecuentemente se dirigen al ciudadano o hablan de este algunos funcionarios, incluso armados, de la administración municipal?

¿Es orientación al cliente mentir como mienten algunos políticos?

España es un país de servicios y, en los servicios, si no es muy fuerte la orientación al cliente, el riesgo a medio plazo es extremadamente alto para las propias empresas, para los ciudadanos y para el país.

Y no es motivo de consuelo que en Francia, en Italia, o en otras partes, la orientación al cliente sea, según las empresas y las gentes, la que es.

miércoles, 30 de mayo de 2007

63.MENTIR ES DE MALA EDUCACIÓN

En otros tiempos, no tan lejanos, dábamos por descontado que, por el hecho de serlo, cada español era un señor.

El orgullo, la valentía y el honor eran las virtudes comunes que, estimuladas por la pobreza, la envidia y la desatada ambición, hicieron a todos llamarnos, entre nosotros, “Don “ y “Señor”. Cada hombre se consideraba y muchas veces lo era, un caballero español.

En el camino de pasar de niño a mayor, todos aprendimos que solo dice mentiras quien no es un señor. Se podría hacer algo muy mal, incluso robar y matar, pero mentir, jamás.

Mentir era, en otro tiempo, propio de gente despreciable, cobarde y sin honor.

Hoy al ver que hay en España personas que mienten y mienten mucho, me siento avergonzado y me angustio mucho por estar gobernado por gentes con tan mala educación.

Claro que, en nuestras tierras, ya no se sabe hablar de usted, no se dice a nadie señor, ser médico, ingeniero, arquitecto, padre o profesor no implica honor.

Es, al final, un tema de esfuerzo y educación. Lo deseo mucho, pero no estoy seguro de que los españoles, queramos ser lo que siempre hemos sido, una gran nación, llena de señores con honor.

martes, 29 de mayo de 2007

62. VÍNCULOS MÁS QUE AFECTIVOS

Un dicho popular afirma que “el que tiene padrinos se bautiza”. La frase responde a la indiscutible realidad de que el éxito de una persona viene dado, en gran medida, por los conocimientos, el poder o la influencia de quienes están en disposición de prestarle apoyo.

Ciertamente, las relaciones familiares son la primera fuente de los posibles “padrinos” que alguien puede buscar o ya tener, siempre que el interesado y la propia familia consideren correcto participar en el intercambio, más que afectivo, que supone usar estos vínculos, caso de existir, para el tema específico.

Es claro que hay personas que, por principio, rechazan acudir a su familia o a los conocidos de la familia en busca de orientación, información precisa o apoyos concretos. Consideran que el éxito ha de ser resultado exclusivo del esfuerzo personal y rechazan la sola idea de “deber” algo a su propio padre.

También hay personas que, en mi opinión con buen sentido, tienen muy claro que los amigos de sus padres, de sus hermanos o de sus primos, si tienen la ventura de tenerlos y ponen lo suficiente de su parte, son o pueden ser, también sus amigos. Y , desde el principio, están abiertas a participar en la “rueda de favores a pagar ya o en un futuro lejano que llegará seguro”, siempre que todo sea razonable, posible y tenga sentido en el ámbito de la relación.

Los compañeros de colegio menos, pero los de la Universidad y, sobre todo los encontrados en cursos de postgrado, son, a medio y largo plazo los padrinos más valiosos en el desarrollo profesional de las personas.

Claro que hay personas que aceptan y valoran en bien poco que un compañero les haya presentado a su futuro cónyuge, sin cobrar nada a cambio, y se resisten a pedir o aportar algo a quienes con mayor placer y menos contrapartidas podrían hacerlo, probablemente para “no deber nada a nadie”.

Los conocidos del actual o de antiguos trabajos, los vecinos medio amigos, los encontrados en un crucero, los feligreses de la misma iglesia y hasta los sentados al lado en el avión tranquilos, son o pueden ser candidatos a “padrinos”.

La experiencia me dice que prácticamente todas las oportunidades que he tenido a lo largo de una carrera profesional ya dilatada, son fruto de los vínculos, siempre mantenidos, con los actuales, viejos y nuevos amigos.

Por ello, hoy, como siempre, digo que la mayor seguridad para llegar a cualquier lugar es tener, mantener y ser fiel, a los amigos.

Claro que para todo lo anterior, es imprescindible ser una persona decente, buen profesional y siempre agradecido.

viernes, 25 de mayo de 2007

61. CONDOTIEROS

La ingente necesidad de talento que exige competir en el entorno global, la escasez del mismo y las malas prácticas empresariales en la gestión de personas durante las crisis de los últimos años ha hecho resurgir la figura, apenas vislumbrada en los países más desarrollados en los años 60 y en España en los comienzos de los 70, del siglo pasado, del condotiero.

