Esopo, seis o siete
siglos antes de Jesucristo, creó y situó sus Fábulas en la base de la civilización occidental, de nuestra
civilización.
Y, entre esas
fábulas, al lado de La cigarra y la hormiga, La gallina de los huevos de oro o la zorra y las uvas, nos regaló
una de especial interés y gran
actualidad en nuestro tiempo: ¡Qué
viene el lobo! , fabula que, aunque conocida por todos, por haber sido olvidada
por algunos, merece la pena recordar.
Por ello, a partir de lo que recuerdo haber aprendido
de labios de mi padre, hace muchos años,
cuando era niño, ofrezco a mis amigos mi
versión de ¡Qué viene el lobo!
“Erase una vez un pastor
que se llamaba Tomás y, en una loma a la
orilla del bosque, cerquita del pueblo cuidaba las ovejas de su familia y de
otros vecinos.
Tomás no era mal
chico pero, como estar todo el día viendo pastar
a las ovejas para él era bastante aburrido, se pasaba las horas pensando
qué hacer para divertirse un poco.
Así, pensando y
pensando, al fin la mente de Tomás se iluminó con una idea: mi pueblo está lleno de tontos, me voy a reír a mandíbula batiente con el susto de muerte que voy a darlos por ser tan tontos.
Inmediatamente Tomás se subió a una roca muy grande que se veía muy bien desde el pueblo y, agitando los brazos con fuerza, comenzó a
gritar ¡auxilio, socorro, que viene el lobo, que viene el lobo! ¡venid a
ayudarme, que viene el lobo, que viene el lobo!
La gente del pueblo
se dio un susto horrible, todos sabían que el lobo era muy peligroso y que de cuando en cuando salía del bosque, atacaba los rebaños, devoraba
alguna oveja y, aunque no muchas, algunas veces se comía al pastor. Por ello, todos los hombres y los chicos del
pueblo rápidamente se armaron con escopetas, palos y piedras y corrieron loma arriba para auxiliar a Tomás.
Al ver llegar a los
vecinos, tan preocupados por él y por las ovejas, partiéndose de risa no dejaba
de decir a gritos: Ja, ja, ja, sois idiotas, os he engañado a todos, ja, ja, ja.
Los vecinos, bastante enfadados,
pero contentos porque no hubiera venido el lobo, regresaron al pueblo y dejaron
a Tomás para que siguiera cuidando a las ovejas.
Ja, ja, ja, sois idiotas, os he engañado a todos, ja, ja, ja. Ja, ja, ja, sois
idiotas, os he engañado a todos, ja, ja, ja.
Pasados unos días, recordando lo
bien que lo había pasado haciendo correr a tanta gente para salvar su vida y la de las ovejas Tomás decidió repetir
el evento.
¡Auxilio, socorro, que viene el lobo, que viene el lobo! ¡venid a ayudarme,
que viene el lobo, que viene el lobo!
Aunque algún viejo dijo que Tomás era un mentiroso y no había ningún lobo, casi todos los vecinos volvieron a coger escopetas, palos y piedras y corrieron para auxiliar a Tomás.
Los vecinos, además
de enfadarse mucho con Tomás, se enfadaron consigo mismos por haberse dejado
tomar el pelo por un zagal y volvieron
al pueblo a seguir con sus quehaceres.
Pero Tomás lo había
pasado tan bien viendo el esfuerzo de sus vecinos y sus caras al ver que por dos veces seguidas los había engañado que,
pasados unos días volvió a repetir su placentera acción.
Aunque casi nadie del
pueblo se lo creyó, aún hubo algunos vecinos que, preocupados por las ovejas y
por Tomás, con las escopetas, los palos y las piedras en las manos, después de
darse la carrera loma arriba, pudieron escuchar de cerca a Tomás que gritaba:
Ja, ja, ja, sois idiotas, otra vez, y es la tercera, que os he engañado,
ja, ja, ja. Ja, ja, ja, qué idiotas sois, ja, ja, ja.
No había pasado un
día cuando Tomás vio, con horror como hasta él llegaba el lobo, hambriento y
feroz.
¡Auxilio, socorro, que viene el lobo, que viene el lobo! ¡venid a ayudarme,
que viene el lobo, que viene el lobo! ¡Auxilio, socorro, que no os engaño, que viene
de verdad el lobo, que viene el lobo! ¡venid
a ayudarme, que viene el lobo, que viene el lobo, que me va a comer el lobo!
¡Auxilio, socorro, que viene el lobo, que viene el lobo! ¡venid a ayudarme,
que viene el lobo, que viene el lobo! ¡Auxilio, socorro, que no os engaño, que viene
de verdad el lobo, que viene el lobo! ¡venid
a ayudarme, que viene el lobo, que viene el lobo, que me va a comer el lobo!
¡Auxilio, socorro, que viene el lobo, que viene el lobo! ¡venid a ayudarme,
que viene el lobo, que viene el lobo! ¡Auxilio, socorro, que no os engaño, que viene
de verdad el lobo, que viene el lobo! ¡venid
a ….
…y nadie llegó.
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