En Francia, el Señor Macron ha
derrotado a la Señora Le Pen, y seguirá siendo presidente de la República
Francesa.
Pero, la Señora Le Pen ha alcanzado el
42% de los votos de los franceses, un 8% más, el 34%, que en 2017; es decir, Agrupación
Nacional, el partido de extrema derecha es muy importante en Francia y los
votos que obtiene están creciendo tanto que está dentro de lo posible que pasados
unos años lleguen a conseguir la presidencia de la República Francesa.
Agrupación Nacional es una
organización política que ha logrado atraer las simpatías y los votos en
amplios sectores de la población francesa, especialmente la menos favorecida, la
que, en el pasado, durante muchos años votaba “comunista” y ahora siente que va
perdiendo bienestar a favor de “los más ricos” y “los extranjeros”.
Y, es evidente, que un partido de
extrema derecha, y uno de extrema izquierda también, cuando llegan al poder, tienden a derivar en dictadura y, lo dice la experiencia, a eliminar la Democracia e ir
al desastre. Un buen ejemplo son los
alemanes y los venezolanos que en su día votaron extrema derecha y extrema izquierda.
Y, si lo miramos con ojos limpios, es
imposible no tropezarnos con la realidad: la Democracia es, a veces, un gran
mal para la sociedad.
La Democracia es una forma de gobierno que, como escribieron
los grandes filósofos griegos, aunque en determinadas circunstancias haya
podido ser la mejor para una sociedad determinada, es solo una de las muy
distintas formas de gobierno que existen y pueden usarse con éxito en las
distintas sociedades y en los distintos tiempos.
La Democracia otorga un poder abusivo a los líderes de los partidos políticos,
favorece la manipulación de las masas, su radicalismo y su polarización; deteriora la escasa calidad moral y la
credibilidad de los líderes políticos; permite la influencia de los grupos de
poder que impiden o retardan proyectos de mejora social; es la tiranía de la
mayoría y la opresión de las minorías;
los gobernantes se enfocan al corto plazo y olvidan trabajar para el
futuro de la sociedad; además, es bien sabido, el desinterés de las
gentes bien gobernadas por la cosa pública, para la que, por otra parte, las
personas normales carecen de preparación. Además, es un sistema de gestión
lento e ineficaz que opta siempre por decisiones, en el mejor de los casos,
mediocres; y todo adornado con periodos frecuentes
de incertidumbre y parálisis de la Administración durante los procesos
electorales; y muchos otros y muy malos efectos que la ciudadanía bien conoce.
Sí, es evidente que la Democracia es un gran mal, pero la experiencia dice
que cuando desaparece y llega la Dictadura, todo es mucho, mucho peor.
Así pues, creo que debemos alegrarnos de que el 58% de los votantes
franceses haya elegido al Señor Macron y no a la Señora Le Pen. Ahora solo
queda, para evitar grandes males en el futuro, que, desde la Democracia, los
gobernantes franceses sean capaces de remediar los grandes males que hoy por
hoy padecen o, es lo mismo, piensan que padecen, en Francia, los franceses y en España los españoles.
Nota:
Una parte del contenido de esta entrada está tomado de Retorno a lo
imposible, la novela de anticipación que publicaré en los próximos meses.
La fotografía es de ABC y está tomada de Internet.
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