Sí,
es muy cierto, horrorosamente cierto, que el año 2012 ha sido muy malo para
los españoles y, bien lo sabe quien quiera saberlo, también ha sido muy malo para los ciudadanos de otros países europeos.
Sí,
es muy cierto que en España las cifras del desempleo son espantosas, que hay
miles de personas que han perdido sus hogares, que los comedores de Caritas
trabajan sin descanso, que en la mayor parte de las familias hay que hacer milagros para ayudar a algunos de sus miembros y que
ya, todo el mundo conoce a jóvenes y mayores
que han emigrado en busca de trabajo o se proponen hacerlo tan pronto
encuentren una oportunidad para hacerlo.
Sí,
es muy cierto que el Gobierno de España y los de las Comunidades Autónomas han
reducido sus empleados y han
rebajado sus gastos en temas tan relevantes como las ayudas a personas
dependientes, la educación o la sanidad
pública.
Y,
es muy cierto que quienes trabajan en España, tanto en el sector público como
en las empresas privadas, han tenido que
trabajar más, incluso mucho más, para
ganar menos e incluso bastante menos, que en años anteriores.
Sí,
es una enorme verdad que en España, en 2012, hemos sufrido la crisis económica
y, lo peor, es que hemos vivido, estamos viviendo, colectivamente el
terrible mal que genera tener
poca esperanza.
Pero,
también es verdad que en España, los españoles,
seguimos teniendo el lujo de tener cubierta nuestra salud con una muy
buena sanidad pública, un sistema educativo universal de razonable calidad,
magníficas infraestructuras y muchas empresas,
grandes, medianas y pequeñas, que se están haciendo, para supervivir en
la crisis, cada vez más eficientes a pesar de las enormes dificultades del entorno,
Además, hay que tenerlo muy presente y
gozarlo con orgullo, seguimos contando con cientos de miles de profesionales capaces, a
la altura de los mejores del mundo, que hacen cada día su trabajo y que éste
es cada vez mejor, más eficiente y más productivo.
Y
también es verdad que en España, a pesar de la crisis, del desempleo y del
desánimo colectivo, sigue siendo un lugar para vivir que está, probablemente,
entre los mejores que hay en el mundo.
Pues
bien, con la suma, bien dolorosa, de todo lo anterior, y no esperando demasiado
del buen hacer de los políticos, más aún, a pesar del mal hacer de muchos de nuestros políticos, mire usted, ante el año 2013, yo soy optimista.
Y
si soy optimista no es porque me haya puesto una venda para no ver lo que está
pasando y lo malo que va a seguir
pasando en la España
de 2013, sino porque tengo los ojos abiertos y veo, a través de la
intensa bruma que produce el dolor y el miedo que embarga a nuestra
sociedad, la realidad positiva que tenemos ante nosotros.
Soy optimista porque estamos en camino de recuperar
el camino del progreso y de la creación
de empleo. Hay razones objetivas que así lo indican y enuncio tan solo tres: Una, el sistema financiero español, aunque ha
costado muy caro y habrá que pagarlo, está ya
saneado casi del todo. Dos, España tendrá, la probabilidad es
altísima, en 2013, un saldo positivo en el agregado de las cuentas
corrientes y de capital extranjero (no tengamos necesidad de recursos foráneos
para nuestros gastos e inversiones). Y tres,
parece casi una certeza que el conjunto de las
Administraciones Públicas, en 2013,
tendrá menos déficit que los ahorros internos que serán capaces de producir las familias y las empresas del sector privado,
con lo que volverá a haber crédito para las empresas y las familias, que son,
en realidad los únicos motores de la generación de riqueza y de trabajo.
Y, soy optimista, además, y sobre todo, porque los españoles estamos aprendiendo
mucho, muchísimo, con la crisis y aunque no seamos todavía del todo conscientes de ello, hemos y
seguimos, recordando unos y aprendiendo
otros, que si queremos algo tenemos que conseguirlo por nosotros mismos,
que nadie, ni dentro ni fuera de España, nos va a regalar nada, que si queremos
algo tenemos que ganarlo. Hemos aprendido muchos y estamos aprendiendo
todos que, si queremos progresar, tenemos que hacer el esfuerzo de prepararnos,
de estudiar duro, de estar al día, de conocer
idiomas, de dominar tecnologías y
de aunar esfuerzos, de conocer gentes en todo el mundo y, sobre todo, de
recuperar la capacidad para cooperar en proyectos comunes y mantener con
constancia el espíritu de sacrificio y
la ilusión de ser mejores y hacer mejores a nuestros hijos.
En resumen, pues, mire usted, ante el año 2013, a pesar de todo, yo soy optimista
Nota:
Recuérdese que el año 2012 ha sido, como siempre hasta ahora, peor que espantoso
para millones personas en los países
pobres de África, Asia y América,
ha sido un muy mal año para
millones de ciudadanos de los países
emergentes y, lamentablemente, también ha sido un muy mal año para una
parte de los hombres, de las mujeres y
de los niños de los países ricos del mundo.
Y, recuérdese también que en 2013, la mayor parte de
los pobres del mundo seguirán, para mal, siendo
pobres sin esperanza.