El condotiero es el soldado de fortuna que, surgido en los tiempos tortuosos de la Italia del Renacimiento, hizo posible a señores ambiciosos, soñar y, a veces, conseguir victorias imposibles sin tener profesionales con talento.

El condotiero sabe de su valor, conoce el mercado, recibe ofertas y se contrata, ya para un tiempo ya para un proyecto, por un precio.

El condotiero respeta su contrato y mientras está en vigor, trabaja sin descanso, lucha hasta la muerte, siente la empresa y es absolutamente fiel al señor, aunque sepa que todo dura el tiempo que ha firmado y que, si lo hace muy bien en este, el próximo será un mejor contrato.

El directivo, el profesional con talento sabe que su vida en la mejor empresa puede ser muy buena un tiempo, que puede ganar dinero y reconocimiento, pero sabe muy bien que si su señor, el Director General, el Presidente o el Consejo, encuentran otro directivo que le guste más, esta muerto.

El directivo, el profesional con talento, sabe que la vida es como es, que nadie regala nada, que todo lo que recibe es pare del precio, por ello siempre está dispuesto a cambiar de silla si hay un mayor y mejor reconocimiento al éxito.

Tengo un enorme respeto a las empresas que alcanzan y mantienen continuado éxito, pero tengo aún mayor respeto a los directivos con talento que viven la empresa y luchan hasta la muerte por ella, pero que, cuando es el tiempo, cambian sin dudar, de proyecto.

Un directivo, un profesional con talento, jamás debe dejar de escuchar y aceptar esa mejor oferta que siempre llega cuando en su empresa está en el mejor momento.

El valor de quien, teniendo talento, está dispuesto a cambiar es mucho mayor para una empresa que el del profesional que, por miedo o afecto, acepta que “su” tiempo en “su” empresa lo marca un Director General, Presidente o Consejero, personas con o sin talento, o un impersonal y probablemente profesional y aséptico Consejo.

jueves, 24 de mayo de 2007

60. SADUCEOS

Entre nuestros padres judíos, que no eran millones, en tiempos de Jesucristo, entre los cultos sacerdotes y la pragmática élite social, saduceos eran los mas y muchos menos los incultos radicales fariseos, aferrados siempre al terror de pecar.

A lo largo de la historia hemos hecho Europa con la amalgama del creer doctrinario y normativo de los fariseos y el Derecho de Roma. Eso es parte de nuestra grandeza común y del temor vivido, durante siglos por no pocas conciencias.

Si no hubiera infierno, si el más allá estuviera vacío, si el hombre fuera libre, aunque hubiera Dios, hay quien cree y lo dice, la religión no tendría sentido alguno. Solo el más allá justifica, medio matar la propia vida, la fe y, acaso, la bondad.

Pues no. Si los primeros cristianos en lugar de incultos pescadores hubieran sido cultos sacerdotes, y hubieran cumplido el mandamiento del amor, acaso ahora seríamos honestos saduceos, creyentes sí, con religión sí, pero teniendo claro que la vida está aquí, y que vivir es, sobre todo, libertad.

Por eso, pesar de todo, si en Occidente el creer de los fariseos sigue anidando en millones de personas, pienso que es sencillo entender por qué, muy cerca o entre nosotros, otras acaso igual cultas y seguro menos ricas, que por un buen lugar en el más allá están dispuestas a matar a todos, en cualquier momento, en el más acá.

miércoles, 23 de mayo de 2007

59. CHARAÑA

Desde hace muchos años, de cuando en cuando, me viene a la cabeza la historia o leyenda quiza, que repiten quienes han escuchado a gentes de Charaña cuando éstas deciden, hablando, soñar.

En un lugar incierto, aquisito no más, existe un valle precioso y dentro de este una gran ciudad.

No se ve desde el cielo y la entrada, en zigzag, se esconde entre grandes paredes, siempre un poco más allá.

La ciudad está entera, limpia y dispuesta, pero vacía. Tiene enormes avenidas, como no las hay en La Paz. Edificios muy hermosos, con puertas enormes que se abren cuando te acercas para dejarte entrar.

Plazas inmensas, con estatuas muy altas de sabios que parecen hombres, mujeres de extraña beldad y, en el centro de todo, una enorme nave espacial.

Solo se puede entrar cuando ha salido el sol y has de hacerlo con un Guardián de la Ciudad. El tiempo, cuando entras, se va y apenas has visto un poco, debes regresar, porque si quedas dentro no saldrás jamás.

Acaso un día pueda, podamos, visitar la antigua, hermosa y futurista ciudad que está muy cerca, aquisito no más, de Charaña.

martes, 22 de mayo de 2007

58. ¿ CUÁNTO TIEMPO DEBE PERMANECER UNA PERSONA EN UN PUESTO DIRECTIVO?

