He redactado esta
entrada con el propósito dar a conocer
y estimular la lectura del libro de Moisés Naím El fin del poder (Ed.
Debate, octubre de 2013) porque creo puede ser de inmensa utilidad para muchos
de mis lectores y amigos saber que
existe, leer el libro y reflexionar
sobre su contenido.
Comenzamos: La
sociedad globalizada de los comienzos del Siglo XXI, se caracteriza por estar
inmersa en las tres grandes revoluciones del “más”, de la “movilidad” y de la
“mentalidad”.
La revolución
del “más”, está aplastando las barreras del poder; la de
la “movilidad” ha provocado el final del público cautivo y la de ”mentalidad
“ ha conseguido que ya nada pueda darse
por descontado.
Hoy podemos
afirmar que las más poderosas organizaciones, los
proyectos más exitosos, las mayores y mejores realizaciones o las más consolidadas creencias del pasado y del presente han entrado en crisis y todo proyecto orientado hacia el futuro, para que
pueda tener alguna probabilidad de éxito, ha de ser pensado sin contar con el soporte
de la filosofía, los
objetivos, los modos de pensar y las
formas de pensar que han dado buenos resultados hasta ahora mismo.
Por ello, cualquier
persona y cualquier organización que pretenda diseñar su futuro, para no
cometer errores absurdos, ha de ser muy consciente de las nuevas realidades y tener muy en cuenta los cambios que han provocado y están ahora
provocando las tres revoluciones.
Veamos ahora con algún detalle lo que implica cada una de
las tres revoluciones.
La revolución del “más”, supone
que actualmente en el mundo hay
más de todo: Más personas, más ciudades, más naciones, más regiones, más
bienes, más empresas, más ordenadores, más riqueza, más mercados, más
profesiones, más instituciones, más conflictos, más creencias, más diferencias,
más enfermedades, más conocimientos, más exigencias, más libertad, más formas
de ver la vida, más de cualquier cosa que podamos imaginar y, por supuesto, más
cambios, más competencia y, a nivel individual y social, más inseguridad.
La revolución de la “movilidad”
implica que las más personas que habitamos el mundo simultáneamente
tenemos más conocimientos, más libertad y nos movemos mucho más. Esta
revolución no solo ha incrementado los millones de personas que cambian de
residencia y que emigran a cortas o largas distancias, que viajan cerca o lejos
para vender, comprar o aprender, sino que además de ello se llevan con ellas
sus gustos, sus creencias, sus modos de vivir. Y la movilidad afecta también a
las fidelidades y las relaciones familiares, a las preferencias políticas, a las creencias religiosas, al
peso y al poder de las instituciones, a
los hábitos de permanencia en el trabajo y a las formas de trabajar, a la fidelidad a los proveedores de bienes y
de servicios, a las exigencias de
calidad, a las formas de ver la vida, a las maneras de entender lo que
significa la seguridad para las personas y los grupos sociales. Evidentemente,
la revolución de la “movilidad”, en su significado profundo es, sobre todo, el
desencadenamiento de un proceso ya iniciado y
en situación de aceleración creciente, de ejercicio permanente por la personas de la libertad de elegir y de no aceptar como un hecho
natural el “estar cautivos” o vinculados indefinidamente a trabajos, empresas,
lugares de residencia, partidos políticos, iglesias o formas de pensar.
La revolución de la “mentalidad” ha hecho, en muy pocos años y cada vez
más, nada pueda darse por descontado. Las revoluciones del “más” y de la
“movilidad” han hecho que hayan cambiado
las expectativas, y las creencias de las
sociedades y de los individuos. Incluso, y esto es extremadamente importante, se han creado y están creando cada día nuevas
formas de pensar y aceptar, aceptar con miles de matices o rechazar los
hábitos, costumbres y valores sobre los que se ha asentado la convivencia
social. La exigencia y el ejercicio de la libertad, el rechazo de la autoridad,
la discontinuidad de las relaciones y
los cambios en las expectativas hacen que actualmente sea imprevisible
la aparición o desaparición de cualquier fenómeno, positivo o negativo, en el
entorno social.
La suma de las tres revoluciones ha creado un panorama cambiante en el
que se asoman, entre otros muchos y muy relevante, como veremos, grandes cambios:
El poder, aunque siga habiendo muchas situaciones de concentración, se
ha diluido en multitud de “pequeños poderes”, y la capacidad de “hacer cosas”
que antes tenían quienes poseían poder se ha limitado. Es indudable que los
gobiernos, los consejos de administración, los dirigentes políticos, los padres
y las madres de las familias, los sacerdotes católicos o los imanes
musulmanes, los líderes empresariales o los directivos de cualquier
organización, mandan menos que antes y tienen en la práctica “menos poder”
La vida de las organizaciones, ha entrado en una situación de permanente
incertidumbre y constante riesgo. Hasta
las más grandes e importantes del pasado siglo se encuentran en
permanente peligro y ya no nos asombra, porque es pan de cada día, la muerte de empresas que fueron paradigmas
de poder, riqueza y seguridad.
Las organizaciones, los nuevos partidos, las nuevas empresas, las nuevas
profesiones, los nuevos trabajos, los nuevos productos y los nuevos servicios
compiten, naciendo y muriendo constantemente
en el empeño, con las grandes
organizaciones, los grandes partidos, las grandes empresas, los más valiosos
productos y los mejores servicios del pasado que en muchas ocasiones siguen venciendo pero que en no pocas
sucumben en el conflicto.
La situación del mundo, en las cosas grandes y, sobre todo en las
pequeñas a las que no prestamos excesiva atención, hace que cualquier persona u
organización que pretende sobrevivir, mantenerse o
crecer, en todos los proyectos que emprenda hacia el futuro, ha
asegurarse de que la realidad de la que
parte, las líneas de tendencia, sin duda muchas y complejas que van a configurar el mañana tienen en cuenta lo que está sucediendo y dar además por descontado que cuando ha ocurrido o sido útil y positivo en el pasado puede no
serlo en el futuro.
En el mundo agitado y cambiante
de las tres revoluciones que estamos viviendo, aunque pueda parecer no
solo extraño sino completamente absurdo,
millones de personas, de organizaciones y de empresas no ven lo que está
sucediendo, no creen que lo que pasa fuera de ellas les esté afectando y siguen
viviendo como si no pasase nada, como si ellas estuvieran en una isla,
protegidas de los peligro del mundo y
fuera del mar embravecido lleno de enormes peligros y
de increíbles oportunidades que es el mundo del siglo XXI.