Después de las elecciones autonómicas y municipales del
pasado 28 de mayo, cuando la suma de los partidos de “las derechas”, Partido
Popular y VOX, derrotó a la suma del doctor Sánchez, “las izquierdas” y los
separatistas, no pocos españoles reflexionamos sobre el cómo y el por qué debe
ser nuestro próximo gobierno.
Y, porque para interpretar el presente es preciso conocer
el pasado, debemos recordar que, con indudable éxito e inmenso progreso para la nación y sus gentes, durante los
cuarenta años que van desde 1978 hasta 2018, hasta que accedió a la presidencia
el doctor Sánchez, aunque con matices guerra civilistas en el mandato entre
2004 y 2011del presidente Rodríguez Zapatero, la gobernación del Reino de
España ha estado en manos de eficientes políticos del centro político, unas
veces, del socialdemócrata PSOE y otras del conservador Partido Popular.
Sin embargo, el mapa anterior, como consecuencia del
atentado de Atocha en 2004 que llevó al poder al entonces socialdemócrata PSOE
y la gran crisis de 2008 – 2014 que se lo devolvió al Partido Popular, sufrió
un tremendo cambio: la extrema izquierda, ocupada hasta entonces
por un partido comunista, IU, casi marginal, vio nacer con enorme fuerza una
nueva formación, Podemos, de corte bolivariano que, por otro lado, dejó al PSOE
muy debilitado; y la derecha quedó partida en tres grandes grupos, a la derecha
VOX, muy pequeño al principio, un nuevo pujante y liberal Ciudadanos y un
mermado Partido Popular. Resultado del nuevo mapa político fue el acceso,
mediante una moción de censura primero, en 2018 y elecciones, en 2019, después,
del doctor Sánchez y su gobierno de coalición con la extrema izquierda y el
apoyo de todos los separatistas, incluidos los herederos del horror terrorista
de ETA.
Pero, en estos tiempos de gran convulsión, el cambio no se
detiene, va a más y lo hace hacia situaciones inimaginables por los ciudadanos
y menos todavía, por los políticos. Así, el gobierno del doctor Sánchez ha
alterado nuevamente el mapa político: ha conseguido, en la izquierda, llevar al
PSOE más allá de la socialdemocracia, reducir a bolivarianos y comunistas, a
casi nada; y fortalecer a la derecha, sobre todo al Partido Popular, eliminando
a los liberales de Ciudadanos y haciendo más sólido el voto a VOX.
Y, esto lo ha
conseguido el doctor Sánchez en base a políticas orientadas a dividir y
enfrentar a la sociedad española, a crear y mantener una fuerte confrontación izquierda
– derecha, similar a la creada por las mismas izquierdas en la década de los
años 30 del siglo pasado, que le permitiera mantener su indefinida continuidad en el gobierno de España, y todo ello mediante la aprobación de medidas
legales contrarias del sentir del común de los ciudadanos de todas las
ideologías, especialmente la derecha y el centro sociológico, tales como la supresión
del delito de sedición, el indulto a los golpistas catalanes, las leyes del Sí
es Sí o de Memoria Democrática, concesiones a los separatistas vascos herederos de
ETA, subidas de impuestos, cambios en la política internacional y, sobre todo,
sus permanentes ataques verbales a todo cuanto significa “la normalidad” y “el
sentir” de la parte, importantísima, no radicalmente izquierdista o
separatista, de la sociedad española.
Así, dicho lo anterior, llegamos al momento actual, junio
de 2023, momento en que se están constituyendo los gobiernos autonómicos y
municipales en función de los resultados de las elecciones del pasado 28 de
mayo, estamos inmersos en la preparación de las elecciones generales del
próximo día 23 de julio y, en mi opinión, muy necesario expresar lo que muchos
españoles pensamos sobre el cómo y por qué deben ser los gobiernos que
ahora nacen y el que salga de las urnas en las elecciones generales del próximo
mes de julio.
Y, en este punto, cuando parece evidente que esos nuevos gobiernos
pueden y deben estar gestionados por la suma de los dos partidos de “derechas”,
uno solo, el más grande, el Partido Popular, en la mayoría de los casos no
puede hacerlo solo, aparece un curioso factor que acaso, aparentemente, puede
distorsionar lo que, en principio, es obvio: el extraño complejo de una parte
de influyentes políticos populares y de votantes
que dudan, se resiste al pacto con los
de VOX y ello por cuanto este partido está
marcado, aunque no lo es, por la presión mediática socialista y comunista, desde su nacimiento,
como “ultraderechista” y “fascista”, gracias a la intensa presión y constante propaganda mediática socialista y comunista que,
segura de su superioridad moral, intenta
dividir y mantener dividida y débil a la derecha,
Así, se da la paradoja de que los políticos y ciudadanos de
“centro y de derechas” que han comprado “valores” y “creencias”, en gran parte
falacias, solo se sienten seguros cuando reciben “la bendición” de intelectuales
y políticos socialistas y comunistas. Necesitan el aplauso de quienes no les
han votado y no les votarán nunca, de esos que, desde su manida superioridad
moral y siendo enemigos acérrimos de la Iglesia o del cristianismo en general, aplauden
a los jerarcas eclesiásticos cuando alguno de ellos manifiesta opiniones contrarias
a las de la mayoría de los creyentes.
Y no, en mi opinión, esa creencia de que “las derechas” necesitan
permiso de “las izquierdas” en su toma
de decisiones, a pensar de la indudable debilidad intelectual que es propia de
nuestra clase política, no debe pesar y no pesará en la obligación de los partidos
del Partido Popular y VOX de pactar gobiernos de derechas para corregir y superar
los grandes males que ha causado en España el doctor Sánchez en su indecente
gestión de la coalición social comunista; la razón es triple: en primer lugar,
los ciudadanos de “centro y de derechas”, en este año de 2023, han votado y van
a votar con el fin primario de “echar a Sánchez”;
en segundo lugar, el ansia de poder es
absolutamente irresistible para los políticos de todos los colores y ahora, los de derechas, jamás van a perder
la oportunidad de gobernar aunque “sea un horror”, pactar con alguien que
piensa casi del todo lo mismo que ellos; y, en tener lugar, los políticos saben
que, si ahora no pactan, sus votantes se
van a enfadar mucho con ellos y eso puede significarles la ruina.
Así, en resumen, pienso que será, y será bueno que el Partido
Popular y Vox pacten un gobierno realmente de derechas, sin concesiones a la “superioridad
moral”, que no la tiene, de las izquierdas.
Nota: los logotipos que ilustran esta entrada están tomados
de Internet.
1 comentario:
Muy interesante! Creo fundamental que gobiernen en coalición ! El PP ha tenido buenas meteduras de pata que , en mi opinion , es la razón por la que surge VOX . Espero que el próximo gobierno PP + VOX consigan enderezar España. Sánchez es lo peor que nos ha podido pasar
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