Como siempre que sucede algo
importante, mis pensamientos se enredan en una gran madeja de recuerdos y
presentes que, en parte, me alejan de la realidad, en parte me hacen
ver más allá de cualquier obscuridad y siempre son compañía que me aleja
de la soledad.
En estos días, porque estamos en vísperas
de las Elecciones Generales, no dejo de verla y oirla hablar.
Cristina vivía las elecciones con mucha pasión e intensidad; ella, con su
sentido del humor, alegría de vivir y absoluta asertividad, como
siempre, ayer, hoy y seguro que tambien mañana, me dice y me dirá: ya es hora de que lo tengas claro, de que dejes de
quejarte, que aceptes que nadie es perfecto y que votes lo que hay que
votar...me obliga a sonreir, lo pienso y me digo: pero, que me va a
decir ella, que lo tenía tan claro y que, desde siempre, con un
cartelito credencial del Partido Popular colgando de su cuello, como
un segundo o tercer collar, ocupaba una silla en su mesa electoral...
La
verdad es que en otros momentos lo hubiera dudado bastante y luego
votado cualquier cosa, pero en estas elecciones, pensando en ella,
iré al colegio electoral sin ninguna duda, sabiendo muy bien a quién
votar.
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