domingo, 18 de septiembre de 2016

742. DE LAS BODAS DE ORO DE MARÍA ESPERANZA Y JOSÉ AGUSTÍN


Ayer, primero con  una preciosa Eucaristía en la que  renovaron las promesas de  amor y entrega mutua que, en la  misma Iglesia de San Ignacio de Torrelodones se hicieron hace 50 años y,  más tarde,  con una extraordinaria fiesta familiar, mi hermana María Esperanza y mi hermano José Agustín celebraron las Bodas de Oro de su matrimonio.

Celebrar las Bodas de Oro  de mis hermanos ha sido  un gran acontecimiento, sin duda uno de los más importantes de la vida, no solo de María Esperanza y de José Agustín, sino de toda  nuestra  familia y, acaso  de la toda nuestra sociedad que, aún sin saberlo, vive y perdura porque existe el amor.

Ayer, en un solo acto, José Agustín y María Esperanza, mis hermanos, abrieron sus almas y, en un día largo y  feliz, vivieron y  nos enseñaron,  a sus hijos, a sus nietos y  a toda nuestra familia,  el poder del amor.

Ayer, 50 años después de su matrimonio, cuando han  transitado juntos tanto camino del  sendero,  hermoso, pleno de  alegrías, trufado de dolores y encauzado por las  largas rutinas  que hacen llena la vida,  María Esperanza y José Agustín, en su plenitud,  en un acto, uno más,  de generoso amor, nos han mostrado y ofrecido,  como  espléndido  regalo, a sus hijos y a todos los suyos, donde está y como se hace para vivir  el camino de una vida plena  de felicidad  y  firme  amor.  

Imágenes de pasados, presencias olvidadas  y  palabras perdidas  en el tiempo, retornaron ayer,  con  una  explosión de amor,  para desvelar la belleza  sin igual   del  devenir, precioso, intenso, íntimo y compartido  de las vidas ejemplares  de José Agustín y María Esperanza; y lo hicieron  para quitarnos a todos  los  oscuros lienzos  que ocultan los sentimientos,  para abrir nuestras  almas y  participar  con ellos del enamoramiento primero y luego  del  amor  que, entre los dos,  han hecho crecer durante los 50 años que han pasado desde que  se prometieron  verdadero y eterno  amor.

Muchas gracias María Esperanza, muchas gracias José Agustín por vuestra vida de amor; porque habéis  celebrado  vuestras Bodas de Oro y, con ello, nos habéis hecho sentir, como siempre y aún más, a todos los vuestros,  el infinito valor de la Vida y, con ella, del Amor que tenéis y  compartís.

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