Los
disturbios callejeros en El Cairo que, como consecuencia del golpe militar del 3
de julio, están organizando los radicales islamistas (los “Hermanos Musulmanes”)
partidarios del depuesto presidente Morsi, han producido ya cientos de muertos.
Además,
está dentro de lo posible que en los próximos días, acaso en las próximas horas, la propuesta “popular” de los islamistas añada
cientos e incluso miles de nombres a las listas de heridos y
muertos, Incluso es posible, Dios
no lo quiera, que las protestas terminen en una guerra civil similar o peor que la que se
vive en Siria.
Los Hermanos Musulmanes son un conglomerado político, social y sobre todo religioso, de radicales islamistas, que lleva muchos años
embarcado en una Guerra Santa (múltiples atentados de todo tipo, con el asesinato
de turistas extranjeros, de cristianos
coptos y, ya en 1981 el asesinato de Presidente Sadat) para imponer la ley islámica a los 84 millones
de egipcios.
Los Hermanos Musulmanes, que aprovecharon con
enorme habilidad las protestas populares de la plaza "Midan Tahrir" de 2011 en demanda de libertad política,
liderados por su cabeza visible, el expresidente Mohamed Morsi, ganaron las elecciones de 2012
y, durante el año que va del 30 de junio de ese año hasta el 3 de julio de
2013, fecha del golpe militar, han trabajado con fuerza y progresiva intensidad
para transformar Egipto en una nueva República Islámica regida por la Sharia.
En estos momentos, hoy, los Hermanos Musulmanes expulsados del poder
por los militares egipcios, que como sus homólogos turcos, son laicos y no
islamistas, se han enfadado muchísimo, han organizado protestas en las calles
y, con enorme violencia, están
tratando de conseguir mártires para mover a la población a favor de su retorno
al poder y a la imposición definitiva de la Sharia.
La sociedad egipcia sabe
muy bien que si los fundamentalistas islámicos retornan al poder el cambio en Egipto
será total, todo será como en Irán, con sus clérigos radicales, como el Afganistán de los
talibanes o los muchos lugares en los que, con las armas, se ha impuesto el
Islam radical.
Y,
yo, si fuera egipcio, no tengo ninguna duda, apoyaría a los militares para que
impidan, por todos los medios, que los Hermanos Musulmanes, el islamismo radical,
vuelvan al poder en Egipto.
Incluso,
si antes o después los militares impulsan nuevas elecciones, yo les pediría que antes de
convocarlas, prohíban presentarse a
cualquier formación política cuya ideología suponga la más leve posibilidad de
ser tolerante con el islamismo radical.
Y,
¿Es esto antidemocrático? ¿Es antidemocrático que el nacional socialismo este
fuera de la Ley
en Alemania? ¿Es antidemocrático dejar entrar en tu casa a un monstruo que, sin remisión posible, te va a esclavizar de por vida?
Pues
eso, si yo fuera egipcio y aún no siéndolo, sin duda alguna estaría y estoy, con el gobierno militar y en contra de los
Hermanos Musulmanes y de cuantos estos representan.
Y
espero, para el bien de todos nosotros, que los países occidentales no
confundan “elecciones democráticas” con “un
buen camino para implantar el islamismo radical” a millones de egipcios ahora y
a quien menos se lo espere, quizá mañana. Y, que no diga nadie que la fuerza
que están usando los militares egipcios contra
los “guerreros del Islam” que hacen en las calles la Guerra Santa, es “desproporcionada”, como ya algunos muy cínicos
políticos occidentales, afirman para complacer quien sabe a quién,