En Torrelodones, antes un pueblo y ahora un suburbio, a treinta
kilómetros de Madrid, durante muchos años, quizá porque lo decía mi padre, profundo
conocedor del ser humano, ¡era el médico!, todos sus habitantes lo tenían muy
claro: los hombres miran las tetas y las mujeres las braguetas. Y, por consiguiente, también estaba claro lo que
eran los hombres que miraban las braguetas, y lo que eran las mujeres, las
había, que miraban las tetas.
Sin embargo, porque la vida nos da grandes sorpresas, la indiscutible
verdad que hasta hace cuatro días encerraba el dicho de mi padre ha perdido
toda su vigencia, nadie en el tribunal que evalúa los exámenes para entrar en la
policía local del municipio, en el Ayuntamiento de Torrelodones, en la
Comunidad de Madrid ni, hasta ahora, en
el Ministerio de Igualdad, sabe qué hacer:
una persona, con apariencia de ser hombre, de esas que antes miraban las tetas,
ha mostrado un acta notarial en la que se dice que aunque tiene abultada la bragueta
es mujer y tiene derecho a hacer las pruebas que le corresponden por ser mujer.
Ante este hecho, estoy imaginando, en su tumba en el
cementerio, a mi padre que, espantado, está diciendo a mi madre: - ¡María,
esta gente está loca!, y ella, siempre educada, contestando: - no digas eso José Luis, es que
son tontas, tontas de capirote, es que, ¡pobres!, no saben distinguir entre t... y b..!
Pero, debo reconocer la auténtica verdad, aunque mi buen padre y mi buena madre pudieran
tener razón, dentro de un tiempo, cuando un juez, salvando algún trámite administrativo, aunque la actual Ley sea derogada,
en España las leyes las interpretan los jueces, sentencie que el candidato a ser policía municipal de
Torrelodones es mujer, resultará que sí, que es mujer.
Y, por supuesto, con su sentencia, el juez, o la juez, en
Torrelodones, habrá convertido en inútil la regla que siempre, desde que el
mundo es mundo, hasta ahora, porque los hombres miraban las tetas y las mujeres las braguetas, permitía
saber quién era hombre y quien era mujer.
Nota: la imagen del Palacio de Canto el Pico, en
Torrelodones, está tomada de El Español, en Internet.
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