En una formulación abstracta, podríamos decir que una persona puede estar en un puesto directivo mientras consiga muy buenos, o al menos buenos resultados, tiene ideas, fuerza e ilusión para alcanzar objetivos ambiciosos y atractivos para ella misma y para quienes le rodean, acepta el riesgo, mantiene una visión clara de la realidad, sigue sabiendo que no lo sabe todo y en su corazón le quedan bastantes dudas.

En la vida pública, esto se traduce en los normales ocho años de éxito, seguidos casi siempre de otros cuatro de progresivo deterioro, y estos acompañados, para amargar el final, del deseo de propios y extraños de ver a otra persona ocupar el puesto.

En la vida privada la realidad viene a ser la misma, sólo que los tiempos se acortan, cuatro años de éxito, cuatro más de cierto cansancio y buen hacer y más tarde, si se sigue, resultados algo e ilusión seguro, menores.

¿Qué solución hay entonces para quien es el dueño y director de su empresa? ¿Qué puede y se puede hacer con un alto directivo que ha sido, eficiente, leal y ha aportado gran valor a la organización?

En el primer caso, solo hay una, crecer y reinventar el trabajo, delegar casi todo y buscar desafíos en lo nuevo. Cambiando, realmente las funciones aunque acaso no el nombre del puesto. Es imposible que una persona normal pueda generar más y más, haciendo siempre aproximadamente lo mismo, durante años y años, siendo relativamente feliz.

En el segundo caso, o se cambia de puesto o se cambia de empresa. Si no se cambia, para la empresa es un mal y a la persona puede, profesionalmente, matar. Si la persona es valiosa de verdad aquí lo será, si se elige bien el sitio, allá.

Hay una verdad que quien ocupe un puesto directivo debe tener muy clara: A partir de cierto nivel, cada escalón que se sube en la escalera del poder es un paso que se da hacia

lunes, 21 de mayo de 2007

57. AFÁN DE AVENTURA EN TIERRA EXTRAÑA

Se da por descontado que una de las características que definen el espíritu español es el afán de aventura que, escondido en el corazón de casi todos, cuando las circunstancias lo favorecen, sale a relucir.

Está en la memoria colectiva el escapar de los chicos para enrolarse en los ejércitos del rey en busca de gloria y ventura, la despedida entre lágrimas familiares de los jóvenes que cruzaban los mares en pos de fortunas que hicieran olvidar el hambre, los grupos de hombres morenos, con frágiles maletas de cartón, camino de muy lejos para buscar ahorros ciertos entre gentes extrañas.

Y está también el recuerdo preciso de relatos sobre trabajo duro, penalidades sin cuento y experiencias vividas, en boca de orgullosos triunfadores en tierras lejanas. Historias llenas de dolor y grandeza hechas para orgullo de unos, envidia de otros y, sobre todo, para abrir los sueños de todos.

Mirando la historia de seiscientos años el afán de aventura en tierra extraña se ha mantenido vivo en el corazón de los españoles. Incluso durante los años convulsos del siglo diecinueve, en los que resistir al francés, perder las colonias, optar entre dos reyes, oprimir o ser oprimidos por la riqueza, y solo con vivir era suficiente, el afán de aventura siempre estuvo presente.

En el último tercio del siglo veinte, mientras era grande el desafío de ordenar la casa, formarse las gentes, ahorrar un poco, ganar nueva confianza, se fue preparando el espíritu para abrir nuevos y mayores frentes.

Desde hace unos años vemos, ya sin dolor y absoluta normalidad, que los jóvenes, chicas y chicos salen de casa, recorren el mundo y abren sus mentes mientras viven y aprenden. Miles de españoles ejercen de oficiales mercenarios en ejércitos de prosperidad. Aventureros de todas las regiones, embarcan cada día en grandes aviones para explorar por el mundo rincones donde arrancar, con dinero, riesgo e ilusión, fortunas y honor.

Hoy, en cualquier lugar de España y, afortunadamente, en muchos lugares donde se habla español, en cualquier entorno social, se habla de la belleza de lugares lejanos, para muchos por soñados, casi conocidos. Se comentan las oportunidades para aprender, trabajar, crecer, quedarse allá o regresar. Comentar el nuevo destino, también expatriado, o discutir la oportunidad de invertir en suelo, exportar o importar de acullá es habitual.

Como en otros tiempos, se escucha con atención a los viajeros y mientras se hace, casi todos recontamos, en silencio, las posibilidades propias para participar en el afán.

El espíritu de aventura de los españoles, compartido con quienes hasta hace cuatro días también lo han sido, está muy vivo y sigue siendo una señal de la propia identidad.

viernes, 18 de mayo de 2007

56. ANÁLISIS DE DESVENTAJAS

Hace algunos días pregunte a una persona próxima si había aceptado la atractiva oferta recibida semanas atrás. Me contesto que no, que había puesto en un papel la lista de las ventajas e inconvenientes y estos eran mucho más numerosos.

