En estos días, estimulados por
Donald Trump, su presidente, los medios de comunicación norteamericanos, nos dicen que Irán y los
iraníes han atacado a varios petroleros, ninguno con bandera norteamericana,
que navegaban tranquilamente por el
Golgo Pérsico. Esto puede ser causa de una nueva guerra en favor de la
libertad, que declaren los muy decentes y democráticos americanos al teocrático y muy indecente Iran.
La verdad es que, de entrada me
surgen las dudas, y ello acaso porque de
niño y de joven tuve la firme creencia de que el presidente William, McKinley,
en 1898 había justificado su canallesca declaración de guerra, con
posterior victoria, a España, hundiendo el Maine, un obsoleto acorazado lleno
de tripulantes de raza negra, y acusando falsamente a los españoles por lo que los propios norteamericanos
habían hecho.
Más tarde, ya mayor, mi perspectiva
cambió, dejé de considerar a los Estados Unidos como un país “desagradecido”
(España contribuyo eficazmente a su
independencia), “asesino y mentiroso” (mataron a sus propios marineros y nosotros
no hundimos el Maine), “imperialista y
canalla” (atacando y matando a los
pobres y santos comunistas en Vietnam),
y me convencía de que Estados Unidos era un gran país, lleno de gentes
estupendas, que había salvado a los
europeos de Hitler y nos han protegido durante décadas del comunismo…además,
sus empresas son estupendas y yo he trabajado en algunas de ellas, siempre con
satisfacción y reconocimiento.
Incluso, cuando George W. Bush justificó la guerra contra Saddam
Husein en las armas de destrucción masiva que poseía Irak y eran una amenaza
contra el mundo civilizado, yo, tonto de mí, me lo creí; y digo tonto porque
las terroríficas armas de destrucción masiva solo estuvieron en la boca del
presidente norteamericano y en las páginas o en las pantallas de sus medios de
comunicación…cuyos editores resultaron ser igual de indecentes y metirosos que
en 1897 y 1898 lo fueron William Randolph y Joseph Pulitzer, cuando atacaron
injustificada, falsa e interesadamente a España.
Pues bien, ahora aún me
debato en la duda, cuando veo al presidente norteamericano Donald Trump acusar
a la teocracia iraní de atacar a petroleros que navegan por el Golfo Pérsico no
puedo evitar que me entre una gran duda y,
con gran tristeza, pienso que quizá va a resultar falso lo que he pensado siendo adulto
y era verdad lo que me dijeron y yo
creí, cuando era niño: los norteamericanos, bueno hay excepciones, con su presidente a la
cabeza, son mala gente y un peligro para
la humanidad y, como cuando en 1898
robaron Cuba, Puerto Rico y Filipinas a España, ahora, en 2019
quieren arrebatar y quedarse con algo
muy valioso que ellos ansían y hoy todavía es de Iran…¡ojala
me equivoque y tenga que rectificar!
Y no, no tendré que rectificar, el
Presidente Trump, Randolph y Pulitzer son los Estados Unidos de Norteamérica y,
efectivamente, paradigma de todo lo que yo puedo detestar e incluso odiar.
Y no, no tengo que rectificar, las
ciudades, las empresas, las universidades, el cine, la literatura, el
inconformismo, la generosidad, son también
los Estados Unidos de Norteamérica y
son paradigma de todo lo que yo puedo admirar e incluso amar.
Los Estados Unidos de Norteamérica
son, desde hace un siglo, el imperio que domina el mundo y, es un imperio
porque tiene no solo las dos caras de mi paradigma, tiene dentro de sí toda la
gama, entre lo más detestable y lo del todo perfecto, de lo que ser puede ser
siendo humano.
Por ello, detestando cuanto tienen
de malo digo, con la misma absoluta
convicción con que lo dicen los norteamericanos, God Bless America, Dios bendiga a los Estados
Unidos
1 comentario:
Buenos días, José Luis. Nos conocimos el viernes pasado en circunstancias poco gratas y me diste a conocer tu blog, que estoy empezando a leer con gusto.
Respecto al tema de esta entrada, me permito recomendarte un libro que quizá conozcas: Imperiofobia, de María Elvira Roca Barea. Tienes una entrevista muy extensa en el siguiente enlace:
http://www.ivoox.com/16578960
Un abrazo,
Ángel
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