Realmente, ante la fuerza con que nos llega, me llega, el
sunami que es la nueva religión de
nuestro tiempo, además de agacharme, para que me pase por encima, con la triste seguridad de la
racionalidad del honesto pagano que soy,
trato de comprender cómo la llama de la nueva
fe ha prendido en los corazones, que no en el cerebro, de la multitud de
conversos que, adorando “el clima”, llena sus virtuales templos.
Que sí, que como la tierra se enfade y, por debajo, sus
placas choquen, las montañas pueden hacerse llanuras y las llanuras montañas,
los desiertos bosques y los mares
desiertos.
Que sí, que sí, que cuando los volcanes de ponen serios
desaparecen ciudades, nacen islas, las nubes de contaminación ¡llenan el cielo
y, ¡cuánto horror!, matan la vida hasta allá donde alcanza el terrible calor y
el detritus infernal de sus entrañas.
Que sí, que si viene un meteorito grande la explosión de su
choque con la tierra despertará volcanes, desencadenará terremotos, matará
miles de especies y probablemente, durante muchos años, en gran parte de la
tierra todo sea oscuridad y silencio.
Que sí, que el planeta tierra es un pedrusco más o menos
esférico, que gira sobre un eje y ese eje, ¡quién sabe de verdad por qué!, de
cuando en cuando se mueve y los polos cambian de sitio y el hielo de los
viejos casquetes se hace agua, los mares
unas veces se calientan y otras veces,
se enfrían; en el lugar donde está Groenlandia empieza a hacer un calorcito
estupendo, España se coloca
en el ecuador; Segovia tiene mar y
las islas Canarias se encuentran
en el centro de un inmenso continente.
Que sí, que todo cuanto antecede ha pasado muchas veces antes de ahora; y por poner otro ejemplo bien cercano, la Guadalajara de España, hay pruebas, ha sido no una sino varias veces, fondo del mar, alta montaña, tierra de glaciares, bosque, tundra y sabana…Aquí al lado, a 27 kilómetros del centro de Madrid, están los Yacimientos Paleontológicos Cerro de los Batallones, donde se han encontrado restos, a más de jirafas, de abundantes tigres dientes de sable, varios rinocerontes y huesos de otros carnívoros propios de lo que es hoy la fauna africana…Está claro pues que en el pasado ha habido y seguro que ahora también hay cambio climático y que ante este cambio, me parece que, salvo rezar para que venga despacio y no sea del todo brusco, poco podemos hacer los seres humanos.
Pero claro, resulta también que sí, que trabajar en las
minas de carbón produce silicosis; que el uranio es peor que peligroso, que
sacar la plata usando mercurio mata; que los residuos radioactivos se mantienen
casi eternamente radioactivos, que las centrales térmicas manchan mucho el aire
y que el agua, cuando se contamina, también mata.
Y que sí, que hay contaminación, que hay mucha
contaminación, que hay gente que se enferma y que muere porque el aire está
contaminado, los ríos no tienen peces, los plásticos destrozan el fondo de los
mares, los suelos están más que manchados, el hielo de los polos se está
licuando y las faldas de las grandes montañas son peligrosos basureros.
Pero, sería bueno que sustituidas por alternativas mejores,
desapareciesen las centrales térmicas, los coches no consumieran gasolina,
la calefacción fuera solar y la compra del supermercado viajase en bolsas de algodón. Seguro que mejoraría la
salud de los habitantes humanos del planeta y, hasta es posible, que algunos
trabajos, hoy muy duros, dejaran de existir para dejar paso a otros “más
humanos”.
Ahora bien, ¿alguien sabe cuánto es de verdad la subida
o la bajada de la temperatura que
se está produciendo en el Polo Norte, en el Polo Sur, en el Ecuador, en
Cochabamba o en Murcia, y qué parte de
esa subida o de esa bajada es debida a las acciones de los
muy terribles depredadores que somos los seres humanos y qué parte
corresponde a lo que está ocurriendo debajo de la corteza terrestre o más allá
de donde termina la atmósfera del Planeta Tierra?
Pues eso, aparte de
lo que dicen los periodistas (no hay garantía alguna de que sea cierto) en los medios de comunicación, nadie tiene ni
idea de si lo que los hombres estamos haciendo afecta o no al cambio climático
que, eso seguro, se está produciendo en el Planeta Tierra aunque no hagamos nada, absolutamente nada, y
más aún, el clima seguirá cambiando aunque, para evitarlo, terminemos la vida de la humanidad con una muy eficiente y
muy justificada eutanasia global.
Y, otra cosa, eso de salvar el planeta me parece una
frase entre estúpida y del todo estúpida: el planeta es un pedrusco que se
mueve en el espacio que ni puede ni necesita ser salvado por nadie. Supongo que
lo que la gente quiere decir cuando habla de salvar el planeta es “hay que salvar lo que hoy vive en la
tierra y no molesta a los hombres” para que la humanidad siga viviendo como hasta ahora…olvidando
siempre que en cualquier momento vendrá un maremoto, explotará
uno o muchos volcanes y llegarán,
como si tal cosa, un buen puñado de terremotos , y eso aunque no quieran que
pase de ninguna manera los habitantes de
San Francisco, de Estambul o de Murcia, que son
buenas gentes y muy pronto
todos se convertirán en ecologistas miembros de la Religión Verdadera del
Cambio Climático.
Para terminar: Cuando escucho hablar del cambio climático
me asombra que tanta gente se crea, sin una sombra de duda, lo que predican “los ecologistas” , “los políticos” y “ los periodistas”, con la misma fuerza y la misma seguridad que hace unos
años se creían todas y cada una de las palabras
atribuidas al Papa, a Buda, a Mahoma, a Calvino a Lutero o dijera el domingo el párroco en la antigua y
preciosa iglesia del pueblo.
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