Me alegró la decisión, tanto porque la oferta me gustaba poco como por el método utilizado para el análisis de la propuesta.

Más tarde, pensando en el tema, me di cuenta que B podría haber llegado a la misma o mejor solución mediante el “análisis de desventajas”, método extremadamente útil en la toma de decisiones en las que inciden cuestiones personales y que, pese a ser sencillo, es poco conocido.

El método no considera las ventajas o aspectos positivos, los de la situación actual son bien conocidos y los de la nueva son el anzuelo que nos atrae. Se busca asegurar que, pasado el tiempo, nunca tengamos que formular en nuestra cabeza una terrible expresión: “si yo hubiera pensado que...”

Consiste en cumplimentar una tabla con dos columnas: Riesgos y desventajas de quedarme donde o como estoy, frente a riesgos y desventajas de aceptar la nueva posición.
Se escriben los riesgos y las desventajas y, esto aporta información valiosa, se cuantifica el valor, entre 1 y 10, que cada ítem, tiene para nosotros y se suman las cantidades resultantes en cada columna.
Al final la decisión siempre es muy sencilla, salvo que el anzuelo, que sigue ahí, nos haga enloquecer.

Espero que este método sirva a alguien para aceptar o no, con mayor tranquilidad, una oferta que implique riesgo personal.

jueves, 17 de mayo de 2007

55.NO EXISTE RIESGO DE QUE TE VEAN, TE VERAN SEGURO.

Si no quieres que te vean en un lugar o con alguna persona lo único que puedes hacer es no ir a ese lugar o no estar, en sitio alguno, con esa persona.

Tres ejemplos:

En el verano de 1965, tuve la suerte de pasar algunos días en Southampton, durmiendo por las noches en casa de Mr. Simpson, con su enorme mastín y mi amigo Salvador y disfrutando la calle, durante las horas de sol, pasando el sombrero entre los viandantes que se detenían a mirar, en el suelo, las preciosas pintura de Víctor, escuchar la música de Rene o, simplemente, contemplar a Odile.

El segundo o tercer día, de repente, una voz muy conocida me dijo: “José Luis, ¿No te da vergüenza pedir en la calle? Ahora mismo llamo a tu padre”. Durante un tiempito traté de hacerme el polaco, y como no era posible que el Dr. L aceptase la ficción, me obligó a pensar bastante deprisa y respondí: “y yo llamaré a Paulita para que se entere ella también”.

Comimos y cenamos con el auxilio del amigo de mi padre y luego, durante muchos años, el encuentro en Gran Bretaña fue un delicioso secreto que ambos guardamos bien.

En otoño de 1980 tenía que mantener entrevistas “muy secretas” con los líderes de un sindicato en Valencia. Yo, muy listo, pensé que el mejor lugar era un local para homosexuales masculinos que estaba por las tardes y las noches lleno a rebosar y casi vacío a las horas de nuestras reuniones, por las mañanas.

Llegue a ser, durante algunos meses, un buen cliente del local y estaba seguro de que nadie sabría nada de mi asiduidad. Hasta que, estando en Paterna, un domingo, en la puerta de la Iglesia, alguien me dijo “tienes que ser más prudente y no ir a esos sitios que frecuentas por las mañanas”

En primavera de 2000, en un hotel de Sevilla próximo a la catedral, con mi mujer, esperaba el ascensor para ir a la habitación, al abrirse las puertas, aunque sin saber por qué, algo desconcertado, dije: “¡Qué alegría veros!, ¿Qué hacéis en Sevilla?. Cristina dijo algo, me aparté de la puerta, les dejé salir, ellos se perdieron en pocos pasos y mi mujer, ya subiendo en el ascensor, me dice “eres tonto, no te enteras de nada, te lo tengo que decir todo, ¿No ves que no se corresponden, que están juntos haciendo lo que deben?.

Por supuesto que conocíamos a los dos, y siempre que les hemos vuelto a ver, nunca juntos, hemos recordado nada.

miércoles, 16 de mayo de 2007

54. NUESTROS ÚLTIMOS REYES

Nuestro penúltimo Rey, D. Alfonso XIII, nació en 1886, comenzó su reinado en 1902, salió al exilio en 1931 y murió en 1941. Es decir, reinó 29 años, hasta los 45, viviendo 55 años.

A lo largo de su reinado España conoció tiempos buenos y menos buenos, siendo del Rey una parte significativa de la responsabilidad sobre los avatares del siglo XX, por cuanto no solo reinó sino también, gobernó.

Desde 1931 hasta 1975, 44 años, vivimos sin tener un Rey. En ese tiempo, a los españoles socialistas, comunistas y nacionalistas, se unieron en el sentimiento republicano la mayor parte de los, también españoles, conservadores y franquistas. Apenas quedó, como muestra, un puñado de monárquicos, casi todos liberales.

