Desde mayo, está en manos de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, dar respuesta a la demanda presentada por Bolivia contra Chile para que el Alto Tribunal obligue a Chile a negociar de buena fe con Bolivia una salida soberana al Océano Pacífico.
Evidentemente, la resolución de la Corte, que tanto puede ser la inhibición por falta de competencia como positiva o negativa ante la demanda boliviana, puede demorar muchos meses.
Sin embargo, cualquiera que sea la sentencia de la Corte, al final, hasta que de un modo u otro no se encuentre una solución al enclaustramiento boliviano y a su demanda de salida al mar, la amargura colectiva del pueblo boliviano y su animadversión hacia su vecino Chile, no hará sino crecer e incrementar las dificultades para la convivencia y la cooperación entre ambos países.
Por ello, las palabras del Papa Francisco, como hombre de Paz, que bien conoce y comprende el pesar de los bolivianos y sabe del poder de las razones que asisten a los chilenos, son un grito que llama al diálogo y a la paz entre los dos pueblos.
Chile, se ve en las palabras del Arzobispo de Santiago, Cardenal Ricardo Ezzati, al considerar “justo y adecuado” el llamado al diálogo del Papa Francisco y en la decisión de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, al aprobar por unanimidad la disposición del Gobierno de restablecer de inmediato las relaciones diplomáticas con Bolivia, está dispuesto al diálogo.
Estoy convencido de que Chile es un gran país, capaz de encontrar soluciones al problema boliviano
y que hará cuanto pueda para llegar a un acuerdo que ponga fin, por el bien de sus
vecinos y suyo propio, al contencioso con
Bolivia.
Y ahora, Bolivia, que
ha conseguido hacer comprender a muchos
ciudadanos y a no pocos gobiernos del mundo, el problema de su mediterraneidad,
ha de demostrar que es un país serio, con habilidad para negociar usando razones y argumentos y, sobre todo,
que es capaz de inspirar confianza y de asumir y respetar los compromisos que requiere la solución del conflicto.
Por supuesto, para
negociar no hace falta una previa Sentencia
del Tribunal de la Haya. Esto lo saben los chilenos y también los bolivianos.
Para terminar una idea adicional:
Perú también cuenta y tiene mucho que decir en cualquier acuerdo que permita dar
a Bolivia una salida soberana al Océano Pacífico. Por ello acaso sería bueno que, de una manera u
otra, Perú, porque tiene algo a perder y
no poco a ganar, estuviera presente en las negociaciones
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