Al reflexionar sobre la situación que estamos viviendo me viene a la memoria la terrible frase que a modo de excusa dicen a sus víctimas, antes en las películas y ahora en la realidad, las personas sin escrúpulos que hacedoras del mal, gustan justificar sus terribles acciones.
Pienso que la frase, en el fondo, es para quien la pronuncia, una forma, acaso la mejor que se puede usar, para hacer algo que aún terrible, para uno mismo está plenamente justificado: Estaría mal el dolor que voy a causar, sería incluso espantoso someter a alguien a torturas o matarle, y yo nunca lo haría en una situación normal, pero las necesidades del negocio son para mí muy superiores al daño que puedo causar.
Cueste lo que cueste, aunque a ti te cueste la vida, solo es mi negocio y tú eres un obstáculo que se interpone en mi camino y que, pase lo que pase, voy a eliminar.
Evidentemente solo puede pronunciarse esa terrible frase desde la carencia de pensamiento ético, desde una perspectiva vital en la que no existen límites, en la que el propio beneficio es el bien superior que justifica todas y cada una de mis acciones.
Por supuesto, hay personas que en público jamás pronuncian la frase y que también evitan decirla en privado, pero que se inspiran en ella para orientar sus comportamientos.
Estoy seguro que los islamistas bomba, los usureros más crueles, los pederastas más viles, los proxenetas más canallas, no tienen nada personal contra sus víctimas, lo hacen tan solo porque es su negocio.
Y estoy seguro de que quienes hoy quieren pactar o están ya pactando, con los asesinos de ETA, humillando a los muertos, hacer sufrir a las víctimas y quitandonos a todos la honra, no es porque sea nada personal, es porque ellos creen que en la vida, en su vida, todo es negocio.
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