miércoles, 8 de octubre de 2014
544. LAMENTABLEMENTE, LA EXTENSIÓN DEL ÉBOLA ES FRUTO DE LOS DAÑOS PSICOLÓGICOS COLATERALES DE LA CRISIS
En
estos días los españoles estamos presenciando, entre sorprendidos y espantados, la gestión del Gobierno y del Sistema
Sanitario del contagio de una o varias personas por el virus del ébola.
Evidentemente,
lo más importante es que la
persona o personas actualmente infectadas
se cure pronto, que la infección no se
extienda y que no se
convierta en el comienzo de una epidemia.
Mi
convicción sobre el éxito final ante este problema es absoluta y se
basa en dos hechos que lo
garantizan: primero, nuestros expertos tienen los conocimientos necesarios para
tratar la enfermedad y evitar
su extensión y, segundo, existe la voluntad firme, en ellos, en los gestores
del Sistema Sanitario y en el Poder Político, para hacer
correctamente cuanto sea médica y socialmente necesario hacer.
Sin
embargo, en mi opinión, lo más grave de la situación no es el
problema sanitario que, seguro, se va a resolver con éxito. Lo terrible es que ahora vemos es solo la punta de un inmenso iceberg, es la primera gran manifestación de los daños psicológicos que ha
producido y sigue
produciendo la crisis,
primero económica y luego social, que padecemos en España desde hace siete
años.
En
mayo de 2012 el
eminente psicólogo D. Juan San Andrés puso de manifiesto en un
gran trabajo (glosado en este blog en junio de ese año) que en nuestra sociedad se estaban
desarrollando siete grandes males: La
tendencia al deterioro de la autoestima nacional, la seguridad y la
fe en nosotros mismos; el avance hacia posiciones de indefensión aprendida; el
deterioro y las carencias de modelos de comportamiento positivo; la cultura
del subsidio, el que nuestro foco dominante es el tiempo presente, la falta de un relato
histórico compartido y la ausencia de una «visión» .
Los
recortes en los gastos del Sistema Sanitario,
no siempre bien hechos y sin duda mal “vendidos” a los profesionales del sector y a
la sociedad, han generado un
enorme malestar entre esos profesionales,
el deterioro de la imagen del Sistema Sanitario y una casi
absoluta desconfianza ante cualquier acto
o explicación de los
responsables políticos de la sanidad.
Es
evidente que cuando el Gobierno repatrió
al médico religioso infectado
por el virus lo hizo en la creencia de que “el sistema sanitario español es uno
de los mejores del mundo”, olvidaba que
había reducido significativamente
los gastos e
inversiones en el sector, que los recursos materiales de los hospitales eran
muy inferiores a los existentes antes de la crisis y que, sobre todo, los
profesionales, médicos, enfermeras, auxiliares, etc., son menos, tienen la moral baja, les faltan recursos y, en parte por sus actitudes
negativas, han rebajado la
exigencia de la excelencia en el trabajo que es exigible en cualquier
organización que pretende mantener posiciones de liderazgo.
Dicho
de otra manera, la Ministra
de Sanidad y el Gobierno al que pertenece, tomó la decisión de repatriar al enfermo de
ébola apoyada en una premisa falsa, el Sistema
Sanitario español en 2014
no era el de 2008. Consecuentemente, con esa decisión inicial
errónea, la Señora Ministra ha
conseguido que la tendencia al deterioro de la autoestima nacional, la
seguridad y la fe en nosotros mismos, deteriorada desde hace
años, ahora, aún en el
mejor de los casos, hayan empeorado.
Otra
cosa, estoy convencido de que con la política
de comunicación que están
haciendo las autoridades
sanitarias, por carencia
real de datos ciertos o por ocultamiento de ellos, está agravando la desconfianza de los españoles hacia su sistema sanitario, hacia los políticos y, lo que es peor,
hacia su propia sociedad.
Y
añadir que, en mi opinión, los españoles, por efecto de la crisis, el
comportamiento de sus políticos y el deterioro del trabajo de los
profesionales, estamos avanzando cada vez más deprisa hacia actitudes personales y
colectivas de indefensión y a la perdida de todos los modelos de
comportamiento positivo y eficiente que existían en la
sociedad y que nos han permitido, hasta la crisis, ser cada vez mejores.
Para
terminar dos reflexiones:
Primera:
el contagio de una o varias personas por el virus del ébola es terrible, es
indecente la gestión que han hecho los
responsables del proceso hasta
el momento y la política de comunicación de las autoridades es una
vergüenza en un país
desarrollado.
Segunda:
con seguridad, el problema actual se resolverá en un plazo corto de tiempo y se
resolverá bien.
Tercera:
lamentablemente, todo lo
que ha ocurrido y está ocurriendo es solo una manifestación de los daños
psicológicos colaterales que nos ha regalado la crisis y si la sociedad entera, empezando
por sus miembros más relevantes, no se pone a trabajar pronto y bien
para eliminar las causas de los daños que nos aquejan, más pronto que tarde
tendremos nuevas y peores situaciones que la que padecemos con la
infección de una o varias personas por el virus del ébola,
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