El pasado día 31 de
diciembre de 2022, en Roma, murió el Papa Benedicto XVI.
Y, aunque tenía 95
años y han pasado casi 10 desde que, en un acto de inmenso amor a la iglesia, renunció a la Silla de San Pedro, su fallecimiento
me ha producido una gran tristeza.
Ciertamente el
Espíritu Santo, a lo largo de los siglos, ha dado a la Iglesia los papas que eran,
en cada momento, los adecuados y después del hombre de acción, el gigante Juan Pablo
II y antes del pragmático Francisco, puso al humilde y muy sabio teólogo que ha
sido Benedicto XVI.
No soy quien para glosar
la figura de un Papa de la Iglesia Católica, y no lo haré, por ello, en esta
entrada, de todo lo que sé de este, para mí, gran y muy santo papa, decir que de
su inmensa obra hay un libro, en tres tomos publicados en 2007, 2011 y 2012, (hay
una edición completa), Jesús de Nazaret, que, cualquier persona, creyente o no creyente, que
piense un poco, en mi opinión, debe leer y, luego, reflexionar muy despacio, sobre
lo escrito por este Santo Padre lleno de ciencia y fe.
Dios guarde en Su seno al Papa Benedicto XVI.
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