lunes, 31 de julio de 2023

1077. COSAS DE VIEJO: DEL PRIMUM VIVERE DEINDE PHILOSOFARE, EL BIEN Y EL MAL, Y LA IGUALDAD DE LOS HOMBRES


En el calor del verano, aturdido por la situación política que está viviendo nuestra sociedad y los muchos males que hoy compartimos en todo el mundo, tratando de comprender lo que sucede y por qué sucede, vienen a mi mente un cúmulo de ideas y reflexiones que, aunque "cosas de viejo", acaso, como para mí, puedan ser útiles para otras personas. Son las siguientes:

 

ALGUNOS PUNTOS DE PARTIDA

Sí, estoy convencido de que Aristóteles, con su primum vivere, deinde philosofare, nos regaló una idea que nuestra cultura occidental, grecorromana, ha integrado como un axioma.

Y tanto es así, que, desde Grecia y Roma hasta nuestros tiempos, las gentes y, sobre todo, los dirigentes, han luchado y siguen luchando para asegurar e incrementar el primum vivere, aunque, en mi opinión, al parecer, la sociedad en general se ha quedado en el vivere y no ha llegado al philosofare.

Además, y quizá para complementar y compensar al muy racional Aristóteles, Platón descubrió, Cicerón hizo suya y Pablo de Tarso la introdujo en la parte judeocristiana de nuestra cultura, otra maravillosa idea primero y creencia después: la existencia en el interior del hombre de eso que llamamos conciencia, y con ella la capacidad natural de conocer y distinguir el bien del mal.  

Y, por si lo anterior fuera poco, la creencia, compartida por griegos, romanos y judíos, en la desigualdad natural de los hombres, fue cambiando, por acción del cristianismo, hasta hace cuatro días, en el siglo XVIII, convertirse en otro y opuesto axioma: la igualdad natural; que en el presente es nuclear en la maravilla que es nuestra cultura.

 

VARIAS OBSERVACIONES

Que el vivere sea previo al philosofare hoy todos lo sabemos; sin embargo, la realidad dice que para muchos hombres, la mayoría, solo existe el vivere, e independientemente de cuan abultado sea este, jamás entran ni entrarán en el philosofare. Esto los dirigentes de la sociedad lo saben y, para tener éxito, actúan en consecuencia: panem et circenses que se decía en Roma y, por si acaso, ¡que nadie piense!

Por otro lado, hoy hemos descubierto que los hombres, los seres humanos, podemos tener, el 15%, o no tener, el 85%, conciencia, en el sentido de conocer y distinguir de forma natural el bien y el mal. Y, también sabemos que las decisiones y el comportamiento de quienes carecen de conciencia están determinados por el deseo o el interés de conseguir algo que no se tiene o de no perder algo que se posee. Y, por esto, los dirigentes de la sociedad, cuando ellos mismos carecen de conciencia, para asegurar su propio éxito, ofrecen a las gentes lo que estas desean, no importa que sea el bien o el mal; en los casos en que dirigentes sí tienen conciencia estos se encuentran con una gran limitación, no pueden ofrecer el mal, y eso es una clara desventaja para ellos.

Además, y para añadir complejidad a lo anterior, en todo el mundo, la globalización, ha producido, junto a grandes oportunidades, una inmensidad de tragedias personales, terribles conflictos de intereses contrapuestos, e intensificado la desigualdad, ¡no somos iguales!, entre los hombres y entre las naciones. Y, los dirigentes para satisfacer a los suyos ofrecen sin reparos soluciones imposibles encaminadas siempre al primum vivere.

MIS CONCLUSIONES

Casi toda la sociedad, está y, muy probablemente lo estará en el futuro, integrada por personas a las que solo les importa, y tienen más que suficiente, el vivere y desconocen el philosofare.

Solamente un 15% de los hombres tiene conciencia, y solo ellos distinguen y les importa bien y el mal. Y hay dirigentes que están entre el 85% de hombres que no distinguen ni les importa el bien y el mal y toman sus decisiones en función de sus deseos e intereses, sin atender al bien o al mal.

Las sociedades y los hombres concretos, al menos en el tener o no tener conciencia, son desiguales; viven en situaciones distintas de profunda desigualdad; sus comportamientos son desiguales y, hoy por hoy, no son iguales.

