El
20 de marzo publiqué en este blog una entrada,
con el título “Saber
explicar qué es la felicidad, para mí es muy difícil, si usted puede hacerlo,
por favor, téngalo a bien y écheme una manita”, hoy, luego
de leer, de preguntar, de escuchar y de
pensar, resumo en este artículo lo que hasta el momento he conseguido saber y puedo explicar, sobre qué es la felicidad.
Evidentemente, en el
tiempo que aún tengo hasta el día 13 de junio de 2015, fecha en que disertaré
sobre el tema en el Círculo 10 Cuñados, espero conseguir progresos que, como es rigor,
publicaré en el blog. Mientras tanto, aquí tienen lo que puede llegar a ser la
base de la futura presentación.
SOBRE LA FELICIDAD
Para comenzar, una cita de Rousseau
“Todo hombre quiere ser feliz; pero, para llegar a serlo,
habría que empezar por saber qué es la felicidad”
Y mi reflexión sobre esta idea: Sin explicar
el concepto, las tres grandes religiones
monoteístas prometen, a quien se lo merezca, la felicidad en “la otra vida”, es
decir, “después de la muerte”, mientras que
las religiones orientales, aspiran a ayudar al hombre a alcanzar la felicidad
durante en cada vida (ya que es
precisamente ese el objetivo de la vida), hasta que el ser humano llegue a la
cumbre de la existencia, es decir, llegar al Nirvana, al no ser.
Claro que hay
científicos, filósofos y personas normales que piensan que dedicar tiempo o
reflexión a este tema no es otra cosa que perder el tiempo…
Y, a continuación, otra
cita, ahora de Bergson:
“Llamamos felicidad a
algo muy complejo y confuso, uno de esos conceptos que la humanidad ha preferido dejar en el terreno de la
vaguedad para que cada uno lo perciba a su manera”
Tratando de avanzar en una aproximación a lo qué se entiende por Felicidad, resumo algunas
propuestas:
· La
felicidad es un grado, alto, de gustar la vida…; esta idea probablemente implicaría impresión no permanente dependiente de las circunstancias.
· Es
proyección de la alegría sobre la totalidad de la existencia y podría ser duradera en el tiempo.
·
Destellos,
instantes, placer intenso, fugacidad, sensación de felicidad o plenitud.
Ahora bien, hasta
ahora, ¿Verdad que con lo que hemos expuesto seguimos sin saber nada sobre qué
es la felicidad?
Mi propia y primera aproximación a la idea de felicidad:
La Felicidad creo
que puede ser algo próximo a la
satisfacción que se siente al alcanzar un logro por el que se ha luchado mucho,
la desaparición de una amenaza percibida como terrible, la sensación de
plenitud que regala la visión de un amor muy querido…
Sin embargo, debo
decir que:
· Con
harta frecuencia, alcanzada una meta, incluso la más deseada, la satisfacción obtenida no es perdurable,
incluso puede ser seguida de estados de
desmotivación o ansiedad.
· Pero,
creo que, en todos los casos, la
satisfacción es fugaz, se apaga en el tiempo, al igual que el placer…y el
dolor. Por ello, está claro que la felicidad no es satisfacción.
· Sin
embargo, Alderfer me ha hecho recordar
que podemos constatar, con absoluta certeza, la realidad de que, en condiciones adversas, en medio del dolor,
hay personas que teniendo fuertes metas de transcendencia, no solo mantienen por
largo tiempo una motivación intensa sino que también viven estados claros de felicidad, que además y
asombrosamente es duradera.
De lo anterior, parece que la felicidad está más relacionada
con el interior que con el exterior de la persona y, de alguna manera, con una idea
de proyección de la vida desde dentro hacia fuera.
El problema de conocer y decidir en la búsqueda de la
felicidad
Si fuéramos
consecuentes con lo enunciado en los párrafos anteriores, y si la felicidad
está más relacionada con el interior de la persona que con el exterior y que se proyecta de
dentro hacia fuera, es razonable plantearnos que debe haber algo, llamémoslo “bien” que es posible descubrir con el conocimiento y elegir con la voluntad.
Y aquí nos
encontramos una nueva dificultad: nuestra capacidad para conocer es limitada y
no siempre acertamos. Todos los seres humanos queremos el “bien” aunque sea
exclusivamente para nosotros, nadie elige el mal y si lo elige es porque le parece que es el
bien.
Estoy absolutamente
seguro de que todos los hombres y, sin duda alguna, todos los seres vivos, todo
lo que hacemos es para buscar “el bien”, que hemos conocido con nuestro
cerebro y con nuestro cuerpo, sea bien
real o ficticio. No olvidemos que
el más terrible asesino, al matar busca “su
bien”, y que el suicida se quita la vida
porque anhela su bien.
Pero, ¿Qué es el
bien?
¿Es ausencia de
sufrimiento? ¿Carencia de dolor? ¿Placer? ¿Dinero?, pues parece que no, que todo
eso es insuficiente, probablemente, me parece que debe ser algo relacionado con
la idea de armonía con la propia esencia del ser.
Y, recordando con Séneca que “El sufrimiento hace daño, pero no es un mal…” y que esta frase, a poco que la pensemos,
sabemos que es cierta y que una
reflexión profunda sobre el dolor y la muerte
es imposible obviar que en nuestra naturaleza está el dolor y está la
muerte, parece imprescindible su aceptación para aproximarnos a la idea de la
felicidad.
La importancia del Conocimiento Interior
Hasta ahora algunos avances: la proyección desde dentro hacia
fuera, la importancia del conocimiento, el descubrimiento del “bien” y la ida de armonía; nos llevan a reflexionar sobre
la importancia del Conocimiento interior para saber qué es la felicidad y, si es
posible, conseguirla.
Y, en esta vía, encuentro
que la reflexión oriental y el
misticismo occidental resaltan, para alcanzar la felicidad aquella y a Dios el otro, la importancia de la
meditación que, al decir de todos, no es otra cosa que la búsqueda de la verdad
interior, el conocimiento de qué somos y el sentido de la existencia.
Claro que, tanto en
oriente como en occidente, nos advierten sobre la dificultad de la
introversión, del análisis y reconocimiento del propio ser.
Y, llegado a este punto,
me pregunto:
¿Por qué nos
resistimos a mirar hacia dentro, al pozo que parece profundo, del propio yo?
Tengo muchas dudas, pero me inclino a pensar que la
resistencia está en que existe en nosotros un profundo miedo, incluso terror, a
que conocido el interior nos veamos obligados, sin remisión, a avanzar por caminos agrestes y no deseados
porque pueden suponer la renuncia al propio yo.
Y, como final, me pregunto, si acaso el “bien” puede estar en la renuncia
al yo sea en sí misma La Felicidad o, al
menos, el camino para llegar a la ella.
Notas:
· Espero que lo que he escrito
no resulte en exceso confuso para el lector y que, en mis progresos sobre la idea
de la felicidad pueda expresarme cada vez con mayor claridad.
· Mi agradecimiento a
todas las personas que me han enviado sus ideas y vivencias sobre qué es la
felicidad. Espero de su generosidad que sigan haciéndome artífice de sus
conocimientos y de sus experiencias.