Sí, ayer, celebré
mi 79 cumpleaños y, debo decirlo, fue un día feliz, tan feliz que casi me da vergüenza
hablar o escribir sobre lo acaecido, todo “muy normal”, y lo que he sentido en este día.
En uno de esos
luminosos días de febrero en que la luz del sol hace explotar todos los colores y la belleza del cielo, en un restaurante que fue bueno y ahora se mueve entre antiguo
y viejo, comí con mis hijos y mis nietos, rodeado de cariño, como tantas veces
sin apreciarlo siempre, en otro tiempo.
La conversación,
limpia, alegre y fluida, interrumpida, sin que ello importase, por los nietos, son
pequeños y gustan distraer a sus madres con demandas baladíes cuando ellas
están tranquilas.
Y los regalos, los
de las hijas gratas sorpresas, y las joyas hechas por las nietas, me colmaron
de emociones
La comida, las
viandas, casi todas, conservando la apariencia del pasado, sin llegar a buenas,
quizá porque el vino estuvo bien elegido, resultaron pasables; los nietos
disfrutaron los helados y se comieron gran parte de la pequeña tarta sobre la
que una de mis hijas, está en todo, colocó la vela encendida que yo apagué mientras
escuchaba el “cumpleaños feliz”.
La sobremesa, al
sol, con los niños jugando entre ellos en el amplio jardín del restaurante, relajada
y, sin historia porque fue feliz.
Avanzada la
tarde, mientras hijos y nietos continuaron, no se en qué sitio, celebrando el
cumpleaños del abuelo, ya en casa, con mis hermanos, vinieron nueve, la gran
delicia de estar juntos, hablando tranquilos, casi tres horas, alrededor de la
mesa abierta del comedor. Y, qué más decir?, porque lo que se habla en la
familia, aunque apasionante, fuera no se debe compartir, solo me cabe añadir
que, el esfuerzo de preparar la merienda tuvo una gran compensación: recibí tantos parabienes que casi se me puso
el rostro rojo de rubor.
Y, a lo largo
de todo el día las felicitaciones de tantos y tantos amigos queridos…
En fin, cuando
por la noche, cansado como un perro me tendí en la cama, durante un largo rato
no me pude dormir, el día de mi 79 cumpleaños había sido un día muy, muy feliz.
Mil gracias a mis hijos, a mis nietos, a mis hermanos y a todos los amigos que hoy han estado conmigo en este día tan feliz.
Nota: este es el regalo de mi nieta Constanza
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