 

Y, PARA TERMINAR, CUATRO CUESTIONES

Si existen el bien y el mal, ¿es deseable o no importa extender el bien y erradicar el mal?

¿Es justo y racional tener dirigentes que no distinguen el bien del mal?

Las gentes, desiguales, que solo conocen el vivere, ¿pueden y deben, para todos, elegir entre el bien y el mal?

Quiénes tienen conciencia y pueden filosofar, ¿están obligados, además de pensar, ser diligentes y actuar?

Nota: la imagen de Aristóteles que ilustra esta entrada está tomada de Internet.




miércoles, 26 de julio de 2023

1076. DE ENCUENTRAR UN TESORO O UNA PERLA, VENDERLO TODO Y COMPRAR (MT 13,44-52)



 Cada semana leo y, en ocasiones escucho, siempre con atención, las homilías de Fray Marcos, el predicador dominicano que, desde hace años, ha iluminado mi pensamiento y regalado una forma nueva de ver el cristianismo, mi religión.

Y, hoy, en el calor de este verano, al abrir el correo, me he encontrado un texto tan extraordinario que, por diferente y apasionante, no puedo por menos que presentar, en un amplio resumen, sin comentarios, también como un regalo, para todos mis amigos, y que está a continuación.

 

El tesoro y la perla son dos símbolos con un mismo e idéntico mensaje, pero con  matices significativos. Una diferencia es que, en un caso, el encuentro es fortuito. Y en el otro, es consecuencia de una búsqueda. Otra es que en la primera se identifica el Reino con el tesoro, pero en la segunda se identifica con el comerciante que busca. Las dos opciones se hacen con un grado de incertidumbre. Los dos se arriesgan a deshacerse de todo lo demás. 

 

La parábola no juzga la moralidad de las acciones narradas. En efecto, tanto el campesino, como el comerciante, obran de forma fraudulenta y por lo tanto injusta. Los dos se aprovechan de unos conocimientos privilegiados para engañar. No actúan por desprendimiento sino por egoísmo. “Renuncian” a unos bienes para conseguir otros mayores. No es su objetivo vivir de otra manera, sino conseguir una vida material mejor. Da un ejemplo material, pero en el orden espiritual las cosas no funcionan así.

 

En estas comparaciones vemos claro cómo no todo lo que dicen es aprovechable. Jesús en el evangelio advierte una y mil veces del peligro de las riquezas; no puede aquí invitarnos a conseguirlas en sumo grado. El mensaje es muy concreto. El punto de inflexión en las dos parábolas es el mismo: “vende todo lo que tiene y compra”. Sería sencillamente una locura. Si vende todo lo que tiene para comprar la perla, ¿Qué comería al día siguiente? ¿Dónde viviría? Esa imposibilidad radical en el orden material es precisamente lo que nos hace saltar a otro orden, en el que sí es posible.

 

Hay dos matices interesantes. El primero es el abismo que existe entre lo que tienen y lo que descubren. El segundo es la alegría que les produce el hallazgo. Yo la haría todavía más simple: Un campesino pobre, que solo tiene un pequeño campo, en el que cava cada vez más hondo, un día encuentra un tesoro. O un comerciante de perlas que un día descubre entre las que tiene almacenadas, una de inmenso valor. Evitaríamos así poner el énfasis en la venta de lo que tiene, que solo pretende indicar el valor de lo encontrado. Se trata de un minucioso cálculo, que los lleva a la suprema ganancia.

 

No damos un paso en nuestra vida espiritual porque no hemos encontrado el tesoro que ya somos. Sin este descubrimiento, todo lo que hagamos por alcanzar una religiosidad auténtica, será pura programación y por lo tanto inútil. Nada vamos a conseguir si previamente no descubrimos lo que somos. Nuestra principal tarea será tomar conciencia de esa Realidad. Si la descubrimos, prácticamen­te está todo hecho. La parábola al revés no funciona. El vender todo lo que tienes, antes de descubrir el tesoro (que es lo que siempre se nos ha propuesto) no es garantía ninguna de éxito.

