Encerrado en mi burbuja de soberbia y
bienestar, al igual que la mayor parte de quienes vivimos en países libres y desarrollados, he ignorado
durante muchos años las noticias, leídas esporádicamente, sobre el sufrimiento, la angustia, el miedo, el
tormento, el dolor y la muerte violenta, el martirio en suma, que acompaña el
día a día de la vida de millones de cristianos en más de un centenar de países
en todo el mundo.
Por si no lo saben ustedes yo, aunque
lo había leído no me había enterado, cada año de los que han
transcurrido del siglo XXI han muerto violentamente, asesinados, por el hecho de ser cristianos,
más de 100.000 personas, aproximadamente 1.300.000 mártires entre el año 2000 y el 2013.
Sin embargo, en estos días, luego de
leer en un digital iberoamericano, la
noticia de un nuevo y próximo juicio en Marruecos contra un converso cristiano,
me he sentido mal, tan mal que he buscado información y leído cientos de
páginas sobre lo que están sufriendo los
cristianos en el mundo de hoy y, realmente estoy horrorizado.
Estoy tan horrorizado que a partir de
ahora no dejaré de estar atento a cuanto sepa de la persecución de los
cristianos por el mundo y lo difundiré cuanto pueda porque, lo tengo muy claro,
es la obligación ineludible de cualquier ciudadano, no ya cristiano, sino
simplemente ciudadano de un país civilizado.
Pues sí, la realidad es que el odio
al cristianismo, a todo el cristianismo y la persecución a quienes practican está
fe, es impulsado y compartido por los dirigentes religiosos del Islam radical y los fanáticos hinduistas, en África y Asia, los ateos de la Europa del Este y por no pocos socialistas latinoamericanos, que no
cesan en sus constantes intentos de exterminar todo vestigio de cristianismo
allá donde gobiernan o tienen poder social.
En España, en Francia, en Alemania,
en Estados Unidos, en Australia o en
Canadá difícilmente nos cabe en la
cabeza que alguien sea capaz de perseguir y hasta de matar a alguien por su
forma de creer en Dios o de practicar la
religión. Tanto no nos cabe en la cabeza que cuando leemos o escuchamos noticias sobre atentados contra la libertad de religión y el derecho a la vida
de los cristianos, pasamos por alto el contenido de lo leído o escuchado. Todo es
tan absurdo, es tanta locura que por no saberlo, evitamos enterarnos.
Leemos y escuchamos de cuando en cuando, los medios
evitan emitir estas noticias, hablar de la quema,
con creyentes rezando dentro, de iglesias cristianas, del encarcelamiento de
conversos, del asesinato de uno o de varios pastores evangelistas, de la violación de monjas católicas o del
martirio, hasta la muerte, por no apostatar del cristianismo de jóvenes
misioneros cristianos.
No es que sean pocos los mártires, hay un
cristiano asesinado por su fe cada cinco minutos, hay 2.000 cristianos muertos de media cada semana. Y
tenemos eso 2.000 muertos repartidos entre Afganistán, Egipto, Siria, Nigeria, Paquistán,
Sudan, Irak, la República Democrática del
Congo y otros lugares, sobre todo de África y de Asia.
Hoy hay cristianos extranjeros expulsados de Marruecos
y marroquíes detenidos, juzgados, condenados y encarcelados por motivos religiosos. Sí, en Marruecos,
aquí al lado, en el pueblo de nuestros
vecinos de calle, hay una Ley que se aplica (en estos momentos se prepara un
importante nuevo juicio contra un joven,
cristiano converso, ya
condenado anteriormente por hacer “proselitismo”), que prohíbe “convertir” a un musulmán a otra fe.
Y hoy en la moderna y riquísima Arabia Saudí,
en ese país generoso que sufraga la construcción de mezquitas en todo el mundo cristiano, no solo
está vigente la misma Ley que en Marruecos sino que incluso el Gran Muftí, el líder religioso más importante
del Arabia Saudita, no duda en
predicar que “es necesario destruir
todas las iglesias de la región” ya que esto estaría de acuerdo con la regla
que establece el Islam como la única religión en la Península Arábiga. Y,
¿se imaginan lo que va a pasar cuando los talibanes regresen al gobierno de
Afganistán?
Y, no solo esto, la situación de los
cristianos que viven el cualquiera de los 133 estados de todo el mundo donde
existe y está constatada la
persecución, la situación es peor cada día y cada año que
pasa. Los enemigos del cristianismo, y
los gobiernos de los países islámicos y comunistas que asesinan a los cristianos son conscientes de que los ciudadanos de los
países occidentales y sus gobiernos democráticos
no quieren enterarse y menos aún hacer
nada para evitar la persecución y lo aprovechan.
Los gobiernos de los países
occidentales reparten dinero para
favorecer los derechos humanos de los LGBT y eso está bien, pero no exigen a los
receptores de miles de millones de euros
el respeto a la vida y a la
libertad religiosa de los cristianos en sus territorios.
¿Alguien se imagina al Sr. Rajoy, al
Sr. Holland, a la Sra.
Merkel o al Sr. Obama condicionado el envío de alguna ayuda a Paquistaní, Egipto, Afganistán, Libia o el
Chad, no ya a exigir reciprocidad
en el respeto a la religión sino solo pedir protección para la vida de los cristianos o, el imposible, de
exigir libertad religiosa
real allá donde se van a beneficiar de
los dineros de los impuestos de muchos cristianos o no cristianos , personas
decentes de los países occidentales.
Pues no, aunque no me lo imagino
ahora, si nosotros comenzamos a pedirlo, más antes que después, nuestros
políticos, tan débiles, y nuestros gobiernos, tan pusilánimes, deberán pensar muy bien en como evitar que se siga diciendo en 133 países
del mundo esa la frase terrible que
tanto gusta a los islamistas radicales
y a
otros fundamentalistas, cuando
tienen ocasión de pronunciarla:
CRISTIANO, YA LO SABES: ¡APOSTATAS O MUERES!