Por su probada habilidad, contra las previsiones y con el consenso de todos, D. Juan Carlos I, desde 1975, es Rey de España. Ha reinado ya 32 de los 69 años que ha cumplido y lo ha hecho, sin duda alguna, bien.

Creo que casi todos tenemos claro que, hoy por hoy, es bastante mejor tener al Rey, que es neutral, a padecer por mitades, unos a un Sr. Rodríguez y otros a un Sr. Aznar, que, en función de los votos y por largas temporadas, pueden, siempre y mucho, molestar a casi la mitad.

Sin embargo los españoles, gente al final bastante sabia y con buena memoria colectiva, sabemos que de los Reyes Borbones solo dos, Carlos III y D. Juan Carlos merecen unánime respeto por su buen hacer y saber reinar.
No me gustaría, cada cuatro, cinco o siete años, tener que votar a quien, detestado por muchos, nos va a representar.

martes, 15 de mayo de 2007

53. DECIDIR ES ELEGIR Y ABANDONAR

Vivir es decidir, elegir y abandonar, abrir una puerta, cerrarla o pasar y, si no estas loco, olvidar.

Las oportunidades aparecen en cualquier momento y en cualquier lugar, lo importante es darse cuenta y conscientemente optar.

La vida es un recorrido en el que cuenta mucho el azar, pero también es importante la capacidad ver otros caminos y arriesgar.

Hay personas que pocas veces ven luz detrás de la puerta y menos todavía que se atrevan a cruzar. ¿Vale la pena vivir sin arriesgar?

lunes, 14 de mayo de 2007

52 AYN RAND

En los años 60 del siglo pasado leí tres libros de Ayn Rand, Vivir, Los que vivimos y El manantial.

El contenido de estas obras me impactó mucho más que todo lo que había escuchado hasta entonces sobre los males del comunismo, que no era poco, y me hizo detestar profundamente esa terrible religión.

Sin embargo, hasta finales de los setenta no tuve ocasión de acceder, disfrutar y releer con frecuencia, La Rebelión de Atlas, obra maestra de la autora ruso – americana fundadora del objetivismo. Este libro editado en 1957, era y sigue siendo de enorme actualidad.

Cada vez que escucho a los políticos de la izquierda sueño con John Galt y cuando veo a los de derechas, me pregunto si entre ellos podría haber alguno digno de pasar un tiempo en el refugio de las montañas.

Nota:
La Rebelión de Atlas se puede encontrar en Internet, hay ejemplares, al menos, en España, Estados Unidos, Argentina y Alemania.

viernes, 11 de mayo de 2007

51. VERSOS

Mi amigo, el poeta Emilio Rodríguez, en una situación muy especial, me ha enviado unos versos de mayo de 2005, que no puedo dejar, por su belleza, de compartir:


INTERIOR DE HUMO
( Selección)

1
De la montaña llega
un cálido rumor…
ángeles lentos.


4

Una luz en la noche
entre los árboles.
Alguien pregunta.

5

Lamento muy lejano.
La noche cruje
o se agitan los muertos.

7

Cuánto silencio tiembla
en el contorno
de una mirada.

9

Momento de tensión:
el día y la noche
disputando el horizonte.

13

Vienes de dialogar
con los ausentes.
Hay restos de niebla
en tu mirada.

16

Un papel en el aire
se marcha lejos.
Carta del cielo.


17


La garza que navega
el cielo pálido:
dibujo de la muerte.

jueves, 10 de mayo de 2007

50.EL EFECTO PIGMALIÓN

En el argot de las gentes de recursos humanos y simplificando el concepto, se entiende por Efecto Pigmalión el hecho de acertar si una persona es capaz o incapaz, si va a tener éxito o va a fracasar. Es, de alguna manera, una habilidad para hacer predicciones acertadas sobre el futuro de las personas.

Así, si alguien piensa que su alumno va a obtener una magnífica calificación, al final la nota será muy alta, por el contrario, si ve que ese alumno será un desastre lo más probable es que tenga que volver a examinarle una o muchas veces. Si se ve al nuevo empleado como una estrella, seguro que brillará en el firmamento de la empresa y si creemos que no cumplirá los objetivos, podemos estar seguros de que así será.

La teoría afirma que el acierto es, sobre todo, consecuencia de los comportamientos de quien ha hecho la profecía y menos de los méritos de quien ha sido objeto de la misma. La razón de los resultados es que el maestro o el supervisor ayudan intensamente al alumno o al empleado a conseguir el éxito o a fracasar.

Rosenthal enunció la teoría en los años sesenta del siglo XX y yo, como alumno de buenos maestros, la estudie, aprendí y olvidé.

Durante muchos años he estado muy orgulloso tanto de mi capacidad para detectar a las personas capaces y apoyar su desarrollo, como de mi habilidad para decidir con rapidez la exclusión de la empresa de aquellas que percibía como incapaces.