 

Un ancestral relato nos ayudará: cuando los dioses crearon al hombre, pusieron en él algo de su divinidad, pero el hombre hizo un mal uso de esa divinidad y decidieron quitársela. Se reunieron en gran asamblea para ver donde podían esconder ese tesoro. Uno dijo: pongámoslo en la cima de la montaña más alta. Pero otro dijo: No, que terminará escalándola y dará con él. Otro dijo: lo pondremos en lo más hondo del océano. Alguien respondió: No, que terminará bajando y la descubrirá. Al fin dijo uno: ¡Ya sé dónde lo pondremos! La colocaremos en su corazón. Allí nunca lo buscará.

 

Hemos de aclarar que el tesoro no es Jesús, como deja entender Pablo, y sobre todos los santos padres. Jesús descubrió la divinidad dentro de él. Éste es el principal dogma cristiano. “Yo y el Padre somos uno”. Tampoco la Escritura puede considerarse el tesoro. En muchas homilías, he visto estas interpretaciones de las parábolas. La Escritura es el mapa, que nos puede conducir al tesoro, pero no es el tesoro. Tampoco podemos presentar a la Iglesia como tesoro o perla. En todo caso, sería el campo donde tengo que cavar (a veces muy hondo) para encontrarme a mí mismo.

 

Jesús no pide más perfección sino más confianza, más alegría, más felicidad. Es bueno todo lo que produce felicidad en ti y en los demás. Solamente es negativa la alegría que se consigue a costa de las lágrimas de los demás. Cualquier renuncia que produzca sufrimiento, en ti o en otro, no puede ser evangélica. Fijaos que he dicho sufrimiento, no esfuerzo. Sin esfuerzo no puede haber progreso en humanidad, pero ese esfuerzo tiene que sumirme en la alegría de ser más. Lo que el evangelio valora no es la renuncia. Lo que me tiene que hacer feliz, es descubrir la plenitud que soy.

 

El tesoro es el mismo Dios presente en cada uno de nosotros. Es la verdadera Realidad que soy, y que son todas los demás. Lo que hay de Dios en mí es el fundamento de todos los valores. En cuanto las religiones olvidan esto, se convierten en ideologías esclavizantes. El tesoro, la perla no representan grandes valores, sino una realidad que está más allá de toda valoración. El que encuentra la perla preciosa, no desprecia las demás. Dios no se contrapone a ningún valor, sino que potencian el valor de todo. Presentar a Dios como contrario a otros valores, es hacerle un ídolo.

 

Vivimos en una sociedad que funciona a base de trampas. Si fuésemos capaces de llamar a las cosas por su nombre, la sociedad quedaría colapsada. Si los políticos nos dijeran simplemente la verdad, ¿a quién votaríamos? Si los jefes religiosos dejaran de meter miedo con un dios justiciero, ¿qué caso haríamos a sus propuestas? En cambio, si de la noche a la mañana todos nos convenciéramos de que ni el dinero ni la salud ni el poder ni el sexo ni la religión eran los valores supremos, nuestra sociedad quedaría purificada. Por desgracia los intereses materiales son lo que mueven nuestra sociedad.

 

Tener claro que soy el tesoro supremo, la perla más valiosa me permite valorar lo que de verdad soy sin límites. No se trata de despreciar el resto sino de tener claro lo que vale de veras. El “tesoro” nunca será incompatible con todos los demás valores que nos ayudan a ser más humanos. Es una constante tentación de las religiones ponernos en el brete de tener que elegir entre el bien y el mal. Esta postura es radicalmente equivocada. Lo que debemos aclarar es cuales son las prioridades, en los valores. Debemos tener claro dónde está el valor supremo y que valores son relativos o falsos.

 

Nota: Divina humanidad, ¡Atrévete!, Lo que nos queda de Dios, y algunos otros libros de Fray Marcos Rodríguez se pueden encontrar en https://www.feadulta.com/es/






martes, 25 de julio de 2023

1075. DE UNA DESEABLE Y NO IMPOSIBLE GRAN COALICIÓN, O DE ALGO PARECIDO

 

Me dirán que España no es Alemania y que aquí, con “los otros”, es imposible, pero la realidad dice que también aquí, está demostrado, lo mejor y lo peor, todo es posible.

Con los resultados de las elecciones del domingo pasado, el Partido Popular, con sus 136 diputados, necesita 176, pese a quien pese, no puede gobernar.

