El sábado pasado mi nieta Mariana, tiene siete años, con algo de ceremonia, me regaló una
página muy bien escrita, a mano, en rojo,
llena de corazones y estrellas, también rojas, con diez frases que transcritas, en el ordenador,
son estas: Las primas super heroínas, Las científicas, El
balcón privado, La cueva de los murciélagos, A explorar Egipto, Chicas contra chicos,
Las cazas fantasmas, La llave mágica, Al futuro y Las
malvadas cocineras.
Sí, son diez títulos, y cada uno de esos títulos podría ser
el de una historia; pero esos títulos son también diez ideas que, integradas
y bajo cualquiera de ellas como título, el abuelo, porque cuando se tienen
las ideas todo es fácil, las ha convertido en el argumento para escribir un
pequeño relato, podrían ser varios, para
el disfrute de sus nietas.
El abuelo está seguro de que cuando, un poco más largo y adornados
los detalles, se lo lea a Olivia, Mariana, Coti y Curris, va a ser motivo
de regocijo y puede, quizá, porque aparecen ellas, de gran entusiasmo.
LAS
PRIMAS SUPER HEROÍNAS EXPLORAN EN EGIPTO
Las cuatro primas, Curris, Coti, Mariana y Olivia, son
valientes y aguerridas, aman la ciencia y cuando sean mayores quieren ser
científicas.
Han ido a Egipto con sus padres y, visitando las pirámides,
una de ellas, Coti, descubre en una
pared, en la que no parecía haber nada, una argolla entre negra y dorada, tira
de la argolla a ver qué pasa, sin ruido aparece una escalera de piedra, llama a
sus primas y, cual heroínas, aunque está algo obscuro, ¡qué emoción!, bajan; tienen dudas pero
siguen bajando; luego las escaleras hacen curvas y, de pronto, un ruido grande,
se hace la obscuridad, se asustan, Curris
enciende la linterna de su teléfono móvil, suben corriendo. Termina la escalera
y en lugar de la salida hay una pared llena de jeroglíficos. Intentan llamar a
sus padres, el teléfono no tiene cobertura. Deciden volver a bajar, saben que
nunca se construye nada sin al menos dos salidas.
Las escaleras bajan y bajan, suben y suben, bajan y bajan, hasta
que llegan a una gran sala, hay sarcófagos, muchos tesoros y, de repente, muchos, muchos
murciélagos…un horror de murciélagos, ¡qué asco!. Escapan por un túnel estrecho, el único por el que no entran murciélagos
A lo lejos una luz, cuando llegan, tardan muchísimo y están cansadas, ven que es un pequeño
balcón, se acercan, pero no pueden hacerlo del todo, hay una piedra a la derecha que
tiene esculpida una mano abierta, lo adivinan, ¡es que no se puede pasar!. Están muy asustadas y tienen hambre, pero son valientes y saben que aunque sus
padres las estén buscando no pueden encontrarlas, si no se ayudan ellas mismas nadie lo hará por ellas...
Debajo del balcón, en
el suelo hay una llave, Olivia la ve y la coge, es entre negra y dorada, como
el dedo corazón de su padre, la llave tiembla en su mano, ¿será mágica?, ¿qué hacemos?
Hay una ranura en la pared, meten la llave, se abre una
puerta, hay gente dentro, respiran, es una cocina enorme, seguro que es la de un gran
restaurante. Entran, se cierra la puerta, y ven que se acercan dos cocineras, están vestidas de
cocineras, son horrorosas, ¡son las malvadas cocineras!. Corren y corren por la cocina, pero al
final las cocineras las cazan y atadas, les bañan y dan para beber agua; es raro, ¿para qué nos bañan?, ya limpias, aunque siguen atadas están más tranquilas y esperan a ver
qué pasa; lo descubren pronto, las van a guisar para que se las coman las
amazonas cazadoras, que están muy hartas de comer fantasmas.
Algo tienen que
hacer, fatal si no lo hacen, lo hablan mientras las cocineras malvadas pelan más
y más patatas. Aparece una amazona en la cocina, es tan grande y tiene tan mal
genio que hasta las cocineras se espantan, -¿están ya las viandas preparadas? ¡la
reina tiene un hambre de niña que espanta!
Las meten enteras,
cada una en una olla, con patatas. Se está calentito,
ellas, ¡qué raro! no se cuecen pero sí
las patatas, al cabo de un rato las patatas huelen bien, tienen sabor y están blandas,
sacian con gusto el hambre que tienen y muertas de miedo ven llegar, con unos
cucharones enormes, a las cocineras malvadas. Un ruido tremendo, las cocineras escapan
para esconderse donde pueden, es una bandada de murciélagos la que ataca.
Mariana salta fuera de la olla, ayuda a salir de las ollas
a sus primas que no pueden, ya están, sin enterarse, casi cocidas, escapan por
la misma puerta, llegan al balcón, se saltan la señal, está cerrado, y cuando ya no pueden más, Olivia encuentra la
llave que tenía en el bolsillo guardada, la acerca a la cerradura del balcón y
se abre…se asoman, ¡seguro que estamos en lo alto de una montaña!, pero no, a
diez metros sus padres están charlando y haciendo fotografías, uno de ellos
pregunta ¿dónde están las niñas?, ellas lo
oyen, salen por el balcón y corren, se abrazan sus sorprendidos padres, ellas
miran al balcón, ha desaparecido…¿han soñado o ha sido la magia?
Sí, Olivia, Mariana, Coti y
Curris, para saberlo todo, cuando sean mayores, serán además doctoras en Ciencia Mágica.
Nota: La imagen de las pirámides está tomada de HOLA
1 comentario:
Me ha encantado, yo en mi familia soy Coti
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