sábado, 13 de marzo de 2021

939. DE LA NUEVA NORMALIDAD 83

 

UN OFICIO PARA IRRESPONSABLES

 

Dice el Diccionario de la lengua española que responsable es el obligado a responder de algo o por alguien, e irresponsable es la persona que adopta decisiones importantes sin la debida meditación, y también  la persona a quien no se puede exigir responsabilidad.

Nuestros políticos, al parecer, son locos, tontos, borrachos o drogadictos (irresponsables), porque pueden, con sus decisiones, matar a miles de personas, arruinar a millones de familias, permitir el vandalismo, quebrantar sus juramentos y mentir sin pausa y, que yo sepa, ninguno ha sido condenado por esos, me parece, delitos.

Y, nuestros políticos, que yo sepa, nunca han sido condenados por un tribunal de justicia a resarcir a los ciudadanos por haber incumplido sus promesas electorales, un contrato a fin de cuentas, con las que se comprometen a hacer algo para los ciudadanos a cambio de sus votos.

Más aun, ¿alguien tiene noticia de que el ministro del Interior haya pagado los escaparates destrozados y los bienes robados por bárbaros no detenidos por “la permisividad” ordenada a la policía? ¿Alguien imagina que algún político va a pagar los gastos que suponen las lecciones anticipadas, consecuencia del juego de pillo a pillo que tanto gusta a nuestros dirigentes? ¿Y pagará de su bolsillo un alcalde o un concejal por el retraso en la firma de una licencia o en el pago de una factura?

Lo tengo muy claro, los españoles pagamos religiosamente los desperfectos que, voluntaria o involuntariamente, ocasionamos; pero quienes nos mandan no pagan, y eso porque son irresponsables, no tienen posibles para pagar sus desmanes, carecen de padres, esconden sus bienes o, porque son “listos”, consiguen que no los demanden y si se los demanda, los tribunales no los condenen.

Sí, creo que es evidente, la política, hoy por hoy, es un oficio para irresponsables.  

 


 

 

jueves, 11 de marzo de 2021

938. DE LA NUEVA NORMALIDAD 82

 


DE LOS POLÍTICOS  PILLOS

 

Porque, a pesar de mantener todo su tradicional sentido, me dicen que es poco conocida e incluso que ha caído en desuso, diré que el Diccionario de la Lengua define pillo como persona astuta, pícara y hábil para engañar a los demás.

Y pícaro es, además de listo, espabilado, tramposo y desvergonzado, el personaje de baja condición, astuto, ingenioso y de mal vivir, protagonista de un género literario (reflejo de la realidad) surgido en España en el siglo XVI (y siempre presente desde entonces en nuestra sociedad).

Y, por la abundancia y peligrosidad de estos personajes, el saber del pueblo, cansado de padecer sus atropellos, buscó y encontró una forma de defenderse: esa mezcla de maldad y habilidad, que se cristaliza y resume en el refrán que dice: a pillo, pillo y medio.

Pues bien, ayer y hoy hemos presenciado, protagonizados por políticos, espectáculos, cómicos si no fueran trágicos, dignos del Lazarillo de Tormes o Guzmán de Alfarache. Los “lideres” de nuestra sociedad, desde el gran escenario que son los parlamentos regionales y los medios de comunicación, a los gritos ¡dame tu silla!, ¡yo soy muy pillo! y, ¡a pillo pillo y medio!, nos han mostrado y  proclamado su condición de descarados pícaros, descendientes del Buscón y nietos del Lazarillo.

Y, me pregunto, ¿no se estará acercando el tiempo en que la sociedad española, hastiada de tanto pillo, sin poder soportar más a la nube de pícaros, porque las personas normales no somos pícaros ni sabemos hacer el pillo, saque de casa, como en otros tiempos, los viejos garrotes y, con ellos, se de a los políticos pícaros el premio que merecen por ser tan pillos?


 

miércoles, 10 de marzo de 2021

937. DE LA NUEVA NORMALIDAD 81

   

DE LA SANIDAD EN  MAJADAHONDA

 

En pocos días he visitado varias veces el Centro de Salud del Cerro del Aire y el Hospital Puerta de Hierro, ambos en Majadahonda y los dos parte  de la Sanidad Pública de la Comunidad de Madrid y, porque “es de bien nacidos ser agradecidos”, no puedo dejar de mostrar, escribiendo esta página, mi admiración y mi agradecimiento.

Y, como siempre en mis múltiples e indeseadas visitas, en el lujoso hospital y en el ambulatorio “normal”, he encontrado profesionales, casi todas mujeres, que, al igual que, al resto de los pacientes,  me han atendido en un muy buen ambiente, todo en orden, absoluta  limpieza, y lo han hecho no solo con profesionalidad, sino también con una amable humanidad que hace, para mí, como enfermo, menos difícil  la carga de la enfermedad y, sobre todo, tener la sensación de estar en manos de personas eficientes, médicos y enfermeras, que saben, pueden y quieren devolverme la salud o, al menos, evitar que las goteras de la edad se conviertan en desastres que me lleven al final.

Sí, es una tranquilidad tener la sanidad que tenemos, y sí, es un orgullo que en nuestra sociedad tengamos profesionales capaces y, esto es casi lo mejor, la capacidad de gestión que hace posible conseguir lo imposible.

Y no solo eso, cuando veo la bondad de nuestro sistema sanitario, también me doy cuenta de la limpieza y calidad del servicio del taxi que me ha llevado al hospital, lo cuidado de las calles de mi ciudad y de todo lo bueno que tenemos en esta nuestra España.

Sí, hoy debo dar gracias a Dios y a la enfermedad porque me han dado la ocasión de, con inmenso orgullo, agradecer lo mucho que he recibido y gozar el amor que siento por nuestra difícil España y las complicadas gentes que en ella habitamos. 


 

lunes, 8 de marzo de 2021

936. DE LA NUEVA NORMALIDAD 80

 


YO NO SOY LA, LO, TRANS, NADA. YO SOY HOMBRE Y MI, MUJER, ¡CUANTA FORTUNA!, FUE MUJER

 

Es una barbaridad, lo sé y acepto que al escribirlo me estoy metiendo en un charco en el que me puedo ahogar, pero es tan grande la tentación que estoy dispuesto a aceptar los muchos reproches que, por justos y merecidos, con mis palabras, de las, los, trans, nada, voy a merecer. 

Así, para comenzar, decir que cuando veo en los medios de comunicación las imágenes, para mi entre poco y nada atractivas, y los gritos, para mí entre mal educados y obscenos, de las adeptas a la corriente gubernamental y voluntarista de “las, los, trans, nada”, siempre pienso lo mismo: ¡líbreme el ángel de la guarda de encontrarme a solas con una de estas o estos la, lo, trans, nada!  ¡ni a oscuras, ni con la cabeza tapada, ni amordazada!, No, no quiero estar cerca de estas gentes que por no ser la, son nada.

Ya se que está muy mal hablar de la belleza, del atractivo, de la personalidad, la elegancia o la buena educación de las mujeres; eso son cosas del pasado, de cuando las mujeres, ¡desiguales!, usaban de sus “dotes” para seducir a los mejores hombres de entre los disponibles, y casarse con ellos, cuando no se equivocaban,  para seguir siendo mujeres durante toda la vida. Pero no lo puedo remediar  (y ¡estoy orgulloso!) yo tuve la fortuna de que mi mujer, además de mujer, fuera guapa, elegante, atractiva,  bien educada y decidiera casarse conmigo para hacer, entre los dos,  un matrimonio bien avenido.  

Sin embargo, ahora, las, los, trans, nada, voluntaristas y gubernamentales,  creen que  los tiempos han cambiado y  ya  no necesitan maridos, ni novios,  ni amantes, ni amor; ni nada que huela a hombre. Y bueno, en consecuencia, parece que ya  hay hombres que, porque encontrar a una mujer que sea mujer debe ser complicado, van camino de conformarse con importar de China o Corea  "obedientes"  robots con hechuras femeninas.

¡Qué lejos, para las, los, trans, nada, quedan los tiempos en que los hombres eran hombres y las mujeres eran mujeres y, ¡qué locura!, se enamoraban! 

Bien es verdad, decir, por terminar, que las, los, trans, nada, voluntaristas y gubernamentales, aunque manden y griten mucho, son apenas, menos que una reata y, aunque les pese, son mayoría las mujeres y  los hombres que estando  satisfechos con lo que son, siguen pensando que  lo importante en la vida es vivir en paz, con amor,  trabajando,  educando bien a los hijos y compadeciendo  a esas pobres gentes que, ¡pobres!, no tienen  sexo ni, ¡cuánta tristeza!, tampoco educación.