que han repetido con notable éxito durante años. Han tenido un comportamiento deleznable, pero no más deleznable que el que ha sido habitual en ellos y que, de malo o peor grado, han aceptado varios gobiernos.
En segundo lugar, dejar muy claro que el Gobierno, por primera vez en la historia del conflicto con los controladores ha alterado sustancialmente sus conductas anteriores y ha usado la fuerza de una manara tal que, por el momento, parece haber inclinado a su favor el devenir del conflicto.
Ahora bien, el conflicto está absolutamente vivo y ambas partes necesitan imperiosamente alcanzar una solución, temporal o definitiva.
Los controladores necesitan evitar la desaparición de su gremio y el descalabro profesional e incluso personal de los miembros del gremio y de cada uno de los controladores y el Gobierno, especialmente su presidente, necesita demostrar a la sociedad española y a los dirigentes europeos que, aún en estado de extrema debilidad y con una credibilidad peor que relativa, le queda capacidad para afrontar y solventar los problemas que existen en España y evitar que estos repercutan, para mal, fuera de las fronteras. Es decir, por la cuenta que les tiene, ambas partes deberían conseguir al menos una apariencia de solución al conflicto.
Para contribuir en la búsqueda de posibles soluciones, a la luz de mi propia experiencia, que es alguna, en conflictos entre personas y entre organizaciones pongo sobre el papel algunas reflexiones.
Primera Reflexión: En todo conflicto es necesario estudiar cuantas cosas puedan ocurrir para atenuar en lo posible los riesgos y optimizar las oportunidades.
A veces, cuando una parte no ve solución al conflicto y piensa que está condenada a perderlo todo, prefiere la destrucción del bien, de la persona o de uno mismo, Sería el caso de quemar el coche antes de entregarlo al acreedor, matar al marido antes de que se marche con otra o suicidarse para no ser destituido de un puesto directivo.
Evidentemente si las dos partes llegan a la misma conclusión, es absolutamente seguro que el resultado es fatal y que no solo destruye a los afectados sino que además produce enormes daños en terceros que no tendrían que qué sufrirlos.
En el caso de los Controladores y del Gobierno, especialmente de su Presidente, se puede dar esta situación con enorme facilidad, veamos cómo:
Si un número significativo de controladores, avergonzados por su conducta, rechazados por sus familias, agobiados y deprimidos por la presión social, espantados por el riesgo de perder sus bienes y absolutamente desesperados, optan por la solución sencilla de sacar todo su dinero del banco y se marchan a un país lejano, mejor uno con el que España no tenga tratado de extradición a vivir, mejor o peor, pero lejos del Gobierno y de cualquier persona que les haya conocido en el pasado, ¿Qué hará el Gobierno?
Si otro número significativo de controladores, desesperados por la situación, con la percepción de que les han machacado injustamente o simplemente por su más que “repugnante” orgullo, deciden que aunque les lleven atados a su puesto de trabajo, no controlanrán un avión aunque les encierren en la cárcel e incluso les maten, ¿Qué hará el Gobierno?
Y, si un solo controlador, buena persona él, que arrepentido del todo, dispuesto a compensar lo mal hecho y porque lo dice el Gobierno, acepta trabajar, aún sin sueldo, por la presión a la que está sometido, porque se descuida un poco, por lo que sea, controla mal y hace que un avión aterrice con alto riesgo, entre los coches que circulan por la carretera nacional, ¿Qué hará el Gobierno?
Y si el Gobierno, una vez termine el Estado de Alarma, dure este dos, tres o diecisiete semanas, decide que los controladores tienen que seguir haciendo lo que dice la norma que, según se dice, desencadenó, el cierre del espacio aéreo español, ¿Qué harán los controladores?
Y si un juez, decide embargar los bienes de todos los controladores para pagar los costes de sus malas acciones, ¿Qué harán los controladores?
Y si el Gobierno, por motivos distintos a este conflicto, toma decisiones adicionales que resulten ser mal percibidas por la sociedad o por los dirigentes europeo y necesita un chívo expiatorio, ¿Qué harán los controladores?
Segunda Reflexión: En todo conflicto hay conocer y revisar a cada paso el Poder Expresado, el Poder Percibido y el Poder Real de cada una de las partes.
