Hace algunos meses un muy
buen amigo me hizo una pregunta: Ahora
que tus hijos se han casado ¿Como estáis?
La verdad es que me quedé
sorprendido y tuve que pensar en la respuesta: Muy bien, realmente bien, la
verdad es que mi mujer y yo estamos felices, mejor todavía que cuando éramos recién
casados, le dije.
Unas semanas después otro
amigo me hizo la misma pregunta yo contesté con la misma respuesta.
Hace pocos días, cenando
con varias personas, otra amiga, una
señora encantadora, dirigiéndose a mi mujer, repitió, una vez más, la dichosa
pregunta: Ahora que vuestros hijos se
han casado ¿Como estáis?
La respuesta de mi mujer
fue rápida y lapidaria: La verdad es que muy bien, estamos realmente bien, estupendamente,
a fin de cuentas yo me casé para vivir con mi marido, no me casé con mis hijos,
me casé porque esta enamorada de mi marido. Y me miró por si yo quería decir algo.
No pude dejar de
complacerla y añadí: La verdad es que yo me casé con mi mujer y no con mis
hijos, que aunque son estupendos son hijos. Es fantástico volver a disfrutar la
vida como cuando éramos recién casados.
Evidentemente la pregunta
de nuestros amigos no es casual. Aunque la verdad es que no lo había pensado
antes, hay muchas personas que han estado tan centradas en sus hijos que el
matrimonio ha olvidado que empezaron los
dos solos y, lo que es peor, han
olvidado que estaban enamorados y cuando se han marchado los hijos tienen que volver
a encontrar una razón para seguir casados.
2 comentarios:
fantástica entrada, tio: sencilla, humana, cotidiana, conmovedora.
Gracias padre por vuestro ejemplo, me hace feliz veros cada día tan contentos solo por el hecho de estar juntos, como os medis, discutis, os reis y arreglais el mundo desde el sillón... ¡Te quiero papi!
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