Pues sí, he pasado unos días en La Toja y, aunque la suspensión durante una semana del tráfico ferroviario entre Madrid y Galicia, ¡ah, los terribles incendios!, me había hecho dudar y casi desear quedarme casa, al final, como todos los veranos, he podido disfrutar el encanto de estar con los hijos y los nietos en la isla de La Toja.
Han sido unos días estupendos: ninguna obligación, sin sentir el cuerpo,
todo tranquilidad y, embarcado en la rutina de hacer nada, gozando la atención
y el cariño de los hijos y los nietos, aún sin querer, con ocasión y tiempo
para pensar.
Y, casi todo lo que he pensado es malo: lo que
nos está sucediendo en España, ¡el doctor plagiario solo es un síntoma!; el
deterioro de las instituciones, la muerte de Europa; el avance del islam; el
abandono de la religión, el relativismo materialista; el igualitarismo…
Luego, en mi angustia, para escapar del
pesimismo, quizá porque lo aprendí de niño, me refugio en lo que me queda de la
fe en lo que fuimos, en la cultura y en la religión que siguen vivas en las,
hoy convulsas, Españas americanas, en esos únicos restos de lo que fue Europa y nuestra
civilización hispana y, del todo, judeocristiana.
Sí, estos días en La Toja, gracias al calor de
los míos, he descansado, disfrutado mucho y pensado un poco, pero lo suficiente
para “comenzar el curso” con ánimo y, sobre todo, con la ilusión de contribuir
en lo que pueda a un futuro mejor.
Amén.

2 comentarios:
Hay que creer en el ayer tocayo !
Y esa cotidianeidad tranquila cómoda y de progreso es mucho más amplia que los gritos y las protestas
Me alegro saber que vuelve reconfortado y con buen ánimo.
Feliz otoño, que nos sea propicio.Espero, que escriba sobre todas esas cosas que le preocupan y le alientan. Un abrazo.
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