lunes, 21 de diciembre de 2009

302. FELIZ NAVIDAD 2009


En esta Navidad, desde el amor que no termina,
te deseamos, amigo nuestro, que:

la luz de la ilusión ilumine tus caminos,
tu constancia logre lo imposible,
la fuerza de tus pasos se escuche en la distancia,
contagies tu alegría,
el éxito culmine tus esfuerzos,
tus palabras sean para todos esperanza,
haya paz en tu alma,
y el amor esté siempre contigo.

Te queremos


Cristina Benedicto y José Luís Mingo

sábado, 12 de diciembre de 2009

301. QUIZÁ LA BOLSA DE LA ALEGRÍA TIENE MÁS AGUJEROS


Desde hace años, más de los que recuerdo, la costumbre, de aprovechar cualquier ocasión para observar el rostro de las personas y tratar de aprecias sus actitudes y sus sentimientos. Lo hago en casa, con mi familia y con mis amigos, lo hago en clase con mis alumnos, lo hago en la calle, en el metro y en el autobús, lo hago permanentemente y, hasta ahora con gran frecuencia he podido disfrutar de lo que veo reflejado en el rostro de las gentes.

Sin embargo, en los últimos meses, estoy dejando de ver alegría en la cara de las gentes, cada vez son menos las sonrisas y más los ceños fruncidos, cada vez son más las cabezas agachadas que las miradas abiertas a la alegría de vivir, cada vez hay más expresiones cerradas que ojos iluminados por ilusiones desconocidas.

Cada vez hay son más las bocas cerradas, los pensamientos escondidos y las actitudes defensivas. Cada vez veo menos rostros cargados de alegría.

Mi buen amigo Marcos Rodríguez, predicador dominicano, dice que la alegría es como el agua de una fuente, la vemos sólo cuando aparece en la superficie, pero antes ha recorrido un largo camino que nadie puede conocer, a través de las entrañas de la tierra. Y creo que tiene mucha razón, la alegría sale de las entrañas del alma, de la ilusión por la vida.

Cuando veo, me parece que veo tantos agujeros en la bolsa de la alegría me preocupo mucho; no se si es que las personas tienen ahora menos felices o soy yo el que, por no tener el alma limpia de miedos, veo menos alegría.

Seguiré mirando y pensando despacio en lo que veo, esperando ver, de nuevo, más alegría.

lunes, 7 de diciembre de 2009

300. COMPRO ORO



La ciudad en la que vivo, a pocos kilómetros de Madrid, con sus setenta mil habitantes, buenas casas, cuidados parques, un mucho comercio e indudable bienestar, tiene una de las mayores rentas de España, muy cerca de 20.000 € por persona.

Pues bien, desde hace algunas semanas, en los parabrisas de todos los coches aparcados en la ciudad aparecen cada mañana dos octavillas que anuncian “Compro Oro”, de establecimientos recién abiertos en el centro de la ciudad.

He leído con detenimiento las dos octavillas y mi sorpresa inicial por la llegada a la ciudad de estos negocios, antes restringidos a pocos y muy concretos lugares de Madrid, se ha apagado muy deprisa. En época de crisis, me he dicho a mi mismo, siempre existen oportunidades que alguien aprovecha con diligencia.

Uno de los anuncios de “Compro Oro” ofrece “el mejor precio del mercado” y el otro afirma que compra “oro roto, viejo, nuevo, máximas tasaciones, pulseras, collares, monedas, relojes, anillos y papeletas del monte”, este último añade que “pago al instante hasta 15 € gramo”

Los promotores de estos negocios lo tienen muy claro, hoy el precio del oro en el mercado es de 23,41 € gramo, 34,70 $, pero existe en este momento un nicho, más que un nicho, un segmento de mercado integrado por personas que, sin saber nada del comercio del oro, necesitan dinero para cubrir necesidades urgentes y para las que vender una pulsera, unos anillos o unas monedas es la solución para poder ir a la compra o evitar que les corten la luz o el gas por falta de pago.

En la ciudad en la que vivo en las familias hay algo de oro. En unas más y en otras menos, en todas se guarda un anillo de pedida, una pulsera de la abuela, unos pendientes de la madre, un colgante de la suegra, un regalo del marido. Recuerdos valiosos, símbolos de amor, pequeños tesoros de la familia.

Pero, por más que nos empeñemos las cosas son como son, la realidad es muy testaruda y si hay que comer o hay que pagar la luz y no hay otra manera de conseguir dinero, mejor es desprenderse de la pulsera que quedarte sin luz o decir a los niños que no hay comida.


Estas octavillas me han retrotraído a mis visitas al rastro de Varsovia al comienzo de los años setenta y al comercio de alhajas bonaerense de antes y después de corralito, y me han recordado no pocas historias de los años cuarenta, escuchadas de labios familiares. Recuerdos de amarguras ya pasadas que regresan. Triste, ¿Verdad?

La situación económica, según dice el Gobierno de España, apunta mejoras próximas. Todo va a ser mucho mejor, va a ser mejor que el cielo y, mientras esperamos a que retornen los buenos tiempos, nadie está desamparado, todos estamos cubiertos por la bondad del Presidente y de su Gobierno.

Sin embargo, la realidad es que la crisis en España está llenando de dolor a muchas familias y que, nos guste o no nos guste, como siempre, cada uno de nosotros, como los comerciantes de “compro oro”, tenemos que resolver nuestros propios problemas, generar nuestras propias oportunidades, no esperar, porque es inútil, a que el gobierno o quien sea, nos llene el estómago con un algo de sopa y nos conduzca luego camino de la siempre relativa abundancia.

sábado, 5 de diciembre de 2009

299. EL BUEN TEATRO ES Y ESTÁ EN LA MISMA VIDA


De la mano del trabajo, en estos días he recorrido las buenas carreteras, largas y rectas, de La Serena. He visto muchos olivos, ovejas merinas y montes bajos, volar a las rapaces y corretear a los cerdos negros en inmensas dehesas.

He pasado días intensos en Castuera, he conocido cómo se vive y se trabaja en Cabeza del Buey y he paseado entre los grandes árboles del muy antiguo Santuario de Belén.
He atravesado muchas veces Malpartida y he viajado al recuerdo de Pedro de Valdivia y visto como se trabaja el cuero en Zalamea. He visitado almazaras en Monterrubio y he subido empinadas cuestas, admirando el más allá, de Peñalsordo.

Me he asomado a la tragedia vieja de Pedro Crespo y también he sentido próximo el drama común de Puerto Hurraco.

He visto cómo se hacen pasteles y se prepara el pan, cómo se cablea un vagón de metro, se alquila un local comercial, se buscan clientes para cosidos de calidad, se venden zapatillas Niké, funciona impecable un telar electrónico y cómo se obtiene aceite del hueso de las aceitunas.

He dormido cada noche soñando lo mejor y viendo lo peor del teatro completo de la vida: Amores y odios, generosidad grande, usuras inmensas plenas de avaricia, envidias, diligencia suma y perezas muy añejas. Mucha pobreza y gentes con dineros, con muchos dineros. Humildad y soberbia. Lujuria limpia de disimulo, brotes de grandes iras, admiraciones y desprecios, adulación y malquerencias, fealdad y gran belleza, soledades, enormes soledades, sabores de éxito y melancolías del alma.

En unos días, mirando con los ojos abiertos, el teatro que es la vida, en la transparencia de las gentes, de las buenas gentes de La Serena, he visto una función completa.


Visitar la comarca de La Serena, conocer sus pueblos, pasear sus campos y hablar con sus gentes ha sido un regalo extraordinario dentro de los muchos que me ha dado la vida.