De cuando en cuando, cada vez con más frecuencia, me llegan correos electrónicos de esos que dicen que para ahorrar dinero, “hay que eliminar el senado y las comunidades autónomas; bajar los sueldos de los políticos y sus pensiones; suprimir los coches oficiales, las subvenciones los sindicatos, a los partidos políticos y a las ONGs. Además, también “para ahorrar”, hay que obligar a los políticos a que devuelvan el dinero que hayan robado; extraditar a los inmigrantes que cometan delitos y reenviar a sus países a los no tengan trabajo. Y, en ocasiones se añaden, como medidas imprescindibles limitar las retribuciones de los directivos de las empresas, nacionalizar la banca, subir los impuestos a los ricos y reducir el consumo de productos que no sean locales.
En mi opinión, las personas que redactan estos correos probablemente son siempre las mismas y lo hacen en gran medida porque desean extender sus propios posicionamientos ideológicos que se sitúan ya en la extrema derecha o en la extrema izquierda, unos cercanos al nacionalsocialismo y los otros al socialismo real.
Por otro lado, las personas que hacen circular estos correos en Internet, enviándolos y reenviándolos a muchos, incluso a todos los contactos de sus agendas, lo hacen por dos razones: La primera porque los correos están redactados a base de medias verdades que hacen parecer sensatas las mayores barbaridades; la segunda porque el creciente descrédito de los políticos se ha convertido en un sustrato que hace crecer entre los ciudadanos la percepción de falta de preparación, carencia de buena fe, absoluta ausencia de honradez y por supuesto, ninguna credibilidad de los políticos.
A mí los correos no me preocupan mucho porque estoy seguro de que quienes los envían, si pensaran un poco, se darían cuenta de que están jugando a enviando falacias. Pero sí me preocupa una barbaridad el que las personas cuando reciben los correos perciben verdades que no pueden dejar de contar a sus amigos y porque la circulación de los correos contribuye cada vez más a hacer crecer en la cabeza de las gentes ideas que han causado, en España, en Europa y en todo el mundo millones de muertos hace bien pocos años,
No estaría mal que los dirigentes políticos europeos reflexionasen sobre el descrédito de sus partidos e hicieran algo, aunque no sea sencillo, para cambiarlo.
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