A su Excelencia Reverendísima
Mons. Rogelio Cabrera López
Presidente de la Conferencia
del Episcopado Mexicano
Querido hermano:
Con motivo del Bicentenario de
la declaración de la Independencia, quiero hacerte llegar un cordial saludo, a
ti y a los demás hermanos obispos, a las autoridades nacionales y a todo el
Pueblo de México. Celebrar la independencia es afirmar la libertad, y la
libertad es un don y una conquista permanente. Por eso, me uno a la alegría de
esta celebración y, al mismo tiempo, deseo que este aniversario tan especial
sea una ocasión propicia para fortalecer las raíces y reafirmar los
valores que los construyen como nación.
Para fortalecer las
raíces es preciso hacer una relectura del pasado, teniendo en cuenta tanto
las luces como las sombras que han forjado la historia del país. Esa mirada
retrospectiva incluye necesariamente un proceso de purificación de la memoria,
es decir, reconocer los errores cometidos en el pasado, que han sido muy
dolorosos. Por eso, en diversas ocasiones, tantos mis antecesores como yo
mismo, hemos pedido perdón por los pecados personales y sociales, por todas las
acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización. En esa misma
perspectiva, tampoco se pueden ignorar las acciones que, en tiempos más
recientes, se cometieron contra el sentimiento religioso cristiano de gran
parte del Pueblo mexicano, provocando con ello un profundo sufrimiento. Pero no
evocamos los dolores del pasado para quedarnos ahí, sino para aprender de ellos
y seguir dando pasos, vistas a sanar las heridas, a cultivar un diálogo abierto
y respetuoso entre las diferencias, y a construir la tan anhelada fraternidad,
priorizando el bien común por encima de los intereses particulares, las
tensiones y los conflictos.
El aniversario que están
celebrando invita a mirar no sólo al pasado para fortalecer las raíces, sino
también a seguir viviendo el presente y a construir el futuro con gozo y
esperanza, reafirmando los valores que los han constituido y los
identifican como Pueblo –valores por los que tanto han luchado e incluso han
dado la vida muchos de vuestros antecesores– como son la independencia, la
unión y la religión. Y en este punto, quisiera destacar otro acontecimiento que
marcará sin duda todo un itinerario de fe para la Iglesia mexicana en los
próximos años: la celebración, dentro de una década, de los 500 años de las
apariciones de Guadalupe. En esta conmemoración, es bello recordar que, como lo
expresó la Conferencia del Episcopado Mexicano en ocasión del 175º aniversario
de la Independencia nacional, la imagen de la Virgen de Guadalupe tomada por el
Padre Hidalgo del Santuario de Atotonilco, simbolizó una lucha y una esperanza
que culminó en las “tres garantías” de Iguala impresas para siempre en los
colores de la bandera. María de Guadalupe, la Virgen Morenita, dirigiéndose de
modo particular a los más pequeños y necesitados, favoreció la hermandad y la
libertad, la reconciliación y la inculturación del mensaje cristiano, no sólo
en México sino en todas las Américas. Que ella siga siendo para todos ustedes
la guía segura que los lleve a la comunión y a la vida plena en su Hijo Jesucristo.
Que Jesús bendiga a todos los
hijos e hijas de México, y la Virgen Santa los cuide y ampare con su manto
celestial. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí.
Fraternalmente,
Francisco
Roma, San Juan de Letrán, 16 de septiembre de 2021
Fuente: https://es.zenit.org/2021/09/27/texto-integro-de-la-carta-del-papa-
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