Hoy, 4 de febrero de 2024, cumplo, he cumplido, 80 años.
Y, cuando pienso en ello, lo primero que aparece en mi
memoria es una imagen, la única que recuerdo, de Balarrasa, una película
que vi siendo un niño y que me ha perseguido, con mayor o menor intensidad,
durante lustros: es la de un hombre, desesperado, pidiendo perdón al cielo por
tener, al final de su vida, las manos vacías.
Y, ahora, con 80 años, al mirarme las manos, veo que, sin
darme cuenta, se han ido llenando, ¡cuánta fortuna!, de esos inmensos bienes
que son los aciertos y los errores, los éxitos y los fracasos, las alegrías y
las tristezas, tener salud y vivir la enfermedad, gozar el amor y sufrir el
desamor.
Pero, sé bien que nada de ello es mérito mío; en la vida,
mucho, casi todo, incluido el haber nacido, es fruto del Azar, la Providencia o
el Destino, y en las muy contadas ocasiones en que me pareció haber elegido las
consecuencias, buenas o malas, a la larga nunca fueron las que había
previsto.
Así, y sigo pensando; mis años de vida han sido un soplo,
largo y muy corto, en el que todo ha cabido; y, por ello, cuando ya soy
prescindible, porque es obligado, a Dios
estoy muy, muy agradecido.
1 comentario:
Profundo,realista y siempre dando gracias a Dios.0
Publicar un comentario