Hoy el Poder de cada una de las partes, independientemente del que pudo ser hace dos semanas, dos meses o dos años, es exactamente el es y es diferente al que pudieron tener en el pasado o al que puedan tener en el futuro, Veamos:
Los controladores, como colectivo, hoy el Poder (para parar el tráfico aéreo) que expresan ante la sociedad y ante el Gobierno es menor que el que expresaban en el pasado, hoy procuran no asustar ni amenazar. Por miedo, por arrepentimiento, por cálculo, por lo que sea, evitan expresar lo que pueden hacer.
El Poder de los controladores (para parar el tráfico aéreo) a los ojos de los ciudadanos y posiblemente del Gobierno, es percibido como mucho menor que hace una semana. Se han doblegado y, casi seguro, tienen miedo.
Sin embargo, el Poder Real de los controladores como colectivo, hoy por hoy, aunque es posible que por fisuras internas esté bajando, sigue existiendo y pueden ponerse de acuerdo para volver a impedir el vuelo de los aviones en media Europa.
Ahora bien, dentro del colectivo de controladores puede haber muchas personas o grupos de personas que aunque no hayan expresado su Poder, no hayan sido percibidos ni por el público en general ni por el Gobierno como poseedores de Poder (para paralizar el tráfico), su Poder Real existe y pueden ejercerlo.
En resumen, el Poder Real de los controladores (para paralizar el tráfico aéreo) existe, acaso injusto, terrible para todos, y acaso destructor, es real y puede volver a ser usado.
El Gobierno tiene un Poder Expresado alto, realmente alto, que además también es percibido, al haberse manifestado en la declaración del estado de Alarma, al menos por parte de los controladores y de la sociedad, como muy alto.
Evidentemente el poder del Gobierno como es percibido por los controladores y por la sociedad puede mantenerse, crecer o diluirse, en función del tiempo que se pueda mantener el Estado de Alarma, lo que ocurra en el Parlamento, lo que digan los medios de comunicación, la opinión pública y, especialmente de la evolución de la fortaleza o debilidad global del Presidente y del Gobierno que como consecuencia de los enormes problemas que como consecuencia de la situación económica y las medidas que adopte, le pueden golpear hasta hacerle caer o, está dentro de lo posible, darle algún respiro.
No obstante, el Poder Real (para garantizar el tráfico aéreo) del Gobierno ya no es tan alto. Depende de lo que quieran hacer, voluntaria o forzadamente, los controladores, no de todos pero si de una gran parte de los controladores.
Al final, la realidad es que el Poder Real está absolutamente compartido entre los controladores y el Gobierno, en un equilibrio que, en el mejor de los casos puede cambiar a peor para cualquiera de las dos partes.
Tercera Reflexión: La solución de un conflicto, cuando ambas partes tienen Poder Real, requiere negociación y esta, para dar resultados, una adecuada estrategia.
Si el Gobierno tuviera todo el Poder, es evidente que no necesitaría negociar, podría imponer su voluntad, fuera esta la que fuera, a los controladores y estos no tendrían más remedio que aceptar el dictado del Gobierno.
Si los Controladores tuvieran todo el poder tampoco necesitarían negociar, con plantear su precio tan solo necesitarían esperar a que el Gobierno lo pagase y este, con buenas o malas palabras, antes o después, lo pagaría.
Sin embargo, está claro que, hoy por hoy ambas partes no pueden imponer su voluntad, necesitan negociar.
Y para negociar, cada una de las partes, necesita plantearse y decidir una estrategia, en principio podría ser distributiva, para repartir el pastel actualmente existente (horas de trabajo, descansos, calendarios, condiciones de trabajo, compensación de los controladores, qué hacer con las responsabilidades civiles y penales del el último paro salvaje). La estrategia podría ser también integrativa, en la que además de lo que hoy existe sobre la mesa, se añadirían a los anteriores otros elementos que puedan ser valiosos para las partes (ampliación del número de controladores, formación y desarrollo, compensación a corto y largo plazo, derechos adquiridos, estatus e imagen social de los controladores y del Gobierno, seguridad a largo plazo de paz social).
Evidentemente, las actitudes que ambas partes tienen hoy o tengan en las próximas semanas, podrán evolucionar de un ganar – perder, que puede ser la del Gobierno que puede estar crecido por su posición actual y que acaso pueda creerse que tiene todo el Poder o de un perder – ganar, que es posible tengan no pocos controladores que estén asustados y quieran tan solo salvar algunos muebles, hasta un ganar – ganar que el sentido común de todos podría llevar a la solución definitiva (sabiendo que nada es eternamente definitivo) del problema del tráfico aéreo en España.
Continuará
En una próxima entrada trataremos sobre otras reflexiones adicionales en las que plantearemos vías muy concretas las la solución del conflicto.