sábado, 12 de julio de 2014

535. LA POLIÉDRICA IMAGEN DE BRASIL 2014

La presencia que ha tenido Brasil en los medios de comunicación durante los últimos años y especialmente  durante las semanas del Mundial  2014, ha tenido un doble efecto: por una parte todos hemos visto la pujante grandeza de un gran país que  con razón está considerado como uno de los más importantes  entre los emergentes; y, por otra, nos ha mostrado la pobreza, la desigualdad, la falta de educación y  muchas debilidades de la sociedad brasilera.

La verdad es que yo me inclino a pensar que lo bueno de Brasil supera con creces lo malo que  ese país, como todos,  contiene.

Sin embargo, la realidad es  testaruda y los hechos, hay muchos, que no pueden  alterarse y con ellos se  han llenado los periódicos, las  pantallas de televisión, las tabletas y los teléfonos móviles en todo el mundo: se ha visto la muy mala conjunción de grandes  riquezas e increíbles  miserias; las muchas y  grandes obras terminadas junto a  no pocas  en exceso inacabadas;  las fuerzas policiales  bien  equipadas  conteniendo  a duras penas a manifestantes  aguerridos  sumamente descontentos;  las grandes y hermosas  ciudades con favelas  miserables; los millones de vehículos  perdiendo años en atascos  detestables; la  alegría de vivir mezclada con  asaltos a mano armada; los más bellos paisajes  y la más  pérfida  destrucción  de  los bienes de la tierra; la simpatía de las gentes trufada  de   trapacería,  mala educación  y repugnante  prepotencia; y, lo peor de todo, la aparente  alegría colectiva  que quizá   oculta cercanas  y presentidas amarguras.

Sí, el Mundial 2014 ha descubierto al mundo la más poliédrica imagen de un país lleno de contrastes en el que, para mal de todos, no predomina el  hermoso colorido del trabajo bien hecho ni la paz que proporcionan  las mejores  esperanzas.

Ahora, hasta el final de los Juegos Olímpicos de 2016  los brasileños tienen  tiempo para limpiar algo los males que hemos visto y volver a llenar los ojos del mundo con  imágenes  merecidas de los rasgos que hacen pensar  a muchas personas, hoy menos que antes, que Brasil es el mejor país del mundo.

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