Más tarde tropecé nuevamente con Rosenthal y durante una larga temporada sentí casi remordimientos ante la muy alta probabilidad de haber causado mucho mal a personas que sin más razón que mi propia percepción no había permitido contratar o había despedido sin darles tiempo ni oportunidad de desplegar sus capacidades..

Me hace dudar y me consuela también el hecho de haber acertado cuando, más de tres veces, viendo a las personas, he pensado que no eran aptas, han sido nombradas y, estando yo lejos, siempre he acertado.
En conclusión, el Efecto Pigmalión es real, ha de ser tenido en cuenta en la educación de los niños y saber que puede ser importante en la vida laboral. Pero, a la hora de trabajar, es imprescindible confiar en quien está contigo y no es bueno pasar demasiados ratos con una preocupación adicional.

miércoles, 9 de mayo de 2007

49. EFICIENCIA MUNICIPAL

Hoy no me resisto a publicar el resumen, seguro no del todo preciso, de lo que me relató el lunes un agente, con uniforme y bien armado, de la policía municipal de mi ciudad.

Cuenta el policía municipal que él “tiene la manía” de tramitar sus denuncias a través de la Comunidad de Madrid porque aunque ésta las reenvía al Ayuntamiento, piensa que esí es mejor. Bien por su jefe y aplausos al Concejal de Seguridad.

El agente dice tener un fiero rotwailer, mérito importante para trabajar en Medio Ambiente con el mandato de multar a los perros que anden sueltos por el parque, especialmente si se acercan al Puente del Botellón, conocido también por Zona de Cristales Muy Peligrosos.

Añade el bien armado que “cuando me acuerdo, comunico lo de los cristales”, que no es de su negociado y pertenece a la limpieza, que está contratada con alguien.

Ratifica, bien educado, que de su “epígrafe” queda excluido evitar que los menores se emborrachen en el botellón, vigilar a los camellos o soportar que le llamen xenófobo, por decir, con buenas maneras, que la basura tiene su lugar.

Señala que no es misión de la policía municipal vigilar que no se arranquen los árboles, destrocen los bancos, arranquen las plantas, escupan a los ancianos o se haga otro mal, salvo que les llamen para denunciar y, si se puede, se va.

Cuando le digo, muy asombrado, que todo eso me parece mal, contesta con una sonrisa amable y absoluta seriedad: “lo mejor es que usted vaya al Concejal de Seguridad, o mejor al Alcalde, que ahora están de elecciones y le atenderán”.

Es poco agradable saber estas cosas y pagar, con nuestro dinero, a los funcionarios vitalicios de la seguridad municipal.

Aunque incómodo con la gestión municipal, no hablare con el Concejal de Seguridad ni con Alcalde. Me escucharían atentos, harían nada, voy a votar lo mismo que ellos y no quiero importunar
.

martes, 8 de mayo de 2007

48. LOCURA

De cuando en cuando se vuelve a discutir la bondad y la oportunidad de implantar la semana de 35 horas. No es un tema nuevo y creo que es, desde siempre, una locura.

Locura, para una empresa que tiene que obtener resultados y locura para las administraciones públicas que gastan en personal el dinero de todos, en lugar de gastarlo en algo valioso para quien paga.

Locura que viví en una empresa, muy avanzada para su tiempo, en la que los trabajadores habían conseguido la jornada de 35 horas en invierno y 32 en verano y en la que, por la naturaleza del trabajo, era imprescindible que los empleados estuvieran en sus puestos turnos de 8 horas. La diferencia entre la jornada pactada y las horas de presencia se cubría con cientos de miles de horas extraordinarias.

Evidentemente, competir en un mercado difícil con el coste adicional, entonces como ahora, se planteaba poco menos que imposible.

Por supuesto, nadie tenía la culpa de que una dirección débil hubiera aceptado las justas e irrenunciables reivindicaciones de los trabajadores.

Y nadie tenía la culpa de que la autoridad laboral exigiera el cumplimiento de la normativa vigente sobre horas extraordinarias.

Y nadie tenía la culpa de que los clientes fueran unos “malos” que querían tener el producto a su hora todos los días, ellos sólo pagaban.

Y nadie tenía la culpa de que los trabajadores tuvieran que estar las 8 horas seguidas en sus puestos, fuera invierno o verano.

Y nadie tenía la culpa de que se perdiera dinero a espuertas.

Y nadie tenía la culpa de nada.

Con culpa o sin culpa, propuse a cada empleado comprarle su jornada, y casi todos, que sabían muy bien donde estaban, aceptaron volver a las 40 horas a la semana, un algo mayor salario y no hacer horas extraordinarias.