El PSOE, con sus 122 diputados, si hiciera concesiones, muy, muy incómodas, a su derecha y a su izquierda, podría gobernar.

En cualquier caso, en mi opinión, es una locura gobernar contra la mitad de la población.

Las coincidencias entre el Partido Popular, centro derecha, y el PSOE, centro izquierda son muchas, y sus diferencias, mirándolo bien, muy pocas.

Y, es un hecho, entre los dos partidos tienen 258 diputados de los 350 que componen el Congreso y en conjunto, representan a la inmensa mayoría de los españoles.

¿No tendría sentido que ambos partidos se pusieran de acuerdo para gobernar?

¿Que cómo?: con el más hábil de los políticos españoles en muchos años, el doctor Sánchez, un socialdemócrata, al frente, es el más capaz; y, con él apoyo, dentro o fuera del gobierno, del también socialdemócrata, señor Núñez Feijoo.

Evidentemente las derechas derechas, las izquierdas izquierdas y los separatistas se pondrían muy enfadados e intentarían, gritando mucho, ¡traición, traición!, la oposición.

¿Sería, de verdad, después de lo que se han insultado entre ellos y, hasta ahora han prometido a todos, traición? No, solo sería un muy sensato cambio de opinión.

Y, mis queridos amigos, para terminar esta entrada, decir que tanto el doctor Sánchez como el señor Núñez Feijoo, porque además de querer, estoy seguro, lo mejor para España y los españoles, son valientes, audaces y muy astutos,  es más que posible que, entre los dos, se alcance ese gran éxito que puede ser, como la quieran llamar, la Gran Coalición.

 

Nota: la imagen que ilustra esta entrada está tomada de COPE en Internet




lunes, 24 de julio de 2023

1074. DE PERDER LAS ELECCIONES

 

Pues sí, ayer sufrí un buen disgusto: la derecha perdió las elecciones y el doctor Sánchez puede seguir en la Moncloa como presidente del gobierno del Reino de España.

Y, hoy, además de cuidar mis goteras, como es normal, he dedicado el día, sobre todo, pensando, a lamerme las heridas.

¿Cómo es posible que haya tantos españoles que prefieran las barbaridades que han hecho en estos años, y las que prometen y van a hacer en los próximos, los progresistas y sus socios separatistas?

¿Cómo es posible que la mitad de los españoles no vean el desastre al que nos llevan los políticos izquierdistas y separatistas?

Ah, es que tenemos un país lleno de ignorantes, que se han dejado engañar por aprovechados políticos social-comunistas e iluminados independentistas.

Ah, es que tienen razón quienes piensan que, con nuestra idiosincrasia, y la de los chinos, la democracia es una locura; no hay más que ver cómo progresábamos con Carlos III y el despotismo ilustrado; lo bien que lo hacía Franco, y cómo China va como un tiro.

Ah, es que los nuestros, nosotros, somos buenos y ellos, los otros, son malos.

Ah, es que nosotros sabemos y los otros no saben.

Y, ah, es que, además, los otros, los progresistas desperdician el dinero, mienten como bellacos y, en cuanto nos descuidamos hacen trampas.

Pues resulta que, pensándolo bien, no: ni mi mitad de los españoles es ignorante ni tampoco lo es la otra mitad. Cada persona, con la información disponible, elije y vota lo que cree que es mejor, o, a veces, menos malo, para ella, para su familia y, también, para la sociedad.

Y, si es así, quizá todos deberíamos ponernos en lugar de los demás, tratar de comprendernos y buscar lo mejor; pero ¡es tan difícil!

Es tan difícil que hasta en Estados Unidos, en Francia, en Bolivia y en España, en todas partes, la sociedad está partida y, ¡esto es lo peor!, parece que odiar, aplastar y destruir a la otra parte es el medio, malo para todos, que se está imponiendo.

Y, sabes qué, en momentos como este, aunque soy un descreído, pienso que al final, el auténtico y único camino es el, tan conocido como olvidado, amor al prójimo que, a los cristianos, nos descubrió Jesucristo.

Bueno, pido todas las disculpas por escribir, para mí y para mis amigos, algunas de las muchas cosas que hoy he pensado para consolarme, lamiéndome las heridas, por haber perdido.