Los
resultados de las Elecciones Generales del pasado 20 de diciembre han metido a
los españoles en un laberinto tan peligroso como lo fue, en su día,
con minotauro incluído, el de Minos.
Y es
evidente que los españoles, los españoles normales, los que con
nuestros votos hemos creado el
laberinto, necesitamos que alguien, con mucho valor, entre muy
dentro, lo recorra y mate al
minotauro, para que los demás sigamos en la vida sin
sufrir la existencia del terrible laberinto.
Para salir
del laberinto, hoy lo sabemos, hacen falta, sí,
héroes dispuestos al sacrificio y que mueran en
el empeño, pero también hizo falta el ingenio de una mujer enamorada que,
como Ariadna, ideó el cómo salir y entregó el ovillo a Teseo.
Ahora, en el
laberinto español, para matar al minotauro, para conseguir que los españoles escapemos del monstruo y sigamos
con vida, es imprescindible que los héroes que nos dirigen, los líderes de los dos grandes partidos, abandonen insignias
y palacios, y que, con el ovillo de sus amadas, entren en el laberinto y luchen hasta ser muertos
por el minotauro.
Luego, las Ariadnas, mujeres y madres, llorando a sus muertos, entre las dos, administrarán nuestra casa y nos harán olvidar que hemos estado
en un muy mal laberinto, en este nuestro muy peligroso laberinto español.
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