Durante el tiempo que duró el proceso de compraventa de la jornada tuve, dentro y fuera de la empresa duros adversarios, casi todos buenas personas, de esas que nunca tienen la culpa de nada y proponen, a gritos, las 35 horas a la semana.

lunes, 7 de mayo de 2007

47. UN ALUMNO AVENTAJADO

Era verano. Había tenido varias entrevistas con directores de oficinas del Banco Central para detectar sus necesidades de formación, ya conocía los puntos fuertes y las debilidades del colectivo y pensaba que poco podría obtener en una visita a la floreciente sucursal de la zona de Vallecas.

La una de la tarde. La oficina limpia, ordenada, llena de clientes y con personal diligente. La impresión inicial muy positiva.

Pregunté por el Sr. J. y me dijeron que tendría que esperar unos minutos porque el director estaba muy ocupado. Bien, me dije, es lo normal en una oficina tan activa y próspera.

La espera duró casi una hora que soporté bien porque una empleada, bien vestida y con gesto de comprensión, me fue recordando cada siete u ocho minutos cuánto sentía el Sr. J. hacerme esperar y me pedía disculpas.

Al fin entré en el despacho del director. Estaba oscuro, no se veía nada. Cuando mis ojos se adaptaron vi, de espaldas a la ventana, detrás de un enorme escritorio lleno de papeles, al Sr. J. que me saludó muy serio y me ofreció asiento en un sillón bajo, con apariencia de incómodo muy pequeño, en el que quedé prisionero, sin poder moverme, nada más sentarme..

Aprisionado en el sillón, no sabía cómo ponerme para escapar de un molesto haz la luz que atravesaba el único espacio de la ventana no cubierto por las cortinas y que venía directamente a mi rostro.

El Sr. J., sentado muy alto, con los brazos cruzados, mirándome desde arriba, habló muy bajo diciendo: ”Estoy a su disposición, ¿qué desea saber de esta oficina?”, y sacando un gran cigarro, lo encendió muy despacio, esperando la respuesta.

En ese momento me di cuenta de la estrategia del Sr. J.

Casi tirándome al suelo, salí del pequeño sillón, me acerqué a la ventana, abrí las cortinas, despejé de papeles una silla de la mesa de reuniones, la acerqué a una zona lateral del enorme escritorio a la que no llegaba la luz, coloqué unas carpetas sobre el asiento, me senté cómodo, saqué la petaca, lié un buen cigarro, me quedé mirándole un buen rato y luego, ante su creciente estupor, le dije: “Casi bien, lo ha hecho usted casi del todo bien, me gusta que las personas apliquen lo que les han enseñado, es un alumno aventajado, pero yo soy el profesor”.

Creo que el mejor alumno o, al menos, el más atento y aplicado que he tenido nunca fue, semanas más tarde, el Sr
. J.

viernes, 4 de mayo de 2007

46. UNA LECCIÓN PARA NO OLVIDAR

Mi padre, antes de comer, me dijo “José Luis, vamos al despacho, tenemos que hablar”

Muy serio, me dijo, todo seguido y probablemente con estas palabras lo siguiente:

“Sabes que tu mujer tiene una depresión profunda. La depresión es una enfermedad que se cura, pero es grave, más grave que una hepatitis o unas tifoideas, y larga, muy larga.

“Cuando te casarse te comprometiste a quererla, respetarla y cuidarla, en la salud y en la enfermedad. No olvides que en las enfermedades quien más sufre es el enfermo. ¿Entendido?

Sí papá. Contesté.

Entonces él, mirándome a los ojos, haciendo un gran esfuerzo, añadió, “cuando esté curada de la depresión será momento de pensar en separarte de ella. Ahora vamos a comer”.

Las palabras de mi padre me hicieron compañía durante el tiempo, bastante, que duró la enfermedad.

Más de diez años después, pregunté a mi padre por qué me había dicho que cuando se curase mi mujer podía pensar en separarme de ella. Me miró con un poco de sorna y una sonrisa y dijo: “ tú lo sabes, la depresión es una enfermedad larga que se cura poco a poco”.

jueves, 3 de mayo de 2007

45. UN BUEN FICHAJE

Me lo dieron hecho y haciéndolo mal lo acepté.

Ese día comenzaba la Convención Anual y el Director Nacional de Ventas, con mucha prisa, se presentó en mi despacho para que firmase el documento interno que autorizaba la contratación del nuevo Delegado en Madrid.

Muy alterado porque no podía contratar a su nuevo fichaje, me pidió que diera por bueno su compromiso con el Sr.B. Le dije que para firmar, al menos tenía que ver al candidato. En tres minutos le tenía sentado al otro lado de la mesa.

Antes de que llegase ya había decidido dar por buena la elección del responsable, estaba muy presionado por los resultados, realmente necesitaba alguien en quien confiar para acelerar las ventas en Madrid y no era momento de reproches por haberse excedido en sus competencias.

El Sr. B, en poco tiempo me explicó que vivía en Torrelodones, una ciudad dormitorio, ya de moda, cerca de Madrid, donde estaba muy bien relacionado y tenía amigos que eran “lo mejor de la sociedad”.

Yo, muy callado, escuche asombrado las muchas cualidades de un pueblo que aunque era el mío, me resultaba completamente desconocido.

Finalmente. me aseguro con orgullo que era un gran profesional y un auténtico líder en ventas de productos de gran consumo.

Bueno, me dije, este tío no me gusta nada y nos dará problemas, pero si el responsable lo quiere, lo dejaremos estar.

El Sr. B. entró en la empresa. Los resultados durante varios meses se hacían esperar y en la reunión trimestral sobre la situación del área comercial alguien planteo la conveniencia de sustituirle al frente de la delegación. Luego de discutirlo la decisión final quedó en mis manos.

Le llamé tuvimos una larga reunión en la que analizamos las oportunidades de su unidad, las fortalezas de su equipo y los apoyos que necesitaba para mejorar los resultados. Durante varios meses hablé con él muchas veces y le ayudé todo lo posible.

Realmente, además de cumplir con mi obligación, no me apetecía nada tener que despedir a una persona que podía estar próxima a mis propios vecinos y amigos de Torrelodones.

Pasó el tiempo, yo había cambiado de empresa, vivía nuevamente en mi pueblo y me enteré de que el Sr. B. había visto rescindido su contrato de trabajo.

Una mañana, estando con mi padre en la calle, vi venir al Sr. B., le miré y me dispuse a saludarle. Él bajó los ojos y sin un gesto, con el rostro airado, como muy enfadado, cruzó la calle y caminado rápido, se alejo.

miércoles, 2 de mayo de 2007

44. ARRIERITOS SOMOS

Mi buen amigo D. Fernando, Secretario General por entonces de un gran grupo empresarial, sin duda con ánimo de ayudarme en el inicio de mi carrer, me concertó una entrevista con el director de una de sus empresas, llamémosla Corporación Latina.

Muy contento con la oportunidad, llegué puntualmente a las oficinas de la empresa en un buen edificio de la Plaza de España de Madrid. Luego de una larga espera me recibieron en un magnífico despacho tres señores muy bien vestidos, eran Don Francisco, Don Julio y Don Javier.

Apenas me dieron tiempo para decir una palabra. D. Francisco me dijo que no había visto un curriculum vitae peor en su vida, que en su empresa solamente cabían personas preparadas y que D. Fernando, como siempre, les había enviado a otro incapaz. D. Julio añadió algunas puntualizaciones sobre lo bueno que era el equipo de la Corporación, la importancia de sus empresas y mi falta de preparación. D. Javier no dijo ni una sola palabra en toda la entrevista.

Cuando terminaron de darme las patadas que les hubiera gustado dar al Secretario General de la Corporación, D. Julio me dijo que me podía marchar y D. Francisco añadió que, como no les gustaban perder el tiempo, esperaba no volver a verme jamás.

D. Fernando me dijo días mas tarde, muy apenado, que a los directivos de la empresa les había encantado mi personalidad, pero que por el momento no tenían un puesto adecuado a mi valía pero que, en unos meses, casi seguro, me podría incorporar a Corporación Latina. Yo, aunque no lo era mucho en aquel entonces, fui prudente, no me enfadé y, aunque dolido, olvidé el tema.

Cinco o seis años más tarde entré como Director General de Relaciones Industriales (hoy sería de Recursos Humanos) de una empresa, la mayor de su sector y la 37 en facturación de toda España.

Me enteré muy pronto de que había problemas en el área comercial y bastante rápido me di cuenta de que la causa era el Director Comercial. Por ello, luego de reflexionar y hacer lo que había que hacer, propuse a mi Director General y este acepto, el despido de Paco, el Director Comercial.

Cuando le fui a ver a su para comunicarle el hecho, antes de que mediara una palabra, me dijo: “ya se me vas a despedir, lo supe desde el día que llegaste, me odias y me la has hecho pagado”. Entonces se hizo la luz en mi memoria y le recordé dándome patadas verbales en la sede de Corporación Latina, hasta ese momento no había asociado a Paco con el importante directivo D. Francisco.

Como es natural, traté de suavizar todo lo posible la situación, rechacé que hubiera nada personal en su despido, realmente no lo había y justifique su salida en la dificultad que él tenía para asumir las políticas de la multinacional. Sin embargo, Paco estaba seguro y probablemente aún lo esté, de que la razón de su despido era el cómo me había tratado, años antes, en la Plaza de España.

A D. Julio y a D. Javier también me los he vuelto a encontrar, a este último le pude ayudar, pero estas son otras historias.

Arrieritos somos y en el camino, antes o después, nos volvemos a encontrar.