Rodrigo
Rato, acaso uno de los más importantes y queridos líderes de la derecha
española de los últimos años, ha perdido su puesto al frente de Bankia y, muy
probablemente también, todas las opciones que pudieran quedarle para seguir en
activo en la política española o europea.
Pienso
que Rodrigo Rato es hombre de grandes cualidades personales y un político capaz
que ha trabajado con éxito como servidor público y cosechado un muy merecido
prestigio en todo el mundo. Por ello, lamento profundamente lo que puede
considerarse un durísimo golpe a su
carrera profesional y, sin duda alguna, el final de su liderazgo y acaso de su vida política.
Sin
embargo, entiendo que la caída de Rodrigo Rato tiene un aspecto extremadamente
positivo para los españoles: El Presidente Rajoy, al fin ha dado una muestra clara
de que es capaz de “sacrificar” a quién “sea necesario”, para conseguir
sus propósitos y además de que es capaz de hacerlo aunque el sacrificado sea persona “poderosa”, “próxima”, “gran amigo”, “simple conocido” o un
“detestado enemigo”.
Al
igual que el rey, el líder está y ha de estar solo. No debe tener ataduras y si
estas, por los motivos que sea, existen, debe saber cortarlas antes de que se conviertan en un
obstáculo en el cumplimiento de su misión. Muy malo es que los reyes o los
lideres tengan amigos, mientras están en
sus puestos solo pueden tener ministros,
directores, colaboradores, subordinados,
simples servidores e incluso pueden tener bufones, pero nunca amigos.
La
caída de Rodrigo Rato es pues una muy buena noticia para los españoles que, al
fin sabemos que el Presidente Rajoy es
capaz de sacrificar a cualquiera en el cumplimiento de su misión, más aún, ha
dicho con claridad a todas las personas que le rodean que él,
para bien de los españoles, no tiene amigos.
Y
no tener amigos es una desgracia, estar solo es muy malo, pero es el precio del
liderazgo.
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