¡Qué horror, qué horror! Son las únicas palabras que atormentan mi
pensamiento y salen de mi boca cada vez
que pienso, muchas, en el drama que está
viviendo el Excelentísimo Señor Don
Rodrigo Rato Figaredo y con él las
personas que, como yo, le
aprecian, los miles que le admiran y los millones que en algún momento de sus vidas le han temido o envidiado.
Sí, hasta para quienes, por unos u otros motivos,
han detestado a Rodrigo Rato, es una tragedia descubrir de repente, cayendo de bruces, que el hombre capaz, culto, fiel a
sus ideas, honesto, buen amigo y difícil
adversario, no es un dios, es solo un hombre, un hombre que llegado a lo
más alto ha olvidado cuán fácil es pasar
de ser admirado por muchos a ser despreciado
por casi todos, y lo terrible que es,
para cualquiera, dejar el cielo para ocupar
plaza en el infierno.
En los dos o tres días que han pasado desde que se hizo pública la sospecha de la Agencia Tributaria sobre la existencia de posibles delitos
fiscales en las cuentas de Don Rodrigo
Rato Figaredo con la Hacienda Pública, no dejo de pensar en el hombre que, sea
inocente o culpable, ya ha sido condenado por la sociedad española y por
millones de personas en todo el mundo, al descrédito y el deshonor.
Y me horroriza el dolor injusto que se habrá infringido
a este hombre si, al final, siendo
inocente de lo que se le acuse (ha sido ya condenado antes de saberse de qué
delitos será, si se le acusa, acusado).
Pero me horroriza más todavía la tragedia terrible del Excelentísimo Señor Don Rodrigo Rato Figaredo si la Justicia determina que ha de ir a la
cárcel porque, para desgracia de todos y
sobre todo suya, habiendo llegado a la cumbre
olvidó en su momento el aforismo,
que él seguro bien conoce, que dice: respice post te!
hominem te esse memento! (mira tras de ti! recuerda
que eres un hombre).
Nota:
Don Rodrigo Rato Figaredo fue el extraordinario ministro
que logró la casi milagrosa recuperación
económica de España en los últimos años del siglo pasado y que, con su buen
hacer de entonces, hizo posible que muchos
españoles estuviéramos seguros de que era y ha resultado posible, salir de la crisis que, desde 2007,
hemos sufrido.
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