El Papa Francisco ha pedido perdón a los
mexicanos, por las cosas muy malas que hicieron los españoles (la iglesia), cuando
conquistaron, evangelizaron e incluyeron lo que es hoy América, en la cultura
romana, griega y cristiana.
Y quiero mostrar mi admiración por el Papa Francisco, seguro que para pedir perdón antes ha hecho examen de conciencia, tiene dolor de corazón y, seguro propósito de la enmienda, es decir, que cuando, limpio de pecados, suba al cielo, piensa hacer el milagro de sacar de América a todos sus habitantes, incluidos los muertos, devolver a los mexicanos la alegría de los sacrificios humanos y borrar del todo, en aquellas tierras, lo que queda de cristiano.
Evidentemente, el Papa Francisco, cuando
sea santo y suba al cielo, hará al mundo retroceder en el tiempo, y ¡cuánta
tristeza!, él mismo también desaparecerá del cielo y del infierno…habrá logrado
el mayor de los milagros: hacer de sí mismo, de su confesor mexicano y de todos los que hoy
vivimos, no nacidos pero, por no poder pecar, santos.
Claro que, porque a mí me alegra bastante haber nacido,
aunque no soy un santo, me he puesto a rezar mucho para que el Papa Francisco
no se muera nunca, para que no suba al cielo, para que no llegue a santo, para
que respete mi vida y no me impida el don maravilloso que es haber nacido.