EL
MINISTRO ILLA DEBE ENTRAR EN LA REAL ACADEMIA
DE LA LENGUA, MERECE SER INMORTAL
Parece
probado que la mejor medida para contener los brotes de contagio que en
cualquier momento y lugar, especialmente
ahora, nos regala la pandemia, consiste en recluir o confinar a las personas ya
enfermas o sospechosas de estarlo, en un lugar con límites muy concretos y bien
delimitados.
Y,
¡cuánta imaginación!, hace unas horas, el
ministro de Sanidad del Gobierno del Reino de España acaba de describir la
mencionada reclusión con dos palabras: “confinamiento quirúrgico.”
Y,
el ministro, ¡cuánto saber! debería ser,
ahorita mismo, incorporado a la Real Academia: ha descubierto, inventado, encontrado,
creado, incorporado o simplemente “soltado”, una nueva acepción al adjetivo quirúrgico,
ese que en el Diccionario de la Lengua, hasta ahora aparecía solamente como “Perteneciente o relativo a la
cirugía”.
Y,
yo, porque amo mi lengua con pasión, doy gracias y felicito al ministro, a Illa,
el gran lingüista que, por su "confinamiento quirúrgico", merece ser